31 mayo 2021

31 de mayo

El 31 de mayo constituyó un típico día en nuestro cuaderno de bitácora: “Amanece con calma chicha. Hacia mediodía sopla un viento procedente del Noroeste y ponemos proa en forma más directa hacia Terranova. A continuación, los vientos se hacen del Sudoeste y nos detenemos, quedando prácticamente a la deriva. Sin novedad.”

El aburrimiento se hizo nuestro mayor enemigo. Una o dos veces pudimos ver suficiente sol como para colgar los sacos de dormir en el aparejo y poner a secar la ropa, aunque, en general, el tiempo era demasiado húmedo o hacía demasiada niebla como para alcanzar éxito alguno. Hacía tanto frío que el siguiente emigrante que aterrizó a bordo del Brendan, otra lavandera blanca, no logró pasar la noche y pereció.

Capiteles románicos en el MAN: Sansón desquijara a un león

capiteles románicos en el MAN

30 mayo 2021

30 de mayo

Y los bergantines entraron de golpe por aquel lago y rompieron por medio de la flota de canoas, y la gente de guerra que en ellas estaba ya no osaban pelear. Y plugo a Dios que un capitán de un bergantín, que se dice Garci Holguín, llegó en pos de una canoa en la cual le pareció que iba gente de manera; y como llevaba dos o tres ballesteros en la proa del bergantín e iban encarando en los de la canoa, hiciéronle señal que estaba allí el señor, que no tirasen, y saltaron de presto, y prendiéronle a él y a aquel Guatimucín y a aquel señor de Tacuba, y a otros principales que con él estaban; y luego, el dicho capitán Garci Holguín me trajo allí a la azotea donde estaba, que era junto al lago, al señor de la ciudad y a los otros principales presos, el cual, como le hice sentar no mostrándole riguridad ninguna, llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase. Y yo le animé y le dije que no tuviese temor alguno; y así, preso este señor, luego en este punto cesó la guerra, a la cual plugo a Dios Nuestro Señor dar conclusión en martes, día de San Hipólito, que fue 13 de agosto de 1521.

Sala del románico en el MAN

Sala del románico en el MAN

29 mayo 2021

29 de mayo

Capilla de Reyes Nuevos. La antigua Capilla de este nombre, fundada por D. Enrique II en su testamento que otorgó en Burgos a 29 de mayo de 1374, ocupaba las dos últimas bóvedas de la nave menor, lindante con el muro Norte y también con el Poniente del templo. Mas como sirviese de gran estorbo, y afease además el aspecto uniforme de la suntuosa Basílica, en 1630 el arzobispo Fonseca y el Cabildo acordaron reemplazarla por otra nueva, digna de cobijar los restos mortales de tantos Monarcas castellanos, y capaz para las grandes funciones que, en una Capilla Real, con las numerosas fundaciones que aquella tenia, deben celebrarse. No habiendo ya Capilla alguna adecuada al objeto, se construyó esta, después de obtenida la aprobación del Emperador Carlos V, por el célebre arquitecto Alonso de Covarrubias, que por consecuencia de esta obra, fue, al terminarla, nombrado Maestro mayor de la Catedral.

Capiteles románicos en el MAN

 capiteles románicos en el MAN

28 mayo 2021

28 de mayo

Nuestros reformistas hablan como se mueven los caracoles en terreno intrincado: según un programa largo a plazo medio. Y como se quedan en el camino, confían en poder escapar al tufo inmóvil… que arrastran consigo.

Como Stomma, que normalmente consideraba desconfiadamente cualquier palabra como una trampa, contemplaba milagreramente la curación de su hija, le pidió a Zweifel que lo curase también a él, aplicándole la babosa chupadora contra la gota. Cada vez, después de haberle recorrido la babosa la espalda hasta la nuca durante cinco minutos exactamente medidos, decía: «Estoy mejó. Me vi a sentí kom’un joven pa bailá la polka».

Entre los que formulan proyectos. Por todas partes se abre paso la disputa sobre el ritmo y la dirección del progreso (como hay que llamarlo) a través de documentos, decisiones, propuestas adicionales y actas.

Los deberes

 los deberess

27 mayo 2021

27 de mayo

27 de mayo

Creo que podría ser muy feliz con Martín si él lograra otorgarme, en el fondo de su corazón, la libertad que necesito, a causa de esta estúpida deformación de mi actitud ante los males de mi país y ante cierto tipo de hombres. Creo que es pedirle demasiado. Creo que sería pedirle demasiado a cualquiera. Pero, confío en su honestidad para decírmelo, para decirme y mostrarme qué podemos hacer juntos y cómo.

A veces me parece que soy yo la que habla siempre de sus problemas. Escribiendo estas líneas acabo de darme cuenta de que ni siquiera le pregunto por su esposa, por sus amigos, y por la vida de ese Carlos al que quiere tanto y que me resulta también tan divertido. Carlos me ha tratado como en un sueño. Mejor todavía.

Los deberes en el autobús interurbano

 los deberes

26 mayo 2021

26 de mayo

DE LOS ARCHIVOS DE LA PRIMERA IGLESIA MANCOMUNADA DE UN DIOS PARA TODOS LOS HOMBRES, CHAGRIN FALLS, OHIO: TRANSCRIPCIÓN PARCIAL DE LA BODA ENTRE EL SEÑOR STONECIPHER BEADSMAN III, DE SHAKER HEIGHTS, OHIO, Y LA SEÑORITA PATRICE ANDLEMOTH LAVACHE, DE MADISON, WISCONSIN, 26 DE MAYO DE 1961.

MINISTRO: ¿Dónde está todo el mundo?

PATRICE LAVACHE: Aquí estoy, señoría.

MINISTRO: ¿Y dónde está el novio?

STONECIPHER BEADSMAN III: Estamos aquí.

ROBERT GERBER, PADRINO: ¡Aquí estamos!

MINISTRO: ¿Ya estamos todos?

STONECIPHER BEADSMAN III: ¿Podemos seguir con esto? Tenemos un banquete después.

