02 noviembre 2025

Celebrando el "Día de los Santos" en un lugar de Castilla

 Sacó entonces del bolsillo un libro que había cogido en la sacristía y les había mostrado a los demás «la Tremenda» que tenían que aprenderse. Aunque solo una parte, que era la que debían cantar después de rezar el rosario en el cementerio, la tarde del «Día de Todos los Santos». De manera que el señor Félix les leyó el texto de «la Tremenda» que estaba en el libro, con alguna de las traducciones de palabras que el sacristán había oído a don Plácido el cura viejo, y las repitió una y otra vez, y luego hizo una copia para cada uno y repitió de nuevo lo que significaban en castellano.

Leía el señor Félix el sacristán: «Líberame Dómine de morte eterna, in die ila tremenda cuando celi movendi sun e terra». Y esto quería decir que el Señor nos libre de la muerte eterna, cuando se muevan los cielos y la tierra. Y dijo que debían contestar los demás: «Dies ila, dies ile, calamitátis e miserie, dies magna et amara valde. Dum véneris iudicare séculum per inem».

Y esto quería decir que era un día de calamidad y miseria y amargo mucho, cuando vengas a juzgar el mundo por el fuego. Y concluía el sacristán: «Requiem eternam donaeis, Dómine, e lux perpétua luceatéis».

—Y esto de la luz eterna que luce para siempre ya lo entiende todo el mundo ¿no? —preguntó el señor Félix.

Todos cogieron su papel y todos quedaron conformes, porque lo de la luz eterna siempre les consolaba mucho.

—¿Y ya os acordaréis qué tarde de sol hizo aquella tarde de todos los santos del año pasado? —dijo la maestra antigua que fue quien hizo las copias, y las había distribuido ahora.

Porque pudieron rezar un rosario por todos los difuntos y luego fueron a la sepultura de don Plácido para cantar «la Tremenda» aunque se sabían menos de ella entonces que este año cuando lo estudiase cada uno de ellos. Pero, de repente, mientras la estaban ensayando un poco y luego comenzaron la interpretación, se formó un nublado y empezó a caer nieve con copos tan grandes como si fueran pañizuelos de blonda y puntilla, que se iban extendiendo y cubriendo primero el suelo y luego unos encima de otros, y la nieve iba subiendo y subiendo que a todos les embobaba, pero también se preguntaban cómo volverían a casa porque les parecía verdaderamente que estaba ocurriendo lo que se decía en «la Tremenda» como si hubiera llegado la ira de Dios verdaderamente, pero esta fuera ablandándola esta vez, poquitos a poquitos con aquellas gasas blancas, porque, si no fuera por esto, la ira de Dios de verdad de verdad no la aguantarían ellos, ni nadie.

—Que sea lo que Dios quiera, pero nosotros continuamos —dijo el señor Félix, el sacristán.

Y entonces fue cuando se oyeron explosiones de una motocicleta en medio de aquella oscuridad, y parecía que verdaderamente temblaban los cielos y la tierra y enseguida adivinaron que era el Semanero, que paró luego la moto a la puerta del cementerio y se fue acercando al grupo que cantaba en torno o tono, vestido de monaguillo y del sacristán que llevaba la guía en el canto de «la Tremenda». Y entonces la señora Micaela se separó un poco del grupo, se acerco a él y le dijo que, en buena hora era si había venido a aprender latín, para rezar como debía ser, y así ya podía ponerse a rezar como los demás, si quería, pero que no le necesitaban para nada, porque ya se sabían de siempre el padrenuestro y ahora se habían aprendido «la Tremenda» en latín y se la iban a aprender mejor, y hasta tocaban una campana pequeña que siempre les había dado alegría y hacía treinta años que no se tocaba.

Y no le dijo más al Semanero, ni nadie le dijo nada, porque al fin y al cabo estaba allí como era su deber. Y él mismo fue el que dijo que siguiésemos cantando «la Tremenda» como la hubiéramos aprendido, llena de faltas latinas y todo.


 de LOS LATINES en 

LA QUERENCIA DE LOS BÚHOS
CUENTOS
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO

Vislumbre

Vislumbre

01 noviembre 2025

Qué bien me parecéis, jarcias y entenas,

AGRADECE, EN ALEGORÍA CONTINUADA, A SUS TRABAJOS SU DESENGAÑO Y SU ESCARMIENTO.

