19 marzo 2022

Sobre el cuco - Los cucos son seres notables y muy instructivos

Pero otra vez volvemos a mirar la vida desde el punto de vista del organismo individual más que desde el de sus genes. Cuando hablábamos de tremátodos y caracoles, nos acostumbramos a la idea de que los genes de un parásito podrían tener efectos fenotípicos sobre el cuerpo del huésped, exactamente de la misma manera que los genes de cualquier animal ejercen efectos fenotípicos sobre su «propio» cuerpo. Demostramos que la mera idea de un cuerpo «propio» era un supuesto intencionado. En un sentido, todos los genes de un cuerpo son genes «parásitos», los llamemos o no a todos ellos genes «propios» del cuerpo. Los cucos salieron a colación como ejemplo de parásitos que no viven en el interior del cuerpo de sus huéspedes. Manipulan a éstos en gran medida del mismo modo que los parásitos internos y, como hemos visto, dichas manipulaciones pueden ser tan poderosas e irresistibles como cualquier hormona o droga interna. Como en el caso de los endoparásitos, deberíamos repetir todo el tema en términos de genes y fenotipos extendidos.

En la carrera armamentista evolutiva entre cucos y huéspedes, los avances en cada uno de los bandos adoptaron la forma de mutaciones genéticas surgidas y favorecidas por la selección natural. Aunque se trate del pico abierto del cuco actuando como una droga sobre el sistema nervioso del huésped, debió originarse como una mutación genética. Ésta actuó a través de su efecto; por ejemplo, sobre el color y la forma del interior de la garganta del joven cuco. Pero éste no fue ni siquiera su efecto más inmediato. Su efecto más inmediato tuvo lugar sobre sucesos químicos invisibles dentro de las células. El propio efecto de los genes sobre el color y la forma del interior de la garganta es indirecto. Y esto es lo importante. El efecto de los genes del cuco sobre el comportamiento de los padres adoptivos es sólo un poco más indirecto. Exactamente en el mismo sentido en que podemos hablar de que los genes del cuco tienen efectos (fenotípicos) sobre el color y la forma de la garganta, podemos decir que tienen también efectos (fenotípicos extendidos) sobre el comportamiento del huésped. Los genes parásitos pueden tener efectos sobre los cuerpos huéspedes no sólo cuando el parásito vive dentro del huésped, donde puede manipular con medios químicos directos, sino cuando está lejos de él manipulándole a distancia. Efectivamente, como vamos a ver, incluso las influencias químicas pueden actuar fuera del cuerpo.

Los cucos son seres notables y muy instructivos. Pero los insectos pueden superar casi cualquiera de los milagros que se producen entre los vertebrados. Tienen la ventaja de ser muchos más; mi colega Robert May ha observado acertadamente que «con una buena aproximación, todas las especies son insectos». Los insectos «cucos» no pueden ni contarse, ya que son muy numerosos y su hábito se ha reinventado con mucha frecuencia. Algunos de los ejemplos que vamos a ver van más allá del familiar parasitismo de los cucos y satisfacen las mayores fantasías que puedan haberse imaginado en The Extended Phenotype.

Un cuco deposita su huevo y desaparece. Algunas hormigas cuco hembras hacen sentir su presencia de un modo mucho más notable. No suelo emplear muy a menudo los nombres latinos, pero Buthriomyrmex regicidus y B. decapitans hacen historia. Ambas especies son parásitas de otras hormigas. En todas las hormigas, por supuesto, las crías no son alimentadas normalmente por los padres, sino por las obreras; así pues, son éstas a las que el «cuco» debe manipular. Un primer paso de gran utilidad es disponer de la propia madre de las obreras, con su tendencia a producir una progenie competidora. En estas dos especies, sólo la reina parásita se introduce en el nido de otra especie. Busca allí la reina huésped y se monta sobre su dorso mientras lleva a cabo tranquilamente, citando la macabra descripción de Edward Wilson, «el único acto para el que está notablemente especializada: cortar lentamente la cabeza de su víctima». La asesina es entonces adoptada por las obreras huérfanas, que atienden sus huevos y larvas. Algunas de ellas se transforman a su vez en obreras, que poco a poco sustituyen a las de la especie original en el nido. Otras se transforman en reinas y escapan para buscar nuevos pastos y reales cabezas aún sin cortar.

Richard Dawkins
El gen egoísta
Las bases biológicas de nuestra conducta

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