En una barbería tradicional

 Por las calles de Madrid

25 mayo 2021

25 de mayo

Primera operación de la vista: 25 de mayo

La operación de cataratas habrá de imponer a Galdós unos meses de silencio literario. Se realizó en mayo y en el domicilio de Alberto Aguilera, cuidadosamente preparado para tal hecho. Se operó entonces el ojo izquierdo de Galdós. El doctor Márquez se mostraba optimista y animaba al paciente y a la familia. Pero al hacer la incisión encontró el cirujano un globo ocular, un cristalino y una catarata demasiado grandes. No había modo de extirpar la catarata entera, lo que le desesperó. ¡Cuánto tuvo que sufrir el paciente esperanzado! Esa operación era entonces dolorosísima. Hizo lo que pudo el especialista que, según todas las noticias, estaba inconsolable. La familia y el enfermo debían estarlo más. El resultado, pues, no fue bueno, pero no se pierde la esperanza. El recién operado tranquilizará a Teo indicándole que le aseguraban que «muy pronto veré mosquitos en el horizonte» (Smith, pág. 768). En los meses siguientes, don Benito irá recuperándose. A veces parecía optimista, pero pero las más se desesperaba. No era buen enfermo, y se negaba a dejar de fumar. Tardó en recuperarse. Y le quedaba nueva prueba el próximo año, 1912, para quitar la catarata del ojo derecho.

Por las calles de Madrid

 Por las calles de Madrid

24 mayo 2021

24 de mayo

Sandokán reclamó silencio con un gesto, hizo subir a bordo a los que mandaban los praos y a la mayor parte de sus tigres, y leyó en voz alta:

Nosotros, Sandokán, llamado el Tigre de Malasia, expríncipe de Kini-Ballou, y Yáñez de Gomara, legítimos propietarios de la isla de Mompracem notificamos al señor gobernador de Labuán que desde hoy declaramos la guerra a Inglaterra, al raja de Sarawak y al hombre que se hace llamar el Rey del Mar, protegido de ellos.

Sandokán y Yáñez de Gomara.

A bordo del Rey del Mar, 24 de mayo de 1868.

Por las calles de Madrid

Por las calles de Madrid

23 mayo 2021

23 de mayo

PROCLAMA

El General de la Division de los Andes a todos los habitantes de las Provincias de Cuyo

Ministros del santuario: Elevad al Ser Supremo fervorosos sacrificios, y pedidle con la efusión de vuestros piadosos corazones que suspenda el azote de la guerra fratricida en que yace la República Argentina.

Honorables RR. de las legislaturas provinciales: A vosotros toca el deber sagrado de dictar leyes análogas y benéficas al pueblo que os honró con tan alto cargo. La generosidad de los Gobiernos litorales, de esos padres de la República, que sin reparar en sacrificios os han puesto en plena libertad para ejercer vuestras funciones, no entre el estruendo de las armas, sino en el silencio y reposo de la más perfecta tranquilidad.

Jefes Militares: Respetad y obedeced la autoridad civil; estad siempre en vigilia para sostenerla contra todo aquél que intente derrocarla; éste es vuestro deber.

Ciudadanos Todos: Respetad la religión de nuestros padres y sus ministros, las leyes que nos rigen y las autoridades constituídas. Si así lo hiciereis, seréis felices y no tendréis motivo de arrepentimiento.

Por las calles de Madrid

 Por las calles de Madrid

22 mayo 2021

22 de mayo

Tisza lo escuchó atentamente. Las gruesas lentes de sus gafas le agrandaban el iris grisáceo de sus ojos, ya de por sí grande. No interrumpió a Bálint ni una sola vez.

Cuando Bálint acabó su discurso le respondió detalladamente. Reconoció que Abády tenía razón en muchas cosas: sin duda, quien quisiese acabar con el obstruccionismo arriesgaba su futura carrera política, pero para él restituir el orden del Parlamento era un asunto de gran importancia, de primera necesidad, y pesaba más que cualquier otra razón. No protestó contra lo que Bálint había dicho sobre su vocación política. Negar su grandeza no habría sido más que una pose: quien supera una cabeza al resto de la multitud, sin duda es consciente de su talla. Tisza no era un hombre de poses. Reconoció que el país podría necesitarlo en el futuro por varias razones. No obstante, estaba decidido a actuar él mismo. No podía encargarle esa faena a un sustituto, porque precisamente su autoridad era necesaria. No se arrepentiría, aunque después se viese obligado a abandonar la política. Su nación lo necesitaba y esa causa merecía tal sacrificio.

El limpiabotas. Por las calles de Madrid

Por las calles de Madrid

21 mayo 2021

21 de mayo

En el intervalo entre la conclusión de la paz y la llegada de los prisioneros bonapartistas, Thiers se creyó tanto más obligado a reanudar su comedia de reconciliación cuanto que los republicanos, sus instrumentos, estaban apremiantemente necesitados de un pretexto que les permitiese cerrar los ojos a los preparativos para la carnicería de París. Todavía el 8 de mayo contestaba a una comisión de conciliadores pequeñoburgueses: «Tan pronto como los insurrectos se decidan a capitular, las puertas de París se abrirán de par en par durante una semana para todos, con la sola excepción de los asesinos de los generales Clément Thomas y Lecomte».

Por las calles de Madrid

 Por las calles de Madrid

20 mayo 2021

20 de mayo

La mañana del miércoles la gente se echó a la plaza a comentar lo ocurrido durante la noche: un incendio había destruido el almacén de Tomás el talabartero, mientras su hija había despertado con una extraña dolencia que la hacía tiritar, que le obligaba a permanecer en el lecho, desvariando, y que el licenciado Egaña no acertaba a curar a pesar de haberla sangrado copiosamente y de haberla obligado a beber una pócima que él mismo había preparado con el jugo de ciertas plantas.

—Es obra de brujería —aseguró Serapia la sacristana.

Los comentarios fueron agigantándose de boca en boca, extendiéndose desde los corrillos que se formaban en la plaza y en la fuente y a la salida de la iglesia hasta los dispersos caseríos y los pueblos cercanos. Las mujeres que lavaban la ropa en el arroyo corrieron a sus casas antes del atardecer. Apenas se ocultó el sol atrancaron puertas y ventanas y en todas las habitaciones, sobre todo en las de los niños, colocaron cruces, imágenes de Jesús y de María y escapularios.

Por las calles de Madrid

Por las calles de Madrid

19 mayo 2021

19 de mayo.

Llegó la noche sin noticias de Konovalenko. Svedberg llamó para avisar de que ya estaba en casa, si lo necesitaba. Por su parte, Wallander llamó a Sten Widén aunque, en realidad, no tenía nada nuevo que decirle. A las diez de la noche mandó a su padre a la cama. Hacía una noche clara de primavera. Se sentó un momento en los peldaños de la escalera, junto a la puerta de la cocina. Una vez que estuvo seguro de que su padre dormía, llamó a Riga para hablar con Baiba Liepa, pero no hubo respuesta. Lo intentó de nuevo media hora más tarde. Baiba ya estaba en casa. Con mucha calma, le contó que su hija había sido secuestrada por un hombre muy peligroso. Le confesó que no tenía con quién hablar, lo que, en aquel preciso momento, era cierto. Después le pidió disculpas de nuevo por aquella ocasión en que la había llamado y la había despertado cuando estaba bebido.