SONETO

¡Qué bien me parecéis, jarcias y entenas,
vistiendo de naufragios los altares,
que son peso glorioso a los pilares
que esperé ver tras mi destierro apenas!

Símbolo sois de ya rotas cadenas
que impidieron mi vuelta, en largos mares;
mas bien podéis, santísimos lugares,
agradecer mis votos en mis penas.

No tanto me alegrárades con hojas
en los robres antiguos, remos graves,
como colgados en el templo y rotos.

Premiad con mi escarmiento mis congojas;
usurpe al mar mi nave muchas naves;
débanme el desengaño los pilotos.

[Parnaso, 83. b]

Francisco de Quevedo y Villegas
Poemas metafísicos

Piscina natural, caudal escaso

Piscina natural, caudal escaso

31 octubre 2025

PENEDO DE RÚA

 PENEDO DE RÚA

TUVE que hacer una recomendación a favor de un nieto de Penedo de Rúa. Y con el nieto recordé que Penedo hablara una vez con un cuervo.

—¡No te fíes de tu abogado! —le dijo desde un mojón un cuervo a Penedo, que estaba sembrando.

Y precisamente Penedo desconfiaba algo de su abogado, que le parecía que el tal tenía muchos miramientos con la parte contraria. Penedo se rascó la cabeza.

—¿Y del juez? —le preguntó al cuervo.

El cuervo batió alas, pero no se movió del mojón. Con su voz agria comentó:

—¡Hay jamones que vuelven un pleito!

Penedo, al día siguiente, aparejó la yegua y viajó a Lugo. Dejó la bestia en la cuadra de una posada, sin pararse a matar el gusanillo fue a ver a Pepe Benito, a don José Benito Pardo. El gran jefe de los lugueses lo miró con aquellos sus ojos vivos y burlones, y sonrió:

—¡Es un cuervo bien listo ese cuervo de Rúa!

—Sí, señor, que adivinó que yo andaba en pleitos. Pepe Benito se hizo cargo del pleito de Penedo, lo llevó con la ciencia precisa, y lo ganó.

—Ahora —le dijo a Penedo cuando le fue a pagar y dar las gracias— debías buscar al cuervo, y darle por lo menos una medida de trigo.

Penedo anduvo por todos los sembrados gritándole a todo cuervo que encontraba que había ganado el pleito, por ver si daba con el consejero de la negra pluma. En la aldea, en Rúa, creyeron que Penedo, con el entusiasmo del triunfo judicial, se volviera loco. Pero Penedo era hombre agradecido, y quería darle al cuervo el medio ferrado de trigo, según le recomendara don José Benito Pardo. Por fin, un día, en una tierra holgando, en uno de aquellos oteros de las riberas del Lea, cereales en lo alto y pratenses abajo, paraíso de la abubilla que grita ¡Up, up!, feliz en los mayos, comiendo los primeros grillos que salen a cantar en los alegres mediodías, un cuervo respondió a su grito.

—¡Gané el pleito! —gritó Penedo.

—¡Enhorabuena! —respondió el cuervo.

Penedo le dijo que si estaba allí al día siguiente que le llevaría trigo. El cuervo aseguró que sería bien recibido. Cuando veinticuatro horas después le fue a llevar el grano prometido, el cuervo le dijo a Penedo que le apetecía algo de bizcocho, si le quedaba del almuerzo del patrón.

—¡Y ya podías comprarme una montera para el invierno!

Penedo era muy agradecido. Penedo bajó a Mondoñedo y fue a ver al señor Domingo, el sombrerero de los soportales de la plaza. Este le hizo una montera para el cuervo, tomando las medidas a una paloma. Una montera forrada y con cinta de lentejuela.

—¡Va a lucir mucho! —dijo el sombrerero.

—¡Es un cuervo muy humano! —comentó Penedo.

Penedo le llevó la montera al cuervo, y este, en agradecimiento, así que la tuvo en su poder, y le sentaba muy bien, le dijo:

—Tienes que ir a buscar un tesoro que hay en Braña.

