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21 enero 2025
20 enero 2025
Los pájaros
Los pájaros.
En el árbol desnudo, alborotan los pájaros gritando; son pobres, y no tienen más que su voz y su alegría, y la derrochan. He recogido un poco de ésta, para los días escasos.
José Jiménez Lozano
29 diciembre 2024
Los pájaros.
Los pájaros.
En el árbol desnudo, alborotan los pájaros gritando; son pobres, y no tienen más que su voz y su alegría, y la derrochan. He recogido un poco de ésta, para los días escasos.
PÁJAROS. José Jiménez Lozano. Obras completas V. Poesía
22 abril 2024
VÍA LÁCTEA
VÍA LÁCTEA
Un gorrioncillo se esforzaba, por quebrar la gélida corteza de un jardín de invierno, en busca de un gusano, una semilla.
Como los hombres contra el cristal del cielo miran encandilada la Vía Láctea, por si esa luz viene de lo Alto, según pensaban los antiguos.
Vanamente.
Tiempo de Eurídice por José Jiménez Lozano
21 abril 2024
NOCHE DE ESTÍO
NOCHE DE ESTÍO
Una noche así, en su negrura, la lámpara de plata iluminando mi duda y un poco de esperanza, es como un antiguo santuario ya en desuso.Pero ahí, aún se oye, lento, el paso cansado de los dioses.
¿O es sólo el cárabo en vigilia de mis pensamientos?
Tiempo de Eurídice de José Jiménez Lozano
20 abril 2024
TARDE DE VERANO
TARDE DE VERANO
Se alza la telaraña como un paño de seda entre las matas de la magarza y la amapola y, bajo él, una monacal hilera de hormigas, coleópteros andan ordenando sus repúblicas.
Roznan las ruedas, a lo lejos, de una gran tormenta, con sus signos de luz zigzagueante, y aquí descargará su ira sobre este baldaquino y esas vidas tan inocentes y minúsculas.
¿Por qué, Agustín, por qué? preguntaba siempre Alipio.
Tiempo de Eurídice de José Jiménez Lozano
18 abril 2024
TARDE DE JUNIO
TARDE DE JUNIO
Como cuando yo era niño, planean las golondrinas, los vencejos, y hay exámenes, amapolas y doradas espigas.
Mas no recuerdes ya, ni tengas posesión de memoria.
Has de preguntarte cómo era, si blanco o rojo el pecho de la golondrina, o si la tórtola zurea su soledad, y Filomena canta en lo umbrío.
Tienes que inventarte el mundo, como entonces.
TIEMPO DE EURÍDICE de José Jiménez Lozano
17 abril 2024
LA HIERBA DEL VERANO
LA HIERBA DEL VERANO
Cuando sólo está instruida del relente de la misericordiosa noche del verano, y sólo un tímido rocío la ha tocado, con sus dedos de cristal tan puro, o con sus pestañas de Medusa ¡cuan consoladora y dulce la hierba que te acoge!
Entonces, no necesitas otro amor, otra creencia, otro título, y ni siquiera es necesario que esa hierba sea eterna. Mañana será arrojada al horno como heno, pero has acariciado su textura tan verde y femenina, la has entregado tus pesares, y eso te basta.
TIEMPO DE EURÍDICE de José Jiménez Lozano
14 abril 2024
NIEVE EN PRIMAVERA
NIEVE EN PRIMAVERA
Asómate a la ventana: llueven rosas, mariposas quizás revolotean, construidas en las aéreas estancias de lo Alto; nacidas allá arriba, donde nuestros deseos y esperanzas, al subir, sucumben, ¿Te acuerdas de la Vía Láctea en el verano, que deja pasar la luz de la puerta del palacio de los dioses, como si estuviera mal cerrada?
Por allí ha debido de bajar esta hermosura, porque quizás los dioses celebran una fiesta y envían tal regalo nupcial hacia la tierra.