Por las calles de Madrid

 Por las calles de Madrid

18 mayo 2021

18 de mayo

 Domingo, 18 de mayo de 2008; 1:25 p. m.

Entiendo lo que me dice del cuento de Atlantic Monthly, Néstor, ¿cómo no le voy a entender? Pero haga un esfuerzo usted también, y póngase en mi lugar. Me temo que nos encontramos en longitudes de onda completamente diferentes, no me refiero a nuestras personalidades. Me refiero a la circunstancia de los exámenes finales. En estos momentos, si le digo la verdad, sólo puedo pensar en los trabajos que tengo que escribir. Me encuentro en un punto muerto con uno de los proyectos que tengo que presentar. Nada más lejos de mí que ponerme a pensar en asuntos literarios, de los que por otra parte sé muy poco. No se lo tome a mal. No es egoísmo, es que no tengo elección. De lo que me alegro sinceramente es de saber que Frank se ha recuperado y pronto podrá volver a casa. En fin, espero poder hacerle caso debidamente muy pronto. ¡Deséeme suerte, Néstor!

Salvia microphylla

Salvia microphylla

17 mayo 2021

17 de mayo

17 de mayo. — ¿Qué me importan ahora los ruidos del mundo y los ruidos del estudio? ¿Qué me importan ésos a los que la pereza y la languidez encorvan a mi lado? Esta mañana, todas las frentes, abotargadas por el sueño, estaban pegadas a las mesas; un ronquido, semejante al toque de clarín del juicio final, un ronquido sordo y lento se elevaba de este vasto Getsemaní. Yo, estoico, sereno, erguido, y alzándome por encima de todos aquellos muertos como una palmera por encima de las ruinas, despreciando los olores y los ruidos incongruos, apoyaba la cabeza en mi mano, escuchaba palpitar mi corazón lleno de Thimothina, ¡y mis ojos se hundían en el azul del cielo, entrevisto por el cristal superior de la ventana!…

Arthur Rimbaud
Un corazón bajo una sotana

Considerado en un principio como la «travesura» de un muchacho, Un corazón bajo una sotana es más bien un texto clave y de claves, cuyas sombras ayudan a la comprensión de buena parte de la obra más agresiva de Arthur Rimbaud, e incluso de su postura vital frente a la poesía y quizá de su abandono definitivo. Bajo la aparente chiquillada de alguien que se entretiene en los bancos del colegio garrapateando un relato sin mucho sentido, un análisis minucioso ha descubierto, más allá de su tufo anticlerical y obsceno, distintas capas de lectura que habían pasado desapercibidas en su momento y que lo convierten en el texto más complejo de Rimbaud.
El primer plano, con su tufo de anticlericalismo y obscenidad, describe una realidad cotidiana: un ambiente estudiantil con falta de higiene, lleno de jerga sexual. En un segundo plano, el joven Rimbaud somete los clichés del movimiento romántico a una lectura erótica que los mancilla con significaciones escatológicas y obscenas. Una tercera lectura tendría una clave histórica, en función de ciertas alusiones a miembros de la familia imperial.

Atrapamoscas

atrapamoscas

16 mayo 2021

16 de mayo

Mañana
Martes, 16 de mayo

Todo el cielo levemente cubierto, pero muy gris, imposible ver ni el sol ni la atmósfera.

Noche
Martes, 16 de mayo

Nubes aisladas, un frente bajo procedente del Sur se disuelve en la región superior. El cielo alternando con nubes y claros, pasadas las seis llovizna; luego, al ponerse el sol, nubes de lluvia gris púrpura por el Sudeste, entre las que de vez en cuando se veía el arcoíris.

Johann Wolfgang von Goethe
El juego de las nubes

El juego de las nubes recopila algunas de las anotaciones que Johann Wolfgang Goethe realizó a modo de diario sobre sus observaciones de nubes.
Como señala la traductora, Isabel Hernández, en su epílogo, «Es en 1815 cuando el autor alemán empezó a interesarse seriamente por el estudio de las mismas a raíz de la lectura de la obra que el inglés Luke Howard publicara en 1803 sobre la clasificación de las nubes: On The Modifications of Clouds.[…] Las nubes son para el científico de Weimar seres animados que reaccionan en función de las condiciones de la tierra y de su fuerza de atracción, puesto que no son ni fijas ni volátiles, sino, como todo en la naturaleza, formas en constante transformación. Es por eso por lo que la observación de los fenómenos atmosféricos tiene siempre para él una vertiente empírica y otra simbólica: la primera se manifiesta en sus estudios científicos, la segunda en sus textos literarios».

Dátiles

frutos

15 mayo 2021

15 de mayo

Salió detrás de la mesa y lo condujo hacia dos gastados sillones de cuero. De inmediato surgió de la nada un ordenanza seguido por tres esclavos, cuatro personas para dos tacitas: uno de los esclavos sostenía la bandeja, otro vertía el café y el tercero ofrecía azúcar. Después de servir, los esclavos se retiraron retrocediendo, pero el ordenanza se cuadró entre los dos sillones. El gobernador era un hombre de mediana estatura, delgado, con profundas arrugas y escaso cabello gris. De cerca se veía mucho menos impresionante que a caballo, con sombrero emplumado, cubierto de medallas y la banda de su cargo cruzada en el pecho. Relais estaba muy incómodo en el borde del sillón, sosteniendo con torpeza la taza de porcelana que podía hacerse añicos de un soplido. No estaba acostumbrado a prescindir de la rígida etiqueta militar impuesta por el rango.

—Se estará preguntando para qué lo he citado, teniente coronel Relais —dijo Blanchelande revolviendo el azúcar del café—. ¿Qué piensa de la situación en Saint-Domingue?

Colchicum montanum

Colchicum montanum

14 mayo 2021

14 de mayo

14 de mayo

Lo he conocido. Me ha dado miedo conocerlo, a pesar de que es en efecto un tipo divertido. Estoy contenta de saber su nombre. Me gusta que se llame Martín Romaña y poder escribir desde ahora Martín en vez de «él». Le dije que no me gustaban las parejas que tienen problemas conyugales, pero ahora que lo pienso bien, recuerdo que me produjo cierta alegría saber que él y su esposa tenían «todos» los problemas de este tipo que existen. Así dijo Martín al despedirse, y yo lo encontré muy divertido y me dio cierta alegría saberlo.

