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12 marzo 2022

Sobre el cuco - en la misma dirección resonaron las notas del canto de un cuco, especial de aquellas islas.

 En una de aquellas requisas notó una cosa que le preocupó. Iba a volverse al campamento, cuando oyó volar y chillar entre la espesura a varios pájaros, entre ellos algunos de los llamados tamo, que remontaron el vuelo.
Otro cualquiera no hubiese hecho caso de ello; pero el malabar se alarmó. Aquellos volátiles, que no son de la familia de los nocturnos, debían de haberse asustado de algo cuando en la mitad de la noche abandonaron sus nidos.
—Puede haber sido algún animal el que los ha obligado a huir, o quizás una serpiente-murmuró; —pero también puede serla presencia de un hombre.
Se replegó prudentemente hacia el campamento, que, como hemos dicho, estaba en una gran espesura de plátanos silvestres, y se puso a escuchar.
Trascurrieron algunos minutos, y en la misma dirección resonaron las notas del canto de un cuco, especial de aquellas islas.
—¡Cantar de noche! —murmuró el malabar—. Esto no es natural. ¡También ése se ha asustado!
Se inclinó sobre Will, y le despertó sacudiéndole con fuerza.
—¡Preparémonos para irnos, señor! —le dijo—. ¡Ya volveremos después para completar nuestras provisiones!
—¿Qué, nos amenaza algo? —preguntó el contramaestre.
—Tengo la seguridad de que los isleños han descubierto nuestro campamento, y la prudencia aconseja que nos embarquemos. El Nizam puede aparecer de un momento a otro, y los isleños comunicarían a su comandante la presencia de un hombre blanco en estas costas.
—¡Despierta a todos!
 
Emilio Salgari
La Perla Roja

24 mayo 2021

24 de mayo

Sandokán reclamó silencio con un gesto, hizo subir a bordo a los que mandaban los praos y a la mayor parte de sus tigres, y leyó en voz alta:

Nosotros, Sandokán, llamado el Tigre de Malasia, expríncipe de Kini-Ballou, y Yáñez de Gomara, legítimos propietarios de la isla de Mompracem notificamos al señor gobernador de Labuán que desde hoy declaramos la guerra a Inglaterra, al raja de Sarawak y al hombre que se hace llamar el Rey del Mar, protegido de ellos.

Sandokán y Yáñez de Gomara.

A bordo del Rey del Mar, 24 de mayo de 1868.

05 abril 2021

5 de abril

»El inglés Balleny zarpó para las regiones australes en 1839; descubrió las cinco islas que llevan su nombre, siguió la tierra Sabrina y, avanzando más aún, se encontró cerrado el camino por unos montes que él creyó de hielo y que más tarde Dumont d’Urville reconoció que eran montañas del continente polar, situadas en la costa Ciarle.

»En época más reciente, el inglés Wilkes y el francés Dumont d’Urville intentaron llegar al continente austral.

»Este último, que partió en 1838 con las corbetas Zeleé y Astrolabe para buscar el mar libre descubierto por Weddell, se halló detenido ante un enorme bastión de hielo; costeándolo, llegó a las Orcadas, rodeadas entonces de inmensas montañas de hielo, y luego se dirigió al Sur, corriendo el peligro, durante tres largos días, de estrellar sus buques contra los icebergs, hasta que al fin descubrió una costa, a la cual llamó Tierra de Luis Felipe y Joinville y muchas islas.

»Por haber enfermado gran parte de su tripulación retrocedió al Norte; pero al año siguiente renovó su tentativa en un punto diametralmente opuesto; descubrió una costa, y sus oficiales, en una chalupa, traspasaron la barrera de hielo que la rodeaba y desembarcados, desplegaron en aquella tierra su bandera nacional. A la región descubierta le dieron el nombre de Tierra Adelia.

»Obligado a navegar hacia el Norte en el 130° meridiano vio otra costa, a la cual llamó Tierra Clara; pero no pudo llegar a ella, y los oficiales que lo intentaron en una chalupa retrocedieron, suponiéndola un banco de hielo.