TIEMPO DE EURÍDICE de José Jiménez Lozano
10 abril 2024
NIEVE EN PRIMAVERA
NIEVE EN PRIMAVERA
Hoy la nieve ha caído, lenta, sobre los alhelíes y las lilas, y el cuco no ha cantado; admiróse el lagarto, un ágil nieto del antiguo, pesado dinosaurio, que esperaba el sol de primavera, y fue arrastrando por el frío su viscoso vientre de político.
Sobre el periódico y sus crímenes cayó este gran sudario, la blanca castidad, el velo para seguir creyendo, el hombre renovado en un niño que levanta muñecos y se apedrea con blancos proyectiles.
La liebre, con sus bigotes sorprendidos, mira las tiernas hojas del magnolio, blancas, y tu alegría como de un pájaro.
TIEMPO DE EURÍDICE de José Jiménez Lozano
08 abril 2024
LA LLUVIA
LA LLUVIA
Las duras hojas del evónimo, que resistieron el invierno, han sido visitadas por la lluvia y brillan.
Nuestra esperanza es más tardía y obstinada: no nos visita siempre por abril, ni en primavera.
TIEMPO DE EURÍDICE de José Jiménez Lozano
07 abril 2024
LAS HOJAS DEL EVÓNIMO: PRIMAVERA
LAS HOJAS DEL EVÓNIMO: PRIMAVERA
Antiguamente, cuando la luna nueva alzaba su memoria de
nuevos pastos en lejanos valles, ellos sacrificaban un cordero y ponían en
marcha a sus rebaños.
Pero la sangre es roja y, al alzarse la luna nuevamente,
crucificaron luego a un hombre: abril, el viento largo, la tardía helada, y
desolación nos punzan.
Mas se lavan las manchas, y la luna ilumina los amores
lascivos, y los otros, sonoras primaveras, dulces de narrar como se narra el
árbol o las lilas difunden su violeta hermosura.
No recordamos nada, o sólo esos enlaces del cuerpo, y
humedad de hierba, ardiente el sol, los senos, y los ojos.
TIEMPO DE EURÍDICE
de José Jiménez Lozano
16 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (29 de 365)
LA CAJITA DE CORNELLEn un campo de lirios, monasterio de pájaros, riendo Sören Kierkegaard, con pantalón cortilargo, la cara enharinada, vestido de payaso. La ciudad arde al fondo, un soberbio espectáculo. La cajita de Cornell se llama “Avisando”. CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
LA CAJITA DE CORNELL
En un campo de lirios, monasterio de pájaros, riendo Sören Kierkegaard, con pantalón cortilargo, la cara enharinada, vestido de payaso. La ciudad arde al fondo, un soberbio espectáculo. La cajita de Cornell se llama “Avisando”. CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
15 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (28 de 365)
PAISAJE INVERNAL
Desnudos árboles de invierno, solitario estornino pensativo. ¿Blanco ya el mundo? ¿O embozado en blancura solamente? CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
PAISAJE INVERNAL
Desnudos árboles de invierno, solitario estornino pensativo. ¿Blanco ya el mundo? ¿O embozado en blancura solamente? CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
12 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (25 de 365)
11 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (24 de 365)
09 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (23 de 365)
FINA LLUVIA
Entre la neblina de la fina lluvia, sol tornasolado que ilumina, el oro mate de los árboles ya heridos por el cuchillo del otoño. Todavía el ultimo verdor exasperado, como siempre lo es la última esperanza. "CUADERNOS DE REMBRANDT". José Jiménez Lozano
27 diciembre 2022
Niebla.