Y Penedo fue a Braña, y entre dos robles, encontró una pieza de metal, que nadie en la aldea sabía de qué máquina fuese, ni para qué servía. Hará de esto unos ochenta años. Penedo llevó la cosa a la feria de Villalba, para enseñársela a un amigo que tenía, relojero.

—¡Un pedal de bicicleta, hombre!

No había todavía ninguna bicicleta en el país. El pedal estaba nuevo, brillante. El relojero tuvo que explicarle a Penedo lo que era una bicicleta.

—Pero ¿es un tesoro o no? —preguntaba Penedo.

—¡Hombre, un tesoro, un tesoro, quizás no lo sea, pero ser, ser, es un misterio!

Penedo lo envolvió en un pañuelo y fue a enterrarlo, en Braña, en el lugar donde lo había encontrado. Murió poco después, sin haberse enterado del todo de cómo era una bicicleta, y cómo podía tenerse un hombre en aquel artilugio de dos ruedas, y correr. Enterraron a Penedo, como a todos los Penedos, en aquel pequeño camposanto de Rúa, que casi lo cubre por completo el tejo que ha crecido junto a la puerta.


LA OTRA GENTE
Álvaro Cunqueiro

Heliodora, toma la corona y colócala en tus cabellos

Heliodora, toma la corona  y colócala en tus cabellos.

30 octubre 2025

Cuando muere un paladín

 Cuando muere un paladín

Varias tradiciones están de acuerdo en que el paladín Roldán murió un día 7 de abril a las doce en punto de la mañana. El triste momento viene muy hermosamente contado en La Chanson. Comenzando por aquellos versos que dicen que Rolando siente que lo apresa la muerte, y de la cabeza le baja al corazón. Se ha tendido debajo de un pino, el rostro sobre la verde hierba; debajo de su cuerpo ha puesto el olifante y la espada, y mira de frente al ejército pagano. Quiere que Carlomagno y todos los suyos digan que el noble conde ha muerto como héroe victorioso. Se golpea a pechos y tiende a Dios su guante. Esto último por sus culpas, por sus propias culpas, por sus máximas culpas…

Rolando se da cuenta de que el tiempo de vida se le acaba: «está en un alto cerro que mira hacia España, y se golpea el pecho con la mano diestra». Los ángeles del cielo bajan junto a él.

«De muchas cosas —dice La Chanson—, el recuerdo revive, de los países que conquista valerosamente, de la dulce Francia, de Carlomagno, su señor, que bien lo alimentaba, y de los hombres de su linaje. No contiene ni los suspiros ni el planto. Pero no quiere olvidar su alma entre tanta memoria y se confiesa y pide a Dios perdón: ¡Padre verídico que no has mentido nunca, que resucitaste de la muerte a Lázaro y salvaste a Daniel de los dientes de los leones, defiende mi alma del peligro de mis pecados!»

Y vuelve a tender a Dios el guante derecho y San Gabriel, que ha llegado hasta él, con sus propias manos lo recoge. Roldán inclina la cabeza y espera su minuto final con las manos juntas. Dios manda su Ángel Querubín y a San Miguel del Peligro. Los dos, con Gabriel, se llevan el alma del valeroso Roldán al Paraíso, amén.

Estas mismas tradiciones hablan de que Roldán está armado en el cielo. Quizá son restos, en textos paralelos o derivados de La Chanson, del que Borges llama, en su libro Antiguas Literaturas Germánicas, el Paraíso Belicoso, el Valhala o Paraíso de Odín, casa de oro iluminada por espadas que no por lámparas, de la que por quinientas puertas salen los campeones, que combaten, mueren y resucitan, y resucitados se embriagan con aguamiel y comen la carne de un jabalí inmortal. «Hay paraísos contemplativos —dice Borges—, paraísos voluptuosos, paraísos que tiene la forma del cuerpo humano (Swedenborg), pero no hay otro paraíso guerrero más que éste, no hay otro paraíso cuya delicia esté en el combate. Muchas veces ha sido invocado para probar el temple viril de las viejas tribus germánicas». Acaso en el famoso libro de Detlev von Liliencron, Aus Marsch und Geest, viva todavía ese apetito bélico post mortem: «en el Cielo —dice— me gustaría participar a veces en una guerra, en una batalla…». T. P. Hughues, en Diccionario del Islam, asegura que esa concepción belicosa del Paraíso estaba en algunas concepciones árabes anteriores a Mahoma, y cuenta en prueba de ello que una vez un árabe encontró al Profeta y le dijo:

—¡Oh, apóstol de Dios! ¡Me gustan los caballos! ¿Hay caballos en el Paraíso?

