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16 octubre 2024

16 de octubre

 Berkeley, 16 de octubre de 1991

Mi queridísimo Juan Manuel Carpio,
Incluso tu carta tristona me ha traído alegría. Gracias por calcular el tiempo para recibirme con tu presencia a mi regreso. La vida desde luego no es chiche, y uno no es ninguna pascua tampoco, y por dicha. Qué aburridas nos daríamos si fuéramos pascuas.
Mi viaje a San Salvador fue lindo, pues coincidí allá con tres de mis hermanas que también andaban de visita, y además recuperé el espíritu al sentir el verdadero cariño de los amigos. Mi mamá estaba muy bien de salud, aunque bastante distraída. La Ana Dolores y la Andrea cada día más jóvenes. Ahora parecen adolescentes. Disfrutamos el tiempo juntas. La Susy también estuvo, por supuesto, pero ahora anda con un nuevo novio pintor que no hace más que pintarla todo el día. Ya llevaba como siete retratos cuando me vine. Cuando pienso que a Enrique no le pude inspirar ni siquiera una foto para pasaporte. ¿Será que no tengo vocación de musa? Musaraña, tal vez.
Qué ganas de verte. Pero parece que va a tardar un tiempo. Por lo menos escribámonos mucho.
Bob y yo siempre estamos bien, y sepa usted, caballero, que esto no es ninguna broma.
Te quiero cantidades enormes. Tuya,
Fernanda

Alfredo Bryce Echenique
La amigdalitis de Tarzán

Una historia de amor en la que los dos protagonistas recorren no sólo el mundo de los sentimientos, sino el propio mundo iberoamericano. Juan Manuel Carpio, cantautor peruano probando suerte en París y María de la Trinidad del Monte Montes, joven aristócrata salvadoreña, narran la historia de su relación a través de cartas en La amigdalitis de Tarzán. Ella fracasará en su intento de llevar una vida plena en el matrimonio con un fotógrafo chileno. Él tendrá aspavientos internacionales a través de sus canciones. Pero ninguno imaginará lo indispensable que se tornará para cada cual la lectura del cariño del otro en las misivas, las cartas, que protagonizan La amigdalitis de Tarzán.
Asistimos así al desarrollo de una narración suelta y contada con un ritmo acelerado —pues las cartas se insertan dentro de la narración, no la detienen— y que desemboca en las conclusiones que enunciaban sus propias premisas. Conclusiones sin conclusión: el disparate existencial va a continuar.

16 octubre 2021

16 de octubre,

 Berkeley, 16 de octubre de 1991

Mi queridísimo Juan Manuel Carpio,
Incluso tu carta tristona me ha traído alegría. Gracias por calcular el tiempo para recibirme con tu presencia a mi regreso. La vida desde luego no es chiche, y uno no es ninguna pascua tampoco, y por dicha. Qué aburridas nos daríamos si fuéramos pascuas.
Mi viaje a San Salvador fue lindo, pues coincidí allá con tres de mis hermanas que también andaban de visita, y además recuperé el espíritu al sentir el verdadero cariño de los amigos. Mi mamá estaba muy bien de salud, aunque bastante distraída. La Ana Dolores y la Andrea cada día más jóvenes. Ahora parecen adolescentes. Disfrutamos el tiempo juntas. La Susy también estuvo, por supuesto, pero ahora anda con un nuevo novio pintor que no hace más que pintarla todo el día. Ya llevaba como siete retratos cuando me vine. Cuando pienso que a Enrique no le pude inspirar ni siquiera una foto para pasaporte. ¿Será que no tengo vocación de musa? Musaraña, tal vez.
Qué ganas de verte. Pero parece que va a tardar un tiempo. Por lo menos escribámonos mucho.
Bob y yo siempre estamos bien, y sepa usted, caballero, que esto no es ninguna broma.
Te quiero cantidades enormes. Tuya,
Fernanda

