17 de mayo. — ¿Qué me importan ahora los ruidos del mundo y los ruidos del estudio? ¿Qué me importan ésos a los que la pereza y la languidez encorvan a mi lado? Esta mañana, todas las frentes, abotargadas por el sueño, estaban pegadas a las mesas; un ronquido, semejante al toque de clarín del juicio final, un ronquido sordo y lento se elevaba de este vasto Getsemaní. Yo, estoico, sereno, erguido, y alzándome por encima de todos aquellos muertos como una palmera por encima de las ruinas, despreciando los olores y los ruidos incongruos, apoyaba la cabeza en mi mano, escuchaba palpitar mi corazón lleno de Thimothina, ¡y mis ojos se hundían en el azul del cielo, entrevisto por el cristal superior de la ventana!…
Arthur Rimbaud
Un corazón bajo una sotana
Considerado en un principio como la «travesura» de un muchacho, Un corazón bajo una sotana es más bien un texto clave y de claves, cuyas sombras ayudan a la comprensión de buena parte de la obra más agresiva de Arthur Rimbaud, e incluso de su postura vital frente a la poesía y quizá de su abandono definitivo. Bajo la aparente chiquillada de alguien que se entretiene en los bancos del colegio garrapateando un relato sin mucho sentido, un análisis minucioso ha descubierto, más allá de su tufo anticlerical y obsceno, distintas capas de lectura que habían pasado desapercibidas en su momento y que lo convierten en el texto más complejo de Rimbaud.
El primer plano, con su tufo de anticlericalismo y obscenidad, describe una realidad cotidiana: un ambiente estudiantil con falta de higiene, lleno de jerga sexual. En un segundo plano, el joven Rimbaud somete los clichés del movimiento romántico a una lectura erótica que los mancilla con significaciones escatológicas y obscenas. Una tercera lectura tendría una clave histórica, en función de ciertas alusiones a miembros de la familia imperial.
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