El cuco en Armagh
Un domingo, yendo a visitar en Mondoñedo a un alfarero amigo mío —muy conocido por Vendaval, que es nombre de viento como es sabido, el ventus validus, el viento poderoso, según dijeron latinos— del bosque que está alto y vecino brotó el canto del cuco, que era el primero que yo escuchaba este año. ¡Voz amarga, pero anunciadora del tiempo alegre! Y pudo ocurrírseme que salía el agorero a saludarme, porque quizás era un cuco visitante de pasados años, que me conocía de paseos de otro tiempo. En el fondo de mi corazón agradecí al Señor aquella caricia sonora, nacida en verde rama de aliso o de abedul. Y ya en Vigo, sentándome en mi mesa en el «Faro de Vigo», abrí una revista inglesa en la que tropecé con un reportaje sobre Armagh, la ciudad capital eclesiástica de Irlanda, la ciudad de las dos catedrales y los dos arzobispos, cabeza del Ulster, y sede de San Patricio, el evangelizador de gaélicos. Y en dicho reportaje aprendí que Armagh tiene su nombre en Ard Macha, es decir, la Colina de Macha. Y Macha era el onomástico de una reina que allí se estableció en el siglo V, y desde entonces, y durante varias centurias, Armagh fue en arpas, en libros santos encuadernados en plata, la residencia de los nobles reyes del Ulster, ricos en yeguas negras, en hebillas de oro y en escudos redondos. Y cuentan las historias erínicas que cuando la reina Macha abandonó el bosque donde vivía con los suyos para ir a reinar a la colina que habría de llevar su nombre, e main Macha, a su diestra fueron volando, compañeros, los cucos que anunciaban abril a la isla toda. Y desde entonces, siempre hay cuco primaveral en Armagh y nadie duda de que el que canta ahora desciende por línea directa de los cucos amigos de la reina trashumante. Cuando el deán Swift vivía en Armagh con la familia Acheson, y paseaba con su amigo el doctor Jenny, éste le explicaba al autor de los Viajes de Gulliver el efecto sedante que el canto de cuco ejerce sobre los nervios primaverales. El doctor Jenny, teólogo e hidroterapeuta, reconocía a cada cuco por su acento, y podía afirmar, sin lugar a dudas, que el que estaba cantando en aquel momento era un nuevo barítono del bosque, acabado de llegar a Armagh… La mayoría de los clientes del doctor Jenny eran viudas de oficiales ingleses, afectadas de nubes de calor en el pecho y en el rostro. Con baños alternados fríos y calientes, y canto de cuco, el doctor las dejaba para segundas nupcias o para un tranquilo servicio en las obras parroquiales. Que cada cual reacciona a su manera.
No hace falta decir lo que me gustaría ir un día de abril o mayo a Armagh a escuchar el cuco en los árboles que rodean cualquiera de las dos catedrales. ¡Cucos con el acento mismo de Ossian, el sonoro mago, bardo y cabalgador…! Hay que suponer que los cucos de Armagh no distinguirán de catedral, la católica y la protestante. Las dos se llaman de San Patricio. Los protestantes se establecieron en la antigua, famosa por su cripta del siglo IX, donde está enterrado Brian Boru, el gran héroe, más fuerte que Sansón, vencedor de normandos en la batalla de Clontarf, en el 1014. Hubo la muerte Brian Boru porque se quedó admirado de la destreza de un danés, que, caído en el verde campo, tendió el arco y le disparó una flecha emplumada. Fue tan gracioso el gesto, venía la flecha tan ondeante de cola, que Brian Boru siguió su viaje, asombrado, sin percatarse de que venía a hacer nido en su indomable corazón… Y si los cucos no distinguen de catedral, es de suponer que no los haya entre ellos católicos y protestantes, sino cucos simplemente, avecillas libres en el bosque, augurando viajes y bodas. Lo mismo que en mi valle natal, oscuros mánticos de oscura pluma.
Quede, con estas líneas escritas a vuela pluma, saludado el cuco que me saludó, viéndome entrar al obrador de Vendaval.
No hace falta decir lo que me gustaría ir un día de abril o mayo a Armagh a escuchar el cuco en los árboles que rodean cualquiera de las dos catedrales. ¡Cucos con el acento mismo de Ossian, el sonoro mago, bardo y cabalgador…! Hay que suponer que los cucos de Armagh no distinguirán de catedral, la católica y la protestante. Las dos se llaman de San Patricio. Los protestantes se establecieron en la antigua, famosa por su cripta del siglo IX, donde está enterrado Brian Boru, el gran héroe, más fuerte que Sansón, vencedor de normandos en la batalla de Clontarf, en el 1014. Hubo la muerte Brian Boru porque se quedó admirado de la destreza de un danés, que, caído en el verde campo, tendió el arco y le disparó una flecha emplumada. Fue tan gracioso el gesto, venía la flecha tan ondeante de cola, que Brian Boru siguió su viaje, asombrado, sin percatarse de que venía a hacer nido en su indomable corazón… Y si los cucos no distinguen de catedral, es de suponer que no los haya entre ellos católicos y protestantes, sino cucos simplemente, avecillas libres en el bosque, augurando viajes y bodas. Lo mismo que en mi valle natal, oscuros mánticos de oscura pluma.
Quede, con estas líneas escritas a vuela pluma, saludado el cuco que me saludó, viéndome entrar al obrador de Vendaval.
NOTICIA VARIA DE LUGARES Y CIUDADES
Álvaro Cunqueiro
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