PROCLAMA
El General de la Division de los Andes a todos los habitantes de las Provincias de Cuyo
Ministros del santuario: Elevad al Ser Supremo fervorosos sacrificios, y pedidle con la efusión de vuestros piadosos corazones que suspenda el azote de la guerra fratricida en que yace la República Argentina.
Honorables RR. de las legislaturas provinciales: A vosotros toca el deber sagrado de dictar leyes análogas y benéficas al pueblo que os honró con tan alto cargo. La generosidad de los Gobiernos litorales, de esos padres de la República, que sin reparar en sacrificios os han puesto en plena libertad para ejercer vuestras funciones, no entre el estruendo de las armas, sino en el silencio y reposo de la más perfecta tranquilidad.
Jefes Militares: Respetad y obedeced la autoridad civil; estad siempre en vigilia para sostenerla contra todo aquél que intente derrocarla; éste es vuestro deber.
Ciudadanos Todos: Respetad la religión de nuestros padres y sus ministros, las leyes que nos rigen y las autoridades constituídas. Si así lo hiciereis, seréis felices y no tendréis motivo de arrepentimiento.