Alfredo Bryce Echenique
La amigdalitis de Tarzán

Una historia de amor en la que los dos protagonistas recorren no sólo el mundo de los sentimientos, sino el propio mundo iberoamericano. Juan Manuel Carpio, cantautor peruano probando suerte en París y María de la Trinidad del Monte Montes, joven aristócrata salvadoreña, narran la historia de su relación a través de cartas en La amigdalitis de Tarzán. Ella fracasará en su intento de llevar una vida plena en el matrimonio con un fotógrafo chileno. Él tendrá aspavientos internacionales a través de sus canciones. Pero ninguno imaginará lo indispensable que se tornará para cada cual la lectura del cariño del otro en las misivas, las cartas, que protagonizan La amigdalitis de Tarzán.
Asistimos así al desarrollo de una narración suelta y contada con un ritmo acelerado —pues las cartas se insertan dentro de la narración, no la detienen— y que desemboca en las conclusiones que enunciaban sus propias premisas. Conclusiones sin conclusión: el disparate existencial va a continuar.

11 julio 2021

11 de julio

Berkeley, 11 de julio de 1994

Juan Manuel Carpio, mi querido hermano,
Con lo ciegos que somos, parece que nos cuesta aun más ser vistos que ver. A veces pensamos que alguien nos vio y nos quiso como somos —lindos y queriéndonos en la más estricta realidad—. Pero de pronto resulta que no. Para peor, la presencia de uno como que no ayuda. Por lo menos a mí siempre me han querido más a distancia. ¿Será que somos torpes de solemnidad?
Porque fíjate tú. Tú siempre me has escrito bellas cartas de amor y alegría, pero después nuestro impuntualísimo Estimated time of arrival ha hecho el resto. Bob Bien no cesa de enviarme faxes llenos del más puro y sincero cariño. Y no te rías, por favor. Él es lacónico y su estilo es el fax. Aun cuando nos alumbra la misma velita de amor casero y bajo el mismo techo, o sea muy de vez en cuando, porque su empresa siempre lo manda a quererme desde la Patagonia o Australia.
Tendré que viajar a San Salvador de nuevo a fin de mes, y me quedaré varias semanas. Con la muerte de mi mamá, ya no tiene mucho sentido mantener mi casita de allá y voy a tratar de venderla. Con esta casa como nueva, la de San Salvador, y los «fuertes ingresos» de que habla nuestro agente, ¿por qué no soñar con una mudanza más y un lugar al que la Mariana y Rodrigo vuelvan felices cada vez que tienen un buen asueto en la universidad?

27 mayo 2021

27 de mayo

27 de mayo

Creo que podría ser muy feliz con Martín si él lograra otorgarme, en el fondo de su corazón, la libertad que necesito, a causa de esta estúpida deformación de mi actitud ante los males de mi país y ante cierto tipo de hombres. Creo que es pedirle demasiado. Creo que sería pedirle demasiado a cualquiera. Pero, confío en su honestidad para decírmelo, para decirme y mostrarme qué podemos hacer juntos y cómo.

A veces me parece que soy yo la que habla siempre de sus problemas. Escribiendo estas líneas acabo de darme cuenta de que ni siquiera le pregunto por su esposa, por sus amigos, y por la vida de ese Carlos al que quiere tanto y que me resulta también tan divertido. Carlos me ha tratado como en un sueño. Mejor todavía.

14 mayo 2021

14 de mayo

14 de mayo

Lo he conocido. Me ha dado miedo conocerlo, a pesar de que es en efecto un tipo divertido. Estoy contenta de saber su nombre. Me gusta que se llame Martín Romaña y poder escribir desde ahora Martín en vez de «él». Le dije que no me gustaban las parejas que tienen problemas conyugales, pero ahora que lo pienso bien, recuerdo que me produjo cierta alegría saber que él y su esposa tenían «todos» los problemas de este tipo que existen. Así dijo Martín al despedirse, y yo lo encontré muy divertido y me dio cierta alegría saberlo.

Alfredo Bryce Echenique
La vida exagerada de Martín Romaña
Cuaderno de navegación en un sillón Voltaire

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...