»Entretanto Wilkes, que partió de Australia, llegó al 68° de latitud después de un rápido viaje, luego al 64°, y desembarcó en la Tierra Clara, cuya existencia confirmó entonces.

»Habiendo sufrido averías uno de sus buques, lo mandó a Australia, y con el Porpoise y el Vincennes continuó las exploraciones. Al 147° de longitud encontró un mar libre de hielos; avanzó hasta el 67°, entre dos tierras que parecían formar un profundo golfo, y llegó a la Tierra Adelia.

»Asaltado por tremendas borrascas de nieve, se refugió en un canal, después descubrió el cabo Caer de la Tierra Clara y marchó luego en busca de la Tierra d’Enderley; pero la estación estaba muy avanzada y se vio obligado a retroceder.

»Llegamos a Clarke Ross, que fue el último de los exploradores del Polo Austral y el más afortunado de todos, pues se acercó al Polo más que ninguno de ellos.

—Sin descubrirlo, por supuesto —objetó Peruschi, que le escuchaba atentamente.

—Sin descubrirlo —repuso Wilkye—. Sólo llegó a seiscientas millas de él, lo cual, como veis, es muy corta distancia.

»Este audaz navegante, que después había de distinguirse en el Polo Norte, partió de la tierra de Wan Diemen con los buques Erebus y Terror, después de haber obtenido una carta geográfica de la región austral, hecha por Wilkes. El 11 de febrero de 1841 descubría una costa montuosa que llamó Tierra Victoria, desembarcando en un islote, al cual puso el nombre de Posesión.

»No hallando vestigios de vegetación bajó al Sur, y a 78° 7’ de latitud y 168° 12’ de longitud descubría la isla Franklin, y luego el volcán Erebo, de 4000 metros de altitud y en plena actividad. Después vio el volcán Terror, ya extinguido, y, por último, se vio detenido ante una inmensa barrera de hielo, cuando esperaba llegar al 80° de latitud.

»Buscó un lugar adecuado para invernar, a 78° 4’ de latitud, a fin de poder llegar al Polo magnético, del que sólo le separaban 90 kilómetros; pero se vio obligado a retroceder al Norte. Buscó entonces una tierra que Wilkes decía haber visto, pero no la encontró, y después de cinco meses de ausencia volvió a Wan Diemen.

»Vuelto a partir en enero de 1842, estuvo bloqueado durante tres semanas por los hielos errantes, y luego, libertado por una terrible tempestad, pudo llegar al 78° 9’ 30” de latitud, o sea al punto más cercano al Polo tocado hasta entonces. El 5 de abril regresaba al Norte e invernaba en Falkland. Más tarde, siguiendo el 55° de longitud, descubría la Tierra de Joinville por el lado Norte, y luego una montaña, a la cual llamó Etna por su parecido con el volcán siciliano, y comprobó que la pretendida Tierra de Joinville no era más que una isla.

»Luego descubrió la isla del Peligro y la de Cookburn, hasta que, en el 71° 30’ de latitud, asaltado por los hielos, se vio obligado a huir, y el 4 de septiembre anclaba en la bahía de Folkestone. Ahora, amigos míos, bebed el último vaso y procuremos descansar, pues mañana partiremos para la costa.

Emilio Salgari
Al polo austral

Aun en los actuales días, en que los casquetes polares son sobrevolados con absoluta seguridad, el hombre sigue sometido a la sugestión que en él ejercen dichas regiones extremas del planeta, sobrecogedores escenarios de heroísmos y tragedias que están en la memoria de todos.

Quedó ya atrás la época gloriosa de las esforzadas y románticas gestas de los exploradores de los polos terrestres. El misterio que los envolvía fue desvelado. Pero siempre se leerán con delectación los relatos verídicos o novelescos protagonizados por el Polo.

Salgari desarrolla en este libro el tema polar con mano maestra. Nada falta en estas páginas: ni el rigor científico ni el amplio vuelo de la fantasía.

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...