17 octubre 2022

y no haciendo más ruido su muerte que la de la nieve cayendo sobre la nieve

Hoy -dice Christian Bobin, en su libro, La lumière du monde- numerosos escritores pretenden amar el infierno, lo que muestra únicamente que no lo conocen. El odio de Proust por el sol, o el de Sartre por los árboles parece muy revelador de esta sociedad enferma. Se hace de la desgracia una cosa literaria que funciona muy bien."
Desde que André Gide dijo aquello de que la buena literatura no se hace con buenos sentimientos, que es una verdad muy obvia, es una inmensa cantidad de basura y horror la que se ha producido; pero se quiere ir más allá por ese camino en pos de "la Gran Literatura".
Lo inadmisible, en cualquier caso, es encontrarse con la bondad humana, y el propio Bobin, en Ressusciter nos hace un soberbio retrato de ella, cuando habla de "Mademoiselle J. Esta mujer, "a quien muchos llamaban 'Mademoiselle, aunque tenía ya setenta años, trabajaba como bibliotecaria en un centro cultural, forrando con plástico pesados libros de arte que ningún lector venía a pedir en préstamo. Sus gustos, su humor y los tonos de sus vestidos: todo en ella parecía frágil y un poco desusado, como una acuarela en la que el color rosa ha dominado. Una dulzura y recogimiento cernían los ojos de quien, porque no había causado el mal a nadie, había atravesado esta vida sobre la punta de los pies, sin que nadie la viera, y no haciendo más ruido su muerte que la de la nieve cayendo sobre la nieve. Quizás el mundo es continuamente salvado de la ruina a la que tiende por estos seres que nadie jamás nota".
Sin duda ninguna es así. Y es una dicha y un don el encontrar a seres humanos similares y, si hemos tenido algún trato con ellos, aunque sea por un tiempo brevísimo, ya no salen de nuestra ánima. Y, a veces, el disfraz de esta clase de ángeles sostenedores del mundo es un poco ridículo, pero diríamos que es así como ocultan sus alas para pasar inadvertidos.
Los demás mortales, como también dice Bobin, "nos hacemos mucho daño los unos a los otros, y luego, un día, morimos". (pp. 133-134)
José Jiménez Lozano
Los cuadernos de Rembrandt

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