La
humedad que deja la niebla en el tronco de los árboles, en la madera cortada
para la chimenea, y en el barro del ladrillo y de las tejas, es como un barniz
admirable mientras el sol se inclina, como lo hace en invierno, de un modo
amable y dulce, sin llamar la atención realmente. (p.12) LA LUZ DE UNA
CANDELA. José Jiménez Lozano (1989)
25 diciembre 2022
aunque el Niño estaba dormido, y nadie hablaba, y todos se decían las cosas por señas
IV El romano
Algunos de los que iban aquella noche en el grupo de pastores hasta el establo que estaba un poco lejos del pueblo, y mucho más cerca de donde estaban las majadas, divisaron enseguida a un hombre muy alto, que luego vieron que tenía el pelo muy blanco según relucía a la luz de las antorchas que llevaban. Estaba como paseando con un farol en una mano, de arriba abajo, a lo largo del caminillo, o como esperando a alguien, a pesar de que la noche era más bien fría, aunque también vieron luego que llevaba una buena pelliza de pieles hasta los pies; y se preguntaban señalándole con un movimiento de barbilla:
Y ese ¿quién es?
—Ése es uno de ellos, un romano, el que apunta los nombres de la lista de todos nosotros y de los forasteros, que ha mandado hacer quien manda en Roma —dijo un jovencito que apenas tenía esbozo de una barba rubia.
—Pues ése no es quien estaba allí, cuando yo me fui a apuntar; no era tan alto —dijo otro miembro de bastante edad del grupo de pastores.
—Porque ése es el jefe de los que apuntan, y el peor de todos, que ha venido de parte del César de Roma, que es el que está ocupando esta tierra nuestra, como todos sabéis.
—Tú estás muy politizado, chaval. ¡Olvídate! ¡Tanto me dan a mí los de allí como los de aquí, Moshé! Tú eres muy joven, y tienen muchas imaginaciones y vericuetos en la cabeza. Ahora vamos a ver a un niño nuestro, que es mucho más importante. ¡Déjate de política!
Y el mocito se calló de mala gana, e incluso parecía que iba a contestar, pero el forastero se acercó entonces al grupo, cuando pasaban precisamente junto a él, y preguntó:
—¿Es por aquí por donde se va al establo?
—Sí señor —contestaron casi todos a la vez.
—¿Y ustedes van a ese establo?
—Sí señor.
—¿Y ustedes tendrían entonces algún inconveniente en que yo me uniera a ustedes?
Y hubo en este momento un silencio, mientras los unos se miraban a los otros, y había también quienes bajaban los ojos o miraban a la oscuridad; pero al final dijo uno del grupo:
—Con mucho gusto, pero es que nosotros somos pastores que estábamos en la majada, y nos han avisado.
—¿Y de que les han avisado? si puede decirse.
Y le contestaron como pudieron, pero con mucho cuidado de que no se les fuese la lengua, aunque diciendo claramente que lo que les habían dicho los mensajeros era que les había nacido un niño.
—¡Un Niño! «Puer natus est nobis, filius datus est nobis», y, como decía el dulce Virgilio: «Iam nova progenies caelo demittitur alto!».
Ellos quedaron como alelados con la boca abierta, pero sonriendo como si adivinasen que eso significaba algo bueno, y que por eso lo decía muy contento.
—Pero ¿qué dice? Nosotros no entendemos el romano, señor.
—Ni queremos —añadió el jovenzuelo politizado.
—¡Pues tú te lo pierdes, hijo! Nunca conocerás al dulce Virgilio —dijo el forastero.
Y luego explicó a todos que lo que había dicho era repetir en su lengua que «Nos ha nacido un Niño; se nos ha dado un Hijo», y que el poeta Virgilio decía, en el verso que les había recitado, que había descendido del cielo una nueva clase y familia de hombres.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —contestaron todos maravillados
Y luego uno de los ancianos dijo:
—¿Y qué hace por estas tierras el buen hombre, si es que se puede preguntar sin ofender?
Él contestó que, aunque era romano, porque había nacido allí, en Roma, siempre había vivido por estas tierras del Oriente, y que su mujer era parienta y descendiente de la Reina de Saba que había visitado a Salomón.
—El mundo es un pañuelo —comentó otro pastor anciano.
Y dijo luego al forastero que seguramente sabía que Salomón era hijo de David, y que David y la casa de David arrancaban de este pueblo de Belén.
