El cuco
Este año hemos vuelto
a ver cigüeñas en Galicia, en la hermosa villa de Sarria. Las cigüeñas habían
desaparecido hace muchos años de nuestros valles, del de Verín, de Lemos, del
de Sarria. Confiemos en que la pareja que ha venido a Sarria a hacer su nido,
el próximo año traiga con ella otras parejas más. Y el que ha venido tempranero
es el cuco. Ha ido al monasterio de Poio, sobre la ría de Pontevedra —dicen que
en él está enterrada Santa Trahamunda, una virgen vagabunda que algunos
quisieron titular de patrona de los saudosos, porque
se fue, recordó, tuvo soledades y regresó—, y dando un paseo al dulce sol
ribeirano, escuché al cuco, por vez primera este año. Por el canto, un cuco
adulto, la voz agria, cansado de profetizar. Un cuco que decía como el cómico
malo los versos y el sacristán los latines. Se veía bien que no le emocionaba
la hermosa tarde soleada, llena de camelias, ni le importaba emocionar a nadie.
Era la gran ocasión para un cuco alegre, expectante de la primavera, generoso
en los augurios. Como debió serlo aquel cuco del poema de William Henry Davies,
que se pone a cantar cuando ha cesado de llover y ha aparecido el arco iris. El
poeta habla a las vacas y a las ovejas, a las que dice por qué está tanto
tiempo parado en la hierba que mojó la lluvia. Pues porque «a rainbow and a
cuckoo’s song / may never come together again…», «un arco iris y un cuco
cantando / quizás nunca más juntos los encuentre; nunca los encuentre juntos,
de este lado del sepulcro», «may never come / this side the tomb…».
¿Cómo puede ser que un cuco cante aburrido en el bosque de la primavera? ¿Es que, como aquellos del Dante, es triste en el aire que del sol se alegra? El mundo va a peor cada día, cucos incluidos.
Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911- Vigo, 1981) ejerció en gallego y en castellano el periodismo y las artes literarias en sus más variadas formas y fue, sin duda, uno de los mejores cultivadores del realismo fantástico en España. Se dio a conocer muy pronto como poeta y libros como Mar ao Norde, Poemas do si e non, Cantiga nova que se chama Riveira fluctúan entre el surrealismo y las reminiscencias trovadorescas. Su obra en prosa en muy extensa y en ella destacan títulos como Merlín e familia, Crónicas del Sochantre, Un hombre que se parecía a Orestes (Premio Nadal 1968), Si o vello Sinbad volvese ás illas, Vida y fugas de Fanto Fantini della Gherardesca, Tertulia de boticas prodigiosas y Escuela de curanderos, Fábulas y leyendas de la mar y El pasajero en Galicia, entre otras.