—Si vas al Paraíso —respondió el Profeta— tendrás un caballo con alas, y lo montarás e irás donde quieras.

—Sí, pero los caballos que a mí me gustan no tienen alas —replicó el árabe.

En fin, ha muerto, un día siete de abril, a las doce de la mañana, cuando el pino no daba sombra, el paladín Roldán. Sus descendientes gallegos debían mandar decir una misa por su alma. Roldán tuvo amores con una sirena, la cual vino a dar a luz un hijo en las playas gallegas. El niño fue bautizado Palatinus, en memoria del padre. Por corrupción dio Paadín y Padín.


Álvaro Cunqueiro

El laberinto habitado

Paisaje: Km 193

Paisaje: Km 193

29 octubre 2025

BRAULIO COSTAS

 BRAULIO COSTAS

ERA conocido por O Cazoleiro, porque era alfarero. Mejor dicho, lo fuera, que ahora, reumático, había dejado la rueda. Cuando le enfermó un nieto, hizo en barro una figura de niño, y fue a llevarla a los Milagros de Amil. El nieto curó. Con alguna frecuencia iban a pedirle que hiciese el favor de hacer una cabeza o una pierna para llevarle a un santo al que habían ofrecido un enfermo. El señor Braulio meneaba la cabeza negativamente y decía:

—¡Ese no es un caso desesperado!

Y no hacía el exvoto que le pedían. Otras veces se negaba por diferentes razones. Por ejemplo:

—¡Aun hice un brazo para llevar a San Cosme hace dos semanas, y no vaya estar cada día molestándolo con recomendaciones!

Porque el santo sabía que el exvoto era obra del antiguo cazoleiro, porque no hacía pieza que no firmase. Por ejemplo: «A San Roque. De parte de Braulio, seguro servidor que estrecha su mano». Ni más ni menos, con una letra redonda que hacía con un punzón antes de cocer la pieza. A veces la vidriaba con barniz de Linares.

Cuando le murió su mujer, la señora Casilda, hizo una figura de unas dos cuartas de alto, que todos decían que mismo era la señora Casilda con su pierna coja, adelantándola apoyándose en el bastón. Llevó la figura al camposanto, y la sujetó con unos alambres en la lápida del nicho. Cuando moría alguien en la aldea, le pedían una figura, pero él se negaba, diciendo que ciertas cosas solamente se hacen una vez en la vida. Y se echaba a llorar, recordando a su Casilda. Pero, un día, espontáneamente, hizo una figura, la figura de un niño, un ángel con abiertas alas en la espalda. Había muerto el hijo de unos vecinos, un niño de unos siete años, morenito, muy despierto. Braulio fue personalmente a llevar la figura al camposanto, y la colocó con tanto cuidado como había hecho con la de su finada Casilda. Los padres del niño Manoliño le dieron las gracias, y el señor Braulio explicó que saliendo de la iglesia el día del patrón, que era San Martín, Manoliño estaba comiendo una rosca, y su tía Fermina le decía que le diese un bocado, a lo cual el niño se negaba. Manoliño viendo al señor Braulio a la puerta de la iglesia, corrió hacia él, y dándole media rosca, le dijo:

—¡A ti te doy!

Y en recuerdo de aquel regalo, el señor Braulio hizo la figura de Manoliño. Fue la última que hizo. En los últimos días de su vida, encarnado, con grandes dolores del reúma que le retorcía los huesos, le confesó a su sobrino y heredero Marcelino:

—Cuando jugaba a las cartas, si me venía el caballo de copas, era seguro que ganaba aquel juego. Varias veces estuve tentado de hacerle una figura, pero como no es de la familia, ni nadie me lo pidió, no la hice. Y además, que llegaba a ser dueño de mi caballo de copas un jugador y se la llevaba a San Cosme, por ejemplo, y este al ver mi firma iba a decir: «¡Mira en que cousas se pon a pensar o señor Braulio cando vai a morrer!».

