13 marzo 2022

Sobre el cuco - Cuando caminas por la noche y aspiras el olor del heno cortado, mientras escuchas al cuco en el bosque y observas el movimiento de las estrellas, tu corazón

 Hay una edad, recuérdalo, lector, en la que sonríes vagamente, como si en el aire flotaran besos; tienes el corazón henchido de una brisa perfumada, la sangre late acalorada en tus venas, burbujea dentro de ellas como el vino en una copa de cristal; te despiertas más feliz y más rico que la víspera, más palpitante, más emocionado; dulces fluidos ascienden y descienden en tu interior y te recorren deliciosamente con un calor embriagador. Los árboles flexionan sus copas en el viento con suaves torsiones, las hojas se agitan las unas contra las otras como si hablasen entre ellas, las nubes se deslizan y despejan el cielo, en el que brilla la luna y, desde las alturas, se contempla a sí misma en el río. Cuando caminas por la noche y aspiras el olor del heno cortado, mientras escuchas al cuco en el bosque y observas el movimiento de las estrellas, tu corazón —¿no es cierto? —, tu corazón es más puro, está más empapado de aire, de luz y de azul que el horizonte apacible, donde la tierra acaricia al cielo con un beso tranquilo. ¡Oh! ¡Qué perfumados son los cabellos de las mujeres! ¡Qué dulce es la piel de sus manos, qué penetrante su mirada! Pero aquellos ya no eran los primeros deslumbramientos de la infancia, recuerdos perturbadores de los sueños de la noche anterior. Por el contrario, estaba entrando en una vida real, en la que tenía mi lugar, en una armonía inmensa en la que mi corazón cantaba un himno y vibraba grandiosamente. Degustaba con fruición este fascinante crecimiento, y el despertar de mis sentidos incrementaba aún más mi satisfacción. Por fin despertaba de un largo sueño, como el primer hombre de la Creación, y veía frente a mí a un ser semejante a mí mismo, pero dotado de diferencias que establecían entre nosotros una vertiginosa atracción. Y al mismo tiempo sentía por esta nueva forma una emoción desconocida, que llenaba de orgullo mi pensamiento, mientras el sol brillaba más puro, las flores despedían un perfume más embriagador que nunca y la sombra era más dulce y más amable.
 
Gustave Flaubert
Noviembre

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