20 junio 2021

20 de junio

EN MEMORIA DE JOSE BREUER 1925

El 20 de junio de 1925 falleció en Viena, a los ochenta y cuatro años, el doctor José Breuer, creador del método catártico, cuyo nombre está por ello inseparablemente ligado a los orígenes del psicoanálisis.

Breuer era un clínico general, discípulo de Oppolzer; en años anteriores había trabajado junto a Ewald Hering en la fisiología de la respiración, y aún más tarde, durante las escasas horas de solaz que le dejaba su extensa práctica de consultorio, se dedicó con éxito a experiencias sobre la función del aparato vestibular en los animales. Nada permitía sospechar en su formación intelectual que sería el primero en intuir decisivamente el antiquísimo enigma de la neurosis histérica, aportando al conocimiento de la vida psíquica humana una contribución de valor imperecedero. Mas era un hombre de grande y universal talento, cuyos intereses trascendían en vastos y múltiples sentidos el ámbito de su actividad profesional.

Fue en 1880 cuando el azar le trajo una enferma de singulares cualidades, una joven extraordinariamente inteligente que había caído en grave histeria durante la atención de su padre enfermo. El resultado que alcanzó con este «primer caso», el inagotable tesón y la paciencia con que desarrolló la técnica, una vez hallada, hasta librar a la enferma de todos sus incomprensibles síntomas; el entendimiento de los mecanismos psíquicos de la neurosis que adquirió en el curso de esa tarea, de todo esto el mundo sólo se enteró unos catorce años más tarde, a través de nuestro trabajo en colaboración Estudios sobre la histeria (1895), aunque la información ofrecida entonces no fue, por desgracia, sino muy incompleta y censurada por consideraciones de discreción profesional.

Nosotros, los psicoanalistas, que hace tiempo estamos acostumbrados a dedicar centenares de horas a un solo enfermo, ya no podemos imaginarnos cuán revolucionario debió parecer semejante esfuerzo hace cuarenta y cinco años. Puede ser que requiera una buena porción de interés personal —si es lícita la expresión— de libido médica, pero también fue necesaria una dosis considerable de libre pensar y de juicio impertérrito. Cuando publicamos nuestros Estudios ya podíamos remitirnos a los trabajos de Charcot y a las investigaciones de Pierre Janet, que por entonces habían restado prioridad a parte de los descubrimientos de Breuer, aunque cuando éste trató a su primer caso (1881-82) nada se sabía de tales cuestiones. Automatisme Psychologique, de Janet, apareció en 1889; su otra obra, U état mental des Hystériques, tan sólo en 1892. Parece, pues, que la investigación de Breuer fue completamente original y sólo orientada por las sugestiones que le ofrecía el propio caso.

En repetidas ocasiones —por última vez en mi Autobiografía (1925), incluida en la compilación de Grote, Die Medizin der Gegenwart («La Medicina de hoy»)— traté de fijar la parte que me cupo en los estudios publicados en común. Mi mérito consistió esencialmente en haber vuelto a despertar en Breuer un interés que parecía agotado y en haberlo impulsado a la publicación. Cierta reticencia que le era propia, una íntima modestia que debía resultar sorprendente en la brillante personalidad de este hombre, le había impelido a mantener secreto durante largo tiempo su asombroso descubrimiento, hasta que por fin dejó de ser nuevo en su totalidad. Más tarde tuvo motivos para aceptar que también un factor puramente afectivo le había restado entusiasmo para proseguir su labor con esta neurosis, pues llegó a toparse con la inevitable transferencia de la enferma hacia el médico y no logró comprender la índole impersonal de ese proceso. Sin embargo, en la época en que cedió a mi influencia y se dispuso a publicar los Estudios, parecía afianzado su juicio sobre la importancia de los mismos, pues decía: «Creo que esto es lo más importante que ambos podremos comunicar al mundo».

Además de la historia clínica de su primer caso, Breuer aportó a los Estudios un trabajo teórico que, lejos de haber perdido actualidad, contiene ideas y sugestiones aún insuficientemente explotadas. Quien se embarque en tal trabajo especulativo estimará en su justa medida la categoría intelectual de ese hombre, cuyo interés científico sólo se dedicó, desgraciadamente, durante un breve espacio de su larga vida a nuestra psicopatología.

Sigmund Freud
Obras completas

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