Mandaba que le secasen las lágrimas y lo sonasen, y comentaba que había que saber morir con señorío.


Álvaro Cunqueiro

Las historias gallegas

Prácticas de vuelo

En vuelo

19 octubre 2025

El viento en los sauces

 

Reseña de “El viento en los sauces”

Un clásico entrañable de la literatura infantil

Introducción

“El viento en los sauces” (“The Wind in the Willows”), escrito por Kenneth Grahame en 1908, es una de las obras más emblemáticas de la literatura infantil británica. Esta novela ha cautivado a generaciones de lectores gracias a su encantador retrato de la vida en el campo inglés y sus carismáticos personajes animales. Aunque está dirigido principalmente a un público infantil, su profundidad y su prosa lírica han hecho que también sea disfrutado por adultos.

Sinopsis

La historia sigue las aventuras de varios animales antropomorfizados: el apacible topo, la sabia rata de agua, el extravagante y arrogante señor sapo, y el reservado tejón. Juntos exploran el río, los bosques y las praderas, enfrentándose a peligros, desafíos y, sobre todo, fortaleciendo su amistad. El argumento gira en torno al viaje de autodescubrimiento de los personajes y la lucha del señor sapo con su impulsividad y sus travesuras.

Personajes principales

·      El Topo: Un personaje tímido, curioso y bondadoso, que representa la inocencia y el deseo de aventura.

·      La Rata de Agua: Amable, sensato y amante del río, es el mejor amigo del topo y un pilar de estabilidad.

·      El Señor Sapo: Carismático, vanidoso y propenso a meterse en líos, aporta la mayoría de los momentos cómicos y dramáticos de la novela.

·      El Tejón: Reservado y siempre dispuesto a ayudar a sus amigos, es una figura paternal y sabia.

Temas principales

La novela aborda temas universales como la amistad, la lealtad, el hogar y la importancia del cambio personal. Aunque los protagonistas son animales, sus emociones y dilemas resultan profundamente humanos. Grahame utiliza el entorno natural como un personaje más, transmitiendo un profundo amor por el campo inglés y una nostalgia por la vida sencilla y tranquila.

Estilo y estructura

La prosa de Grahame es delicada, evocadora y llena de descripciones poéticas. Los diálogos reflejan la personalidad de cada personaje, y el ritmo de la narración alterna entre pasajes de acción y momentos contemplativos. La estructura episódica permite que cada capítulo funcione casi como un cuento independiente, aunque todos contribuyen al desarrollo general de la trama y los personajes.

Valor literario y legado

“El viento en los sauces” es mucho más que una simple historia para niños. Es un libro que reflexiona sobre la naturaleza, el paso del tiempo y la importancia de la comunidad. Ha sido adaptado en numerosas ocasiones para teatro, cine y televisión, manteniendo su vigencia y popularidad más de un siglo después de su publicación.

Opinión personal

Leer “El viento en los sauces” es sumergirse en un mundo lleno de encanto, nostalgia y valores atemporales. Es una obra recomendable para lectores de todas las edades, perfecta para compartir en familia. Su capacidad para combinar humor, aventura y reflexión lo convierte en un clásico imprescindible de la literatura.

 

[Generado con IA]

el paseo de muchos días

el paseo de muchos días

15 octubre 2025

Puck de la colina de Pook

 

Puck de la colina de Pook

Reseña literaria

Puck de la colina de Pook es una entrañable obra de fantasía escrita por Rudyard Kipling, el célebre autor británico conocido principalmente por El libro de la selva. Publicada originalmente en 1906, esta colección de relatos se distingue por su capacidad de mezclar la historia de Inglaterra con la magia y el folklore, transportando al lector a un universo donde lo real y lo fantástico conviven en armonía.

