Domingo, 18 de mayo de 2008; 1:25 p. m.
Entiendo lo que me dice del cuento de Atlantic Monthly, Néstor, ¿cómo no le voy a entender? Pero haga un esfuerzo usted también, y póngase en mi lugar. Me temo que nos encontramos en longitudes de onda completamente diferentes, no me refiero a nuestras personalidades. Me refiero a la circunstancia de los exámenes finales. En estos momentos, si le digo la verdad, sólo puedo pensar en los trabajos que tengo que escribir. Me encuentro en un punto muerto con uno de los proyectos que tengo que presentar. Nada más lejos de mí que ponerme a pensar en asuntos literarios, de los que por otra parte sé muy poco. No se lo tome a mal. No es egoísmo, es que no tengo elección. De lo que me alegro sinceramente es de saber que Frank se ha recuperado y pronto podrá volver a casa. En fin, espero poder hacerle caso debidamente muy pronto. ¡Deséeme suerte, Néstor!
P. S.: Casi se me olvida. No. No tengo la menor idea de lo que pueda ser ζЛ. Sé lo mismo que usted. Que Ackerman pensó en ponerlos juntos de algún modo, o eso se desprende de lo que él mismo dice en la novela. Pero como ya le voy conociendo, por mi propio bien, me voy a adelantar a los acontecimientos y se lo voy a mandar sin esperar a que me lo pida. Le veo venir. Es usted transparente. La verdad es que preferiría dejarlo todo para cuando por fin nos veamos. Pero eso sí, me tiene que prometer que no insistirá más. Haré como con Kaddish, le pediré a Samantha que lo escanee. Después de eso, ya puede usted inventarse lo que quiera. No habrá más.
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