Continuaron a seguido hablando de que, cuando les habían invitado a ellos los mensajeros, les habían informado de que el Niño que iban a ver también era de esta familia; y hablando luego del tiempo, y concretamente de la noche clara que había quedado desde que habían visto los resplandores de los mensajeros que les habían invitado, llegaron ya al establo donde había ya otros pastores y dos o tres mujeres que se afanaban por allí, una asnilla y un buey, muy despabilados y que parecían atender a las conversaciones; y el Niño con sus padres, aunque el Niño estaba dormido, y nadie hablaba, y todos se decían las cosas por señas. Sobre todo, para señalar al romano con aquella pelliza tan calentita que enseguida se la quitó y se la echó encima al Niño.
Estuvo mucho rato parado allí, y a lo mejor era porque era corto de vista, y, como se acercó mucho a ver si se rebullía el Niño, y, como tenía aquel hombre una nariz muy larga al igual que el pico de los loros, y mucho más en curva que las narices de los judíos, se la cogió el Niño con la mano bien fuertemente, y el forastero se rio, y todos vieron que el Niño también se reía.
Y luego ya llegaron sus padres que estaban avivando una lumbrecilla en un rincón, y tomando un caldo caliente su madre, y el forastero se puso a hablar con ellos con una ceremonia de palabras y de acciones con las manos, como si hablara con reyes antiguos. Pero entonces el joven que estaba politizado les contó a quienes allí estaban quien era aquel forastero, y algunos dijeron:
—Pues este viene a por el Niño y se lo lleva envuelto en la pelliza con que le ha arropado para disimular, porque los romanos son capaces de todo.
—Sí, de eso y de mucho más —comenzó a decir ahora de nuevo el joven, pero como tartamudeando.
Y continuó a seguido:
—Pe-pe-pero, eés-éste no, eéste no.
—Éste no ¿qué? —le urgían todos— ¡Acaba de decir las cosas de una vez!
Y, por fin, repitió a derechas tres veces que ya no quería ser político, y dijo que este señor romano, de tan bueno como era, seguro que cuando el Niño le cogió con la mano la nariz, seguro que se la hubiera cortado y dejado allí para que jugase con ella, o a lo mejor hasta se quedaba el allí en el establo para que, cada vez que le viese el Niño, se riese. Y ya le había dado su pelliza de pelo de camello, ¿no?
Y que, además, la mujer del romano era parienta de la reina de Saba.
—¡Pues menuda peje de lista que era esta, como dice la Escritura! —añadió la señora Marta que estaba, en ese momento, dando unas puntadas en un lienzo—. Mucho más que Salomón; cien veces por lo menos.
Y el rapaz seguía como escuchando muy atento, y sonriéndose, mientras contaban cosas de la Reina de Saba.
El libro de los visitantes
19 noviembre 2022
SOL DORAMEMBRILLOS
SOL DORAMEMBRILLOS
Sol doramembrillos en la tarde,
y piensas siempre
en el frutero azul del aparadorcito de tu infancia
tan antiguo, y el dorado arrope:
la merienda. Siempre piensas.
Mas ya no es aquel sol, ahora madura
tu propio cuerpo con otoños
también rojos y dorados, dulces,
pero sabes
que no es azul, ni de cristal la tumba,
ni infancia, ni merienda hay en lo oscuro.
y piensas siempre
en el frutero azul del aparadorcito de tu infancia
tan antiguo, y el dorado arrope:
la merienda. Siempre piensas.
Mas ya no es aquel sol, ahora madura
tu propio cuerpo con otoños
también rojos y dorados, dulces,
pero sabes
que no es azul, ni de cristal la tumba,
ni infancia, ni merienda hay en lo oscuro.
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO
TIEMPO DE EURÍDICE
Ed. Fundación Jorge Guillén.
Valladolid, 1996.
TIEMPO DE EURÍDICE
Ed. Fundación Jorge Guillén.
Valladolid, 1996.
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