Trama y estructura

La narración gira en torno a dos niños, Dan y Una, quienes, durante unas vacaciones en el campo, se encuentran con Puck, un duende milenario y travieso, último de los seres feéricos de Inglaterra. Puck, siempre encantador y misterioso, les presenta a distintos personajes históricos y legendarios de la historia británica, sumergiéndolos en episodios que van desde la época romana hasta la Edad Media. Cada historia se cuenta con un estilo envolvente y lleno de detalles, permitiendo que el lector aprenda historia de forma amena y divertida.

Personajes principales

·      Puck: El duende protagonista, astuto y sabio, que actúa como guía entre el mundo mágico y el humano.

·      Dan y Una: Los hermanos que, gracias a Puck, viven aventuras extraordinarias y conocen de cerca las tradiciones y leyendas de su tierra.

Temas principales

Kipling utiliza la figura de Puck para explorar la identidad nacional inglesa, la importancia de la memoria histórica y la riqueza de la tradición oral. El libro es, al mismo tiempo, un homenaje a la naturaleza y a la inocencia infantil, a la vez que una lección de historia llena de imaginación y nostalgia.

Estilo y lenguaje

El estilo de Kipling es evocador y lleno de matices, con un lenguaje cuidado y poético que atrapa tanto a jóvenes como a adultos. La obra conserva un tono mágico y didáctico, que invita a la reflexión sobre el pasado y el presente.

Valoración personal

“Puck de la colina de Pook” es un libro recomendable para lectores de todas las edades, especialmente para quienes disfrutan de la literatura fantástica y de la historia. Su mezcla de aventura, encanto y enseñanza lo convierte en una joya literaria que sigue vigente más de un siglo después de su publicación. Es ideal para quienes buscan una lectura que despierte la imaginación y ofrezca, a la vez, un recorrido fascinante por la historia y las leyendas de Inglaterra.

 

[Texto generado por IA]

 

ilustración para una rima de G. A. Bécquer

ilustración para una rima de G. A. Bécquer

14 octubre 2025

Por privilegio del roble, del fresno y del espino

 —Ahora sois ya propietarios legales y con dominio sobre toda la vieja Inglaterra —comenzó Puck, con voz canturreante—. Por privilegio del roble, del fresno y del espino, sois libres de ir y venir, de mirar y conocer lo que yo os muestre o lo que mejor os plazca. Veréis lo que deseéis y oiréis lo que queráis escuchar, aunque todo ello haya ocurrido hace tres mil años; no conoceréis el temor ni la duda. ¡Rápido! Agarrad con fuerza todo lo que os concedo.
Los niños cerraron los ojos, pero no ocurrió nada.
—Bueno —dijo Una, desilusionada, abriendo de nuevo los ojos—. Pensé que habría dragones.
—Aunque haya ocurrido hace tres mil años —repitió Puck, y contó con los dedos. Comentó—: No; me temo que hace tres mil años no existían los dragones.
—Pero aquí no ha pasado nada en absoluto —protestó Dan.
—Espera un poco —replicó Puck—. No crece un roble en un año y la vieja Inglaterra es más vieja que veinte robles. Vamos a sentarnos de nuevo y a pensar. Puedo estar pensando más de un siglo.


Rudyard Kipling

Puck de la colina de Pook

Paisaje con lilas

Paisaje con lilas

11 octubre 2025

Huye sin percibirse, lento, el día,

ARREPENTIMIENTO Y LÁGRIMAS DEBIDAS AL ENGAÑO DE LA VIDA

SONETO

 

Huye sin percibirse, lento, el día,
y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca, y, despreciada,
lleva tras sí la edad lozana mía.

La vida nueva, que en niñez ardía,
la juventud robusta y engañada,
en el postrer invierno sepultada,
yace entre negra sombra y nieve fría.

No sentí resbalar, mudos, los años;
hoy los lloro pasados, y los veo
riendo de mis lágrimas y daños.

Mi penitencia deba a mi deseo,
pues me deben la vida mis engaños,
y espero el mal que paso, y no le creo.

 

[Parnaso, 82, b]

Francisco de Quevedo y Villegas

Paisaje

paisaje

06 octubre 2025

Si no temo perder lo que poseo,

 PREVENCIÓN PARA LA VIDA Y PARA LA MUERTE

 SONETO

Si no temo perder lo que poseo,
ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en mí el destrozo
valdrá, cuando me elija actor o reo.

Ya su familia reformó el deseo;
no palidez al susto, o risa al gozo
le debe de mi edad el postrer trozo,
ni anhelar a la Parca su rodeo.

Sólo ya el no querer es lo que quiero;
prendas de la alma son las prendas mías;
cobre el puesto la muerte, y el dinero.

A las promesas miro como a espías;
morir al paso de la edad espero:
pues me trujeron, llévenme los días.

 

[Parnaso, 82. a]

Francisco de Quevedo y Villegas
Poemas metafísicos

La búsqueda del santo Grial

 La búsqueda del santo Grial

01 octubre 2025

Sopas de ajo al estilo de la abuela

 Sopas de ajo al estilo de la abuela

Ingredientes para 4 personas: pan del día anterior, 4 dientes de ajo grandes, 1 taza de desayuno llena de aceite, sal, 50 g de chorizo, 4 huevos frescos, 2 cucharadas soperas llenas de pimentón encarnado dulce, agua, 50 g de jamón.

Echaremos el aceite en una cazuela honda de barro, una vez caliente, le agregaremos los ajos, a los que habremos practicado un corte. Cuando comiencen a dorar, echaremos el chorizo y el jamón cortados a dados, dejándolo freír un poco. Añadir rebanadas finas de pan asentado. Espolvorearemos con el pimentón y rápidamente añadiremos el agua necesaria, evitando así que quede negro. Sazonaremos con sal, dejándolo cocer unos cinco minutos. Echaremos los huevos enteros para que cuajen, y serviremos la sopa muy caliente.
Esta sopa de ajo podemos servirla en cazuelitas de barro individuales, o bien presentar a la mesa la misma cazuela grande donde las cocinamos.

Ana María Calera

La cocina de la abuela para la moderna ama de casa

Haiku

Haiku

25 septiembre 2025

Los árboles que he plantado prosperan

 Hace cuatro años que, a mi regreso de Tierra Santa, compré cerca de la aldea de Aulnay, en las inmediaciones de Sceaux y de Châtenay, una casa de campo, oculta entre colinas cubiertas de bosques. El terreno desigual y arenoso perteneciente a esta casa no era sino un vergel salvaje en cuyo extremo había un barranco y una arboleda de castaños. Este reducido espacio me pareció adecuado para encerrar mis largas esperanzas; spatio brevi spem longam reseces. Los árboles que he plantado prosperan, son tan pequeños aún que les doy sombra cuando me interpongo entre ellos y el sol. Un día me devolverán esta sombra y protegerán los años de mi vejez como yo he protegido su juventud. Los he elegido, en lo posible, de cuantos climas he recorrido; me recuerdan mis viajes y alimentan en el fondo de mi corazón otras ilusiones.

LIBRO PRIMERO
CAPÍTULO 1
La Vallée-aux-Loups, cerca de Aulnay, 4 de octubre de 1811

François-René de Chateaubriand

Memorias de ultratumba


Epopeya extraordinaria de unos tiempos convulsos que François de Chateaubriand vivió como testigo y protagonista, las “Memorias de ultratumba” son un documento literario atemporal. Melancólico y desengañado, aristócrata que presenció la Revolución Francesa, que viajó a la joven República americana y conoció el esplendor y la falsía del Imperio napoleónico, así como la Restauración, Chateaubriand fue un hombre polifacético, hábil y vehemente, cuyas “Memorias” —«un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos»— nacieron como confrontación personal con la Historia, como revancha contra el tiempo. Un escritor maravilloso y de culto capaz de construir, como el profesor Fumaroli dice en el prólogo redactado para esta edición, «una reflexión profunda, de una actualidad sobrecogedora y de un alcance universal, sobre la era democrática inaugurada por la Revolución Americana y por la Revolución Francesa, sobre las grandes esperanzas que ella hizo nacer, sobre los peligros que llevaba en germen, y sobre las pruebas insólitas a las que exponía, en su expansión mundial, la libertad y la humanidad misma del hombre.»

La búsqueda del santo Grial

La búsqueda del santo Grial

20 septiembre 2025

¿Qué otra cosa es verdad sino pobreza en esta vida frágil y liviana?

 
REPITE LA FRAGILIDAD DE LA VIDA, Y SEÑALA SUS ENGAÑOS Y SUS ENEMIGOS
 
SONETO
 
¿Qué otra cosa es verdad sino pobreza
en esta vida frágil y liviana?
Los dos embustes de la vida humana,
desde la cuna, son honra y riqueza.
 
El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
en horas fugitivas la devana;
y, en errado anhelar, siempre tirana,
la fortuna fatiga su flaqueza.
 
Vive muerte callada y divertida
la vida misma; la salud es guerra
de su proprio alimento combatida.
 
¡Oh, cuánto, inadvertido, el hombre yerra:
que en tierra teme que caerá la vida,
y no ve que, en viviendo, cayó en tierra!
 
[Parnaso, 80, b]
 
Francisco de Quevedo y Villegas
Poemas metafísicos

La búsqueda del santo Grial

La búsqueda del santo Grial

17 septiembre 2025

¡Fue sueño ayer, mañana será tierra!

 SIGNIFÍCASE LA PROPIA BREVEDAD DE LA VIDA, SIN PENSAR, Y CON PADECER, SALTEADA DE LA MUERTE.

¡Fue sueño ayer, mañana será tierra!
¡poco antes nada, y poco después humo!
¡y destino ambiciones y presumo,
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa soy peligro sumo:
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado,
hoy pasa y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento,
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento.

[Parnaso,63, b]

Francisco de Quevedo y Villegas
Poemas metafísicos


Francisco de Quevedo y Villegas nació el 14 de septiembre de 1580 en Madrid y falleció el 8 de septiembre de 1645 en Villanueva de los Infantes. Fue un destacado escritor español del Siglo de Oro, conocido por su aguda sátira y su dominio del conceptismo.
Desde joven, Quevedo estuvo en contacto con el ambiente político y cortesano debido a los altos cargos que desempeñaban sus padres en la corte. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas y en las Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid. En 1613, acompañó al duque de Osuna a Sicilia como secretario de Estado y participó en intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
A lo largo de su vida, Quevedo sufrió varios destierros y encarcelamientos debido a sus actividades políticas y sus escritos críticos. Fue caballero de la Orden de Santiago a partir de 1618 y señor de Torre de Juan Abad desde 1620.

Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Escribió sonetos satíricos y burlescos, así como graves poemas en los que expuso su pensamiento barroco. Su obra ha dejado una huella imborrable en la historia de la literatura española.

 

La búsqueda del santo Grial

La búsqueda del santo Grial

15 septiembre 2025

REPRESÉNTASE LA BREVEDAD DE LO QUE SE VIVE Y CUÁN NADA PARECE LO QUE SE VIVIÓ.

SONETO 

¡Ah de la vida!… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido,
las horas mi locura las esconde.
 
¡Que sin poder saber cómo ni adónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
 
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue y un será y un es cansado.
 
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
 
Francisco de Quevedo y Villegas
Poemas metafísicos

Francisco de Quevedo y Villegas nació el 14 de septiembre de 1580 en Madrid y falleció el 8 de septiembre de 1645 en Villanueva de los Infantes. Fue un destacado escritor español del Siglo de Oro, conocido por su aguda sátira y su dominio del conceptismo.
Desde joven, Quevedo estuvo en contacto con el ambiente político y cortesano debido a los altos cargos que desempeñaban sus padres en la corte. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas y en las Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid. En 1613, acompañó al duque de Osuna a Sicilia como secretario de Estado y participó en intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
A lo largo de su vida, Quevedo sufrió varios destierros y encarcelamientos debido a sus actividades políticas y sus escritos críticos. Fue caballero de la Orden de Santiago a partir de 1618 y señor de Torre de Juan Abad desde 1620.
Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Escribió sonetos satíricos y burlescos, así como graves poemas en los que expuso su pensamiento barroco. Su obra ha dejado una huella imborrable en la historia de la literatura española.

La búsqueda del Santo Grial

La búsqueda del Santo Grial