Alfredo Bryce Echenique
La vida exagerada de Martín Romaña
Cuaderno de navegación en un sillón Voltaire

Coleos

Coleo

13 mayo 2021

13 de mayo

Padrón (II)
Faro de Vigo, 13 de mayo de 1952.

La vía por la ribera verde fue conmigo. Iba a contemplar cómo entran al Ulla las aguas del Sar, y a conocer las tierras de Laíño. Me imaginaba —cosas del cantar— que una menuda lluvia, la lluvia verlainiana, caería dulce y tibia: si la recogía en el cuenco de mis manos, sería como recobrar, de los celestiales manantiales, versos de Rosalía. Quizás mis pobres manos no alcanzasen a retener tan amorosa y tímida carga, un agua como un ave. Hubo un poeta en Francia que será siempre, mientras quede en el mundo una boca que pueda decir la poesía, recordado por dos versos: Tristán l’Hermite.
«Hazme beber en el cuenco de tus manos,
si es que el agua no disuelve la nieve».
Éstos son los versos, y yo ensoñaba decirle algo semejante a la lluvia o cantar de Rosalía, que vería caer, digo, dulce y tibia en el hermoso valle de Laíño. Pero no llovía ni en Laíño ni en Lestrobe: un sol alegre y mozo lamía la tierra verde, y en el patio del pozo de Lestrobe jugaba con el agua de la labrada fuente: cuatro hermosos chorros que caen en la taza, que a su vez revierte por otros cuatro, largos y sonoros: los mecía a todos el viento, haciendo encajería de agua sobre la piedra verdidorada. Amigo como soy de las fuentes, me pasaría la tarde, como dicen que hacía Leonardo de Vinci, viendo correr el agua por las ocho bocas, amando «udir susurrar tante tingue», algún extraño e inmortal secreto.

De por aquí era aquel Álvaro Gómez que un día se fue a correr las Mariñas con Fernán Pérez, y Vasco da Ponte cuenta que en Miraflores arengaba a los suyos: «¡Cortar e queimar, que non han de ir a cortar a Laíño!». Pero el señor de las Mariñas, aquel Gómez Pérez que tan galán anduvo de justas y torneos en la Corte de Don Juan II, uno de los levantes de Galicia, «fuese a Santiago, e tomó gente suya e del Arzobispo, y fuele quemar la casa de Laíño, y cortóle la horta y corrióle la terra…». Quizás una tarde de sol como ésta, en un mayo tan gentil, ardían Manselle, Rial, Dodriño, Reboirás, Lestrobe, Rebixos…, y camino de Padrón, Gómez Pérez das Mariñas levantaba la visera para mejor contemplar cómo en las brañas de Dodro y en la verde valiña de Laíño todavía humeaban las hogueras de la venganza.

Éste el Ulla: viene desde el corazón del país, de las altas tierras luguesas. Yo lo conocí en Antas, un río mozo, con orillas viciosas de lúpulo silvestre y los sauces llorones de la huerta de Moirás, y el castañar de Fonsadela que llega hasta los prados de la orilla. Ahora lo veía irse al mar, darse a las ondas de la Arosa. Tienta escribir la vida de un río, desde la fuente en que nace a la mar en que muere: preguntarle a esta onda que pasa si recuerda haber mecido en Moirás las ramas del sauce o si en Fonsadela entró por la cal de aquellos molinos con hiedra en los muros, donde se muele el centeno: una harina negra y dulzona, como tierra antigua y maternal, la tierra del primer día de la Creación. Pero el río se va ahora, en la anochecida, silencioso, al mar. Desde el puente de Cesures lo veo marchar.

Me llevan a comer una segunda lamprea y a catar un albariño cambadés. Con la noche regresó la lluvia matinal, la lluvia que me había mojado en Herbón. Lloverá también por la banda de Laíño y por la banda de Lestrobe: quizás a esta hora, bajo esta dulce lluvia, está remontando el río, camino de Padrón, la Barca Apostólica. Quizá la lluvia que cae en Laíño y en Lestrobe murmure al oído de los árboles y del viento versos de Rosalía. Y ese can que ladra, quizá sea uno de los canes de Ardanlier. ¿Y no andará corriendo la tierra, a espada y hoguera, Gómez Pérez das Mariñas? Pero es rubia la moza que sirve la lamprea, y tiene los ojos reidores: una primavera azul que os contempla alegre. ¿Será acaso madama Lyessa, Juan Rodríguez? «Al batir el ala del primer gallo, pregonero del día», ¿vendrá Ardanlier a buscarla para bodas? (Ésta melancolía entra al ánimo: «porque eres rubia, no debes huir en la noche, porque muchos verán el sol», escribió Al Safir al Taliq, que también, como todos los omeyas cordobeses, las prefería rubias. Y digo todo esto no por erudito ni pedante, que no lo soy, sino porque de verdad me gustó aquella rapaza, y cada uno lleva consigo la soledad de sus sueños…) Camino de Santiago, Padrón dormía bajo la lluvia:
Padrón, ponliña verde,
fada branca ó pé dun río…
Sólo veíamos unas luces mecidas por el viento. El Sar seguía su viaje en la noche. «La pequeña Francia», el país que cantó Rosalía, «el padrón» de la Barca Jacobea: dejábamos en la lluvia y el viento una de las más entrañables tierras gallegas.

Álvaro Cunqueiro
El pasajero en Galicia

Bajo el título El pasajero en Galicia, Álvaro Cunqueiro escribió, a comienzos de los años cincuenta, una serie de artículos para el periódico Faro de Vigo en los que, pueblo a pueblo, ciudad a ciudad, hacía la crónica turística y sentimental de su país natal. Constituye, así, una inmejorable guía de las tierras y leyendas realizada por el más sabio, ameno y cordial de los cicerones. El volumen, cuidadosamente editado por César Antonio Molina, contiene además dos crónicas de los viajes de Cunqueiro por las rutas de peregrinación, así como los artículos escritos para una serie que, con el título Introducción a una historia de las tabernas gallegas, el autor proyectaba ir publicando, y otros textos de diversa procedencia donde el célebre escritor se recrea en la geografía y las gentes de Galicia.

Sarracenia

 Sarracenia

12 mayo 2021

12 de mayo

Sonrió Laura recordando aquel prurito de decencia de sus padres y preparándose, con la sonrisa, a mirar de cara la ruina de la vieja plantación cafetalera de un solo piso, con sus cuatro costados enjalbegados alrededor del patio central donde Laura jugueteaba de niña, rodeada de puertas que se abrían y cerraban sobre los lugares vivientes del hogar, las recámaras, la sala, el comedor, pues afuera, lo vio ahora desde lejos, los muros externos eran todos ciegos. Un pudor inexplicable detuvo a Laura en su caminata hacia el hogar de sus orígenes, como si antes de entrar a la casa arruinada su espíritu requiriese un contacto renovado con la naturaleza florida que conducía al hogar, las higueras y el tulipán de Indias, el lirio colorado, el palo rojo y la copa redonda del árbol del mango.

Orquídeas

 Orquídeas

11 mayo 2021

11 de mayo

Butler University, Indianápolis (Indiana),

11 de mayo de 1996

Vonnegut rinde homenaje a su ciudad natal y confía en que algunos graduados se conviertan en esa clase de «santos» que hacen que la vida valga la pena.

Hola y enhorabuena.

Y gracias. Habéis hecho de nuestra nación un sitio más fuerte y admirable con vuestra onerosa educación.

Onerosa, sí señor.

Si tuviese que volver a empezar desde el principio, elegiría de nuevo crecer en la esquina de la calle Cuarenta y cuatro con North Illinois de Indianápolis, Indiana. Volvería a nacer en uno de esos hospitales de la ciudad y a ser un producto de su escuela pública.

Volvería a estudiar bacteriología y análisis cuantitativo en los cursos de verano de la Universidad de Butler.

Helechos

 Helechos

10 mayo 2021

10 de mayo

El salario más constante del réferi es el ultraje. ¿Por qué entonces se anima a salir al campo con dos tarjetas judiciales en el bolsillo? ¿Qué compensación lo impulsa a estar ahí? Algunos son narcisistas de cabeza ostensiblemente rapada o blonda melena de beach boy; sin embargo, casi todos aspiran con humildad a no ser advertidos. Esta tarea ingrata depende de un inaudito amor al juego. El árbitro es el fan más raro.

Aunque su condición física sea buena, la ausencia de otras facultades lo condena a ser juez de un deporte que sin duda hubiera preferido jugar. Su pasión por intervenir, así sea como aguafiestas, comprueba que estamos ante el más enrevesado hincha del fútbol. Las horrorosas acusaciones acerca de la vencida honra de su madre no detienen a este mártir, capaz de sudar tras un balón intangible a cambio de contribuir a la gesta con su trémulo pitido.

Cada vez que un árbitro se equivoca, los fanáticos se acuerdan de la señora de cabellos grises que tuvo la mala fortuna de parirlo.

Un Día de las Madres coincidí en una cantina de la ciudad de México con el célebre árbitro Bonifacio Núñez. Ese 10 de mayo había organizado un festín con mariachi y decenas de convidados:

Anthurium

Anthurium

09 mayo 2021

9 de mayo

Tampoco es atinado decir que me despachó. Mi padre me acompañó a Lancing. Viajamos juntos, en tren, el 9 de mayo de 1917, un día negro en mi calendario. Lo digo literalmente, pues llevaba en el bolsillo un calendario en el que había tachado los días previos, unos más negros que otros, según fuera mi suerte, rodeando toda la hoja con un festón de cadenas.

Fue una primavera húmeda y lluviosa. Cambiamos de tren en Brighton y llegamos a Shoreham a primera hora de la tarde, donde tomamos un taxi para ir al colegio.

Hoy en día se trata de una zona bastante populosa, pero entonces no lo era. El río Adur, con marea baja, dejaba al descubierto llanuras enfangadas; en una orilla había un campamento del ejército con sus tiendas de campaña; al otro, un campo que ocasionalmente utilizaban los aviones. Al este, por la costa desolada, se llegaba hasta las últimas zonas residenciales de Brighton; al oeste, de igual manera, hasta Worthing, con la sola interrupción que suponían las aldehuelas de Lancing y Sompting, pastos y tierras de cultivo que iban a morir al borde mismo de los guijarros de la playa. Formaba el horizonte, como me recordó mi padre, «la línea de los cerros, tan noble, tan despojada».

Anthurium, capotillo

Anthurium, capotillo

08 mayo 2021

8 de mayo

Si usted me pregunta ahora en qué punto intervienen los huevos y el coñac de contrabando, me veré obligado a replicar que éste es un secreto que por ley y por tradición sólo puede ser murmurado por labios oriundos de Sussex directamente junto a oídos oriundos también de Sussex. Mucho menos es permisible escribirlo, por temor de que algún celta depredador, o un nativo de Kent se apodere de la receta y usurpe nuestra capacidad de hacer un excelente Budín de Sussex, si bien es verdad que muy pocos entre estos bárbaros saben leer, y si lo saben, sólo en caracteres de gran tamaño. Pero semejante contingencia es demasiado terrible para que la contemplemos aquí.

Se necesitará, más tarde, un litro o dos de crema muy gorda.

Guzmania estrella

Guzmania estrella

07 mayo 2021

7 de mayo

Heatherlegh, que probablemente nos seguía, se dirigió hacia donde yo estaba.

—Doctor —dije, mostrándole mi rostro—, he aquí la firma con que la señorita Mannering ha autorizado mi destitución. Puede usted pagarme el lakh de la apuesta cuando lo crea conveniente, pues la ha perdido.

A pesar de la tristísima condición en que yo me encontraba, el gesto que hizo Heatherlegh podía mover a risa.

—Comprometo mi reputación profesional… —Fueron sus primeras palabras.

Y las interrumpí diciendo a mi vez:

—Ésas son necedades. Ha desaparecido la felicidad de mi vida. Lo mejor que usted puede hacer es llevarme consigo.

El calesín había huido. Pero antes de eso, yo perdí el conocimiento de la vida exterior. El crestón de Jakko se movía como una nube tempestuosa que avanzaba hacia mí.

Una semana más tarde, esto es, el 7 de mayo, supe que me hallaba en la casa de Heatherlegh tan débil como un niño de tierna edad. Heatherlegh me miraba fijamente desde su escritorio. Las primeras palabras que pronunció no me llevaron un gran consuelo, pero mi agotamiento era tal, que apenas si me sentí conmovido por ellas.

