10 mayo 2021

10 de mayo

El salario más constante del réferi es el ultraje. ¿Por qué entonces se anima a salir al campo con dos tarjetas judiciales en el bolsillo? ¿Qué compensación lo impulsa a estar ahí? Algunos son narcisistas de cabeza ostensiblemente rapada o blonda melena de beach boy; sin embargo, casi todos aspiran con humildad a no ser advertidos. Esta tarea ingrata depende de un inaudito amor al juego. El árbitro es el fan más raro.

Aunque su condición física sea buena, la ausencia de otras facultades lo condena a ser juez de un deporte que sin duda hubiera preferido jugar. Su pasