30 mayo 2021

30 de mayo

Y los bergantines entraron de golpe por aquel lago y rompieron por medio de la flota de canoas, y la gente de guerra que en ellas estaba ya no osaban pelear. Y plugo a Dios que un capitán de un bergantín, que se dice Garci Holguín, llegó en pos de una canoa en la cual le pareció que iba gente de manera; y como llevaba dos o tres ballesteros en la proa del bergantín e iban encarando en los de la canoa, hiciéronle señal que estaba allí el señor, que no tirasen, y saltaron de presto, y prendiéronle a él y a aquel Guatimucín y a aquel señor de Tacuba, y a otros principales que con él estaban; y luego, el dicho capitán Garci Holguín me trajo allí a la azotea donde estaba, que era junto al lago, al señor de la ciudad y a los otros principales presos, el cual, como le hice sentar no mostrándole riguridad ninguna, llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase. Y yo le animé y le dije que no tuviese temor alguno; y así, preso este señor, luego en este punto cesó la guerra, a la cual plugo a Dios Nuestro Señor dar conclusión en martes, día de San Hipólito, que fue 13 de agosto de 1521.


De manera que desde el día que se puso cerco a la ciudad, que fue a 30 de mayo del dicho año, hasta que se ganó, pasaron setenta y cinco días, en los cuales vuestra majestad verá los trabajos, peligros y desventuras que éstos sus vasallos padecieron, en los cuales mostraron tanto sus personas, que las obras dan buen testimonio de ello.

Y en todos aquellos setenta y cinco días del cerco, ninguno se pasó que no se tuviese combate con los de la ciudad, poco o mucho. Aquel día de la prisión de Guatimucín y toma de la ciudad, después de haber recogido el despojo que se pudo haber, nos fuimos al real dando gracias a nuestro Señor por tan señalada merced y tan deseada victoria como nos había dado.

Allí en el real estuve tres o cuatro días, dando orden en muchas cosas que convenían, y después nos vinimos a la ciudad de Cuyoacán, donde hasta ahora he estado entendiendo en el buen orden, gobernación y pacificación de estas partes.

Recogido el oro y otras cosas, con parecer de los oficiales de vuestra majestad se hizo fundición de ello, y montó lo que se fundió más de ciento treinta mil castellanos, de que se dio el quinto al tesoro de vuestra majestad, sin el quinto de otros derechos que a vuestra majestad pertenecieron de esclavos y otras cosas, según más largo se verá por la relación de todo lo que a vuestra majestad perteneció, que irá firmado de nuestros nombres. Y el oro que restó se repartió en mí y en los españoles, según la manera, servicio y calidad de cada uno; además del dicho oro se hubieron ciertas piezas y joyas de oro, y de las mejores de ellas se dio el quinto al dicho tesorero de vuestra majestad.

Hernán Cortés
Cartas de relación

La figura de Hernán Cortés y su gran empresa, la conquista de México, son acciones históricas envueltas, de raíz, en la polémica de su propia realidad. Esa polémica tiene tres puntos destacados: el de su contenido, que se refleja en la realidad de la época; el de su contraste con el mundo indígena mexicano y, sobre todo, en la diferencia de la respectiva identidad cultural; finalmente, la discusión historiográfica iniciada desde que Bernal Díaz del Castillo consideró oportuno y necesario escribir su Verdadera Historia —cuyo título ya suponía un considerable desafío respecto a la idea de la fama cortesiana— ante las opiniones expuestas en su obra por el historiador, y capellán de Cortés, López de Gomara.

Resultado de todo ello ha sido que, en la personalidad y la actuación histórica de Cortés, se ha destacado más lo accesorio que lo fundamental; en muchas ocasiones, se ha dado mayor realce a lo trivial que a lo verdaderamente decisivo.

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