Ceratostigma

Ceratostigma

06 mayo 2021

6 de mayo

María de Alzueta, otra niña de unos trece años, acusó por su parte de modo concreto a María de Echagaray, francesa, mujer de un soldado, de haber realizado con ella un rapto parecido, para llevarla a una junta que se celebró en un prado junto a las ermitas de San Felipe y Santiago. La descripción del aquelarre casi es igual a la que hizo la anterior. En vista de semejantes acusaciones, las autoridades de Fuenterrabía mandaron prender a las mujeres citadas en ellas. Una vez puestas ante sus jueces María de Garro, de Mendionde, de sesenta años, casada con el soldado Joanes de Lizardi; Inesa de Gaxen, mujer de Pedro de Sanza, de cuarenta y cinco años poco más o menos, natural de Labastide Clairance; María de Marra, de Oyarzun, de sesenta y nueve y María de Echagaray, de Hasparren y de cuarenta años, negaron. Inesa parece que tenía algunos antecedentes, que había sido procesada en Francia, pero que, como demostró con documentos, fue absuelta. Era mujer enérgica por lo que se ve. Mas he aquí que después de haberse tomado todas estas declaraciones negativas, María de Marra pidió que se le tomara otra y en ella confesó que, en efecto, era bruja. Esto a 6 de mayo de 1611. Fue instigada por distintas

Arce

Arce

05 mayo 2021

5 de Mayo

5 de Mayo. Esta mañana he sido causa y víctima de un accidente que me ha herido levemente una rodilla y me tiene aún enajenado. He salido de mi casa para acudir a la de uno de mis discípulos con el disgusto de que se me había hecho tarde. Al llegar a la calle las bandas vocingleras de los colegios cercanos y los grupos de obreros presurosos me han hecho más patente mi retraso. Eran dadas las doce y mi cita era a las doce en punto. Me molesta más en mí que en los demás la descortesía de la falta de puntualidad y mi malhumor ha crecido en proporción a la conciencia de mi falta irremediable. Con este ánimo he tomado puesto en la parada del tranvía. El primer coche que ha llegado venía lleno —lleno a la manera madrileña, es decir, lleno por dentro y por fuera— y no se ha detenido. Esta contrariedad ha acabado de descomponerme en tal forma que, cuando ha aparecido el siguiente y me he dado cuenta de que tampoco pensaba detenerse, sin dármela de lo que hacía, me he apercibido para engancharme en él por las buenas o las malas. La operación tiene dos partes: una, la primera, asirse t on las manos a las barras verticales mientras se corre a la velocidad del tranvía; la otra, conseguir que los pies, siquiera uno, alcance el estribo. La primera parte me ha salido bien, pero cuando he intentado poner en práctica la segunda, he tenido, después de unos tanteos desesperados, la conciencia de lo imposible. Entonces con un supremo esfuerzo de voluntad para librar a mis piernas de las ruedas o de ser arrastradas contra el pavimento, he hecho flexión con ellas y con los brazos y, de esta manera prendido, he salvado el peligro más inmediato. Le había hecho un quiebro a la muerte, entrevista clarísimamente por mí en los segundos que había durado mi salto, pe ro la muerte seguía allí, acechante, dispuesta a devorarme en cuanto flaquearan mis músculos. Porque el coche seguía corriendo vertiginoso y los viajeros de la plataforma me miraban con curiosidad sin que a ninguno se le ocurriera hacer sonar el timbre que detuviera mi martirio y mi riesgo.

Vigna caracalla

Vigna caracalla

04 mayo 2021

4 de mayo

En 1878, mi padre, que era el capitán más antiguo de su regimiento, consiguió un permiso de doce meses y volvió a Inglaterra. Me puso un telegrama desde Londres, diciendo que había llegado sin contratiempos y pidiéndome que fuera a verlo cuanto antes, dando como dirección el hotel Langham. Su mensaje, tal como yo lo recuerdo, rebosaba amor y cariño. En cuanto llegué a Londres me dirigí al Langham, y allí me dijeron que el capitán Morstan se alojaba allí, pero que había salido la noche anterior y no había regresado. Esperé todo el día sin tener noticias suyas. Aquella noche, por consejo del director del hotel, me puse en contacto con la policía, y al día siguiente pusimos anuncios en todos los periódicos. Nuestras investigaciones no dieron ningún resultado. Y desde entonces hasta hoy no hemos vuelto a saber nacía de mi pobre padre. Llegó a su país con el corazón lleno de esperanza, buscando paz y reposo, y en lugar de eso… Se llevó la mano a la garganta y un sollozo ahogado interrumpió sus palabras. —¿Fecha? —preguntó Holmes, abriendo su cuaderno de notas. —Desapareció el 3 de diciembre de 1878…, hace casi diez años. —¿Y su equipaje? —Se quedó en el hotel. No encontramos nada que nos diera una pista. Algo de ropa, unos cuantos libros y gran cantidad de curiosidades de las islas Andaman. Estuvo allí como oficial de la guardia del presidio. —¿Tenía amigos en Londres? —Sólo sabemos de uno: el mayor Sholto, de su mismo regimiento, el trigésimo cuarto de Infantería de Bombay. El mayor se había retirado algún tiempo antes, y vivía en Upper Norwood. Como es natural, nos pusimos en contacto con él, pero ni siquiera sabía que su camarada hubiera regresado a Inglaterra. —Curioso caso —comentó Holmes. —Aún no le he contado la parte más extraña. Hace unos seis años…, para ser más exactos, el 4 de mayo de 1882, apareció un anuncio en el Times, interesándose por la dirección de la señorita Mary Morstan y asegurando que le convenía mucho presentarse. No se incluía ningún nombre ni dirección. Por aquel entonces, yo acababa de entrar al servicio de la señora de Cecil Forrester como institutriz. Siguiendo su consejo, publiqué mi dirección en la columna de anuncios personales. Aquel mismo día, me llegó por correo una cajita de cartón, que resultó contener una perla muy grande y brillante. Nada más, ni una palabra escrita. Y desde entonces, cada año, por la misma fecha, siempre me llega una caja similar, conteniendo una perla similar, sin el menor dato de quien las envía. Un experto ha dictaminado que son de una variedad rara y tienen un gran valor. Vean por sí mismos que son bellísimas. Diciendo esto, abrió una caja plana y me mostró seis de las perlas más hermosas que he visto en mi vida. —Su historia es la mar de interesante —dijo Sherlock Holmes—. ¿Le ha ocurrido algo más? —Pues sí, y precisamente hoy. Por eso he acudido a usted. Esta mañana he recibido esta carta; tal vez prefiera leerla usted mismo. —Gracias —dijo Holmes—. El sobre también, por favor. Matasellos de Londres, Sudoeste… Fecha, 7 de julio. ¡Hum! Huella de un pulgar de hombre en la esquina…, probablemente, del cartero. Papel de la mejor calidad. Sobre de los de seis peniques el paquete. Curiosos gustos los de este hombre en cuestión de papelería. No hay dirección. «Acuda esta noche, a las siete, a la puerta del teatro Lyceum, tercera columna de la izquierda. Si no se fía, traiga un par de amigos. Ha sido usted perjudicada y se le hará justicia. No avise a la policía. Si lo hace, todo será en vano. Su amigo desconocido.» Vaya, vaya. Pues sí que tenemos un pequeño misterio. ¿Qué se propone hacer, señorita Morstan? —Eso es precisamente lo que he venido a consultarle.

Arthur Conan Doyle
El signo de los cuatro

La segunda aparición de Sherlock Holmes en las prensas ocurrió poco después de que el doctor Watson hubiera publicado «un pequeño folleto, con el título algo fantástico de Estudio en Escarlata», que por cierto no mereció los elogios del detective. Y, aunque el contumaz narrador empleara en El signo de los cuatro la misma reprobada técnica que en la primera, gracias a «la prueba del reloj» supimos que el doctor Watson tuvo un hermano, pudimos gozar una vez más del envidiable ingenio de Holmes, y atisbamos algunas de las complejas características de su cerebro: encaminado a combatir el crimen, también en él «había material para un buen hombre y un rufián».

Vigna caracalla

Vigna caracalla

03 mayo 2021

3 de mayo

Miércoles, 3 de mayo

Mi primera visión de la ciudad fue en solitario. Carriscant dijo que no se encontraba bien y se quedó abajo mientras el SS Herzog subía lentamente por el Tajo hacia los muelles. Caía una fina llovizna y el cielo estaba lleno de pesadas nubes gris ratón. Los edificios de la ciudad se elevaban por encima del brillo mate del estuario, apilados sobre las ondulantes colinas, corcovados e indefinidos bajo la sombría luz crepuscular, las fachadas y los tejados escalonados puntuados aquí y allá por una aguja o cúpula, el barroco domo de una iglesia o los dientes cuadrados de una muralla almenada.

Atracamos frente a un edificio en el que ponía Posta do Desinfaccao y bajaron la pasarela. Vi los cobertizos de las aduanas y los almacenes, vías de ferrocarril y a lo largo de la orilla norte una gran variedad de barcos. Luego la vasta extensión de agua y las borrosas lomas verdes elevándose en el sur. Un plácido tráfico de barcos —transbordadores y remolcadores, lanchas y barcos de pesca— entrecruzaban la escena. En el aire la periódica maldición de las gaviotas y los gritos de los estibadores. Un olor a aceite, a humo, y por debajo de eso algo fresco y salobre, la presencia del gran océano que se hallaba más allá de este círculo de colinas.

Carriscant se reunió conmigo en cubierta. Estaba bastante pálido, tenía que reconocerlo, y se había afeitado mal, dejándose un puñado de cerdas grises debajo de la oreja izquierda.

—Me alegro de que esté lloviendo —dijo pensativo, después de haber mirado fijamente la vista durante un rato.

—¿Por qué? Estamos en mayo y esto es Europa.

—Le va bien a mi estado de ánimo. Sol y un cielo azul habrían sido inadecuados, me habría molestado mucho.

No protesté. Nos quedamos apoyados en la barandilla esperando a que nos llamaran para pasar la aduana, mirando los húmedos cremas y ocres, rosas y amarillos pálidos de los edificios escalonados, sus tejados de terracota malvas y marrones a causa de la lluvia.

—Pensar que ella está ahí, en alguna parte —dijo él, sin mirarme.

—Espero que tengas razón. Hemos venido desde muy lejos. —Tienes que ayudarme, Kay —dijo, petulante—. No necesito sarcasmos, necesito ayuda —me dio unas palmaditas en la mano apoyada sobre la barandilla—. Tu ayuda.

William Boyd
La tarde azul

Los Ángeles, 1936. Kay Fischer vive en una ciudad norteamericana y se dedica a la arquitectura, tras la muerte de su hijo y la ruptura de su matrimonio. Está en un momento malo de su vida cuando se presenta ante ella Salvador Carriscant, un anciano que dice ser su padre y que reclama la ayuda de la joven para desenmarañar unos hechos que llevan enterrados más de un cuarto de siglo.

Tradescantia

Tradescantia

02 mayo 2021

2 de mayo

El año de la novia
914 de la hégira
(2 de mayo de 1508-20 de abril de 1509)

Aquel año se celebró mi primera boda, querida por mi tío moribundo así como por mi madre, deseosa de separarme de Hiba que seguía siendo el objeto de mis mejores caricias aunque no me había dado ni hijo ni hija en tres años de amores. Y, siguiendo la costumbre, tuve que poner solemnemente el pie sobre el de Fátima, mi prima, mi esposa, en el momento en que entraba en la cámara nupcial, mientras que, en la puerta, una mujer del vecindario esperaba el lienzo empapado en sangre que iría a exhibir, jocosa y triunfante, en las narices de los invitados, señal de que la novia era virgen, de que el marido es potente, de que los festejos podían dar comienzo.

El ritual me pareció interminable. Desde por la mañana, vestidoras, peinadoras y depiladoras, entre las que se hallaba la insustituible Sara, se habían afanado en torno a Fátima, pintándola las mejillas de rojo, las manos y los pies de negro, entre las cejas, un bonito dibujo en forma de triángulo y otro, alargado como una hoja de olivo bajo el labio inferior. Así pintada, la habían instalado en un estrado para que todo el mundo pudiera admirarla, mientras se ofrecían alimentos a las matronas que la habían engalanado. Desde la caída de la tarde, amigos y parientes se habían reunido ante la casa de Jali. Al fin había salido la novia, más turbada que turbadora, a punto de tropezar con sus vestidos a cada paso, luego, se había subido en una especie de arcón de madera de ocho caras cubierto de seda y de brocado que cuatro jóvenes mozos de cuerda, amigos de Harún, habían levantado por encima de sus cabezas. Arrancó entonces el cortejo, precedido por flautas, trompas y panderetas, así como por gran número de antorchas que enarbolaban los empleados del maristán y mis antiguos compañeros del colegio. Éstos caminaban a mi lado delante del arcón de la novia; tras ella venían los maridos de sus cuatro hermanas.

Habíamos desfilado primero ruidosamente por los zocos —ya estaban cerrando los puestos y vaciándose las calles— antes de pararnos en la Mezquita Mayor, donde unos cuantos amigos nos rociaron con agua de rosas. Al llegar a este punto del trayecto, el mayor de mis cuñados, que sustituía a mi tío durante la ceremonia, me susurró que había llegado para mí el momento de irme. Lo abracé antes de correr a casa de mi padre donde había una habitación adornada para la noche de la entrega. Allí tenía que esperar.

El cortejo llegó una hora después. A Fátima se la entregaron a mi madre y fue ella quien la llevó de la mano hasta el umbral de la habitación donde, antes de dejarnos, Salma me recordó con un guiño lo que se suponía que tenía que hacer antes que nada si quería afirmar de entrada mi autoridad de varón. Pisé, pues, con fuerza, el pie de mi mujer, protegido, bien es verdad, por un zueco; luego, la puerta se cerró. Fuera, gritos, risas, algunos muy cerca, así como el entrechocar de los pucheros, pues el primer banquete de bodas debía prepararse mientras se consumaba el matrimonio.

Amin Maalouf
León el Africano

Durante la época de crisis en que dos grandes imperios pugnan por la supremacía en el Mediterráneo, un hombre nacido en Granada poco antes de la caída de la ciudad en manos cristianas vive una aventura extraordinaria, uniendo en su experiencia Oriente y Occidente, el mundo cristiano y el Islam. La fecunda imaginación de Amin Maalouf nos guía a través del portentoso periplo que entonces inicia quien acabará siendo conocido como LEÓN EL AFRICANO: exiliado en Fez, como tantos árabes andaluces, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, conocerá la misteriosa ciudad de Tombuctú y los quince reinos negros que separan el Níger y el Nilo, El Cairo y Constantinopla, y, finalmente, la fascinante Roma del Renacimiento, antes de encontrar sosiego, después de numerosos avatares, de regreso en su continente natal.


Zarcillo de enredadera

Zarcillo de enredadera

01 mayo 2021

1 de mayo (Primero de Mayo)

Los viernes por la tarde el taller de repente se quedaba solo, porque todos se iban de prisa a su casa. Las autoridades soviéticas por aquel entonces todavía respetaban las tradiciones locales y los sindicatos no impedían que los judíos celebráramos el sabbat como Dios manda. Mi madre y Sara cubrían con un mantel de lino blanco la mesa que nos hizo el carpintero Goldstein, mientras mi padre, aunque le era difícil dar con el pábilo, encendía las velas con mano temblorosa. Luego, como en un rápido trabalenguas, leía mecánicamente la oración. Nuestros dos flamantes militantes del Komsomol, con las manos en postura de oración, trataban de intercambiar risitas y guiños de ojo, pero la severa mirada de su madre les disuadía de sus actitudes ateas.

Puede que te parezca rara esta mezcolanza entre hasidismo y poder soviético, sin embargo, no descarto la posibilidad de que el viernes anterior el propio Karl Marx —a quien Kaplán encontró en Berdichev— hubiera encendido personalmente la menorá para la cena en compañía de Jenny. La neblina místico-religiosa en torno a la tarde sagrada del sabbat hacía tiempo que se había disipado, pero permanecía el rito popular, semejante al de los huevos pintados de Pascua en las viejas familias de comunistas, cuyos miembros seguro albergaban dudas con respecto a la Resurrección, similar también a las borracheras colectivas con motivo del Primero de Mayo —otra entrañable tradición soviética— en las que tampoco quedaba un gramo de religiosidad. Todas las tardes del sabbat nos visitaba mi querido cuñado trayendo una gran carpa que solo Dios sabía de dónde había sacado, o una bolsa de mandarinas georgianas que escaseaban por nuestras tierras. Por razones desconocidas ahora Samuel Bendavid figuraba en el censo como Samuel Davídovich Zwaßmann. Quizá se debiera a la patética aspiración de los antiguos desterrados en Siberia a que sus nombres dejaran de sonar tan judíos y aparentaran ser algo más rusos y revolucionarios. Razón por la que Leib Bronstein llegó a llamarse León Trotski. O tal vez fuera una estrategia propia de la clandestinidad, cosa que difícilmente explicaría la transformación de mi cuñado Bendavid en Davídovich, ni la de Weiß en Belov, de Silberstein en Serebrov, ni mucho menos la de Moisés Perlmann en Iván Ivánich. Por lo visto debe de haber otra explicación, pero no me concierne a mí buscarla. Y si me dejas continuar con mi relato, te diré que el exrabino venía muy a menudo acompañado por la camarada Ester Katz, que tímidamente pedía disculpas por no haber anunciado su visita. Yo veía con gran cariño a estas dos personas ya maduras, que habían dedicado sus mejores años y lo mejor de sí mismos a los demás, que desperdiciaron su juventud buscando con abnegación mesiánica las grandes verdades por los caminos laberínticos de los cielos y de la tierra, cuando estas verdades eran, en la mayoría de los casos, espejismos efímeros en el desierto o falsas monedas de oro que precisaban un solo invierno húmedo para oxidarse.

Angel Wagenstein
El Pentateuco de Isaac
Sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerras, en tres campos de concentración y en cinco patrias

Sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerras, en tres campos de concentración y en cinco patrias, así reza el subtítulo de esta novela en la que Wagenstein relata el periplo de un sastre judío de Galitzia (antiguo territorio del Imperio Austrohúngaro, actualmente dividido entre Polonia y Ucrania) durante la primera mitad del siglo XX.

Debido a los avatares políticos acaecidos en la Europa de la época, Blumenfeld, que nace siendo súbdito del Imperio Austrohúngaro, termina siendo austriaco no sin antes haber sido ciudadano de Polonia, la URSS y el Tercer Reich. Protegido de los caprichos de la historia por su humor, Isaac cuenta su paso por el ejército imperial y distintos campos de concentración con humor e ironía, diluyendo el evidente fondo trágico de su historia y convirtiéndola en un relato divertido y lúcido de las convulsiones que sacudieron Europa durante el siglo XX.

Tras una prestigiosa trayectoria como cineasta, Angel Wagenstein inició su carrera literaria a los setenta años con esta novela; desde entonces ha afianzado su prestigio en buena parte de Europa con numerosos galardones.

Plantas y flores

flores

EN ESTE OTOÑO

 EN ESTE OTOÑO ¡Oh, Dios, somos tan frágiles! Una sombra de pájaro volando es más tiempo que los días que vivimos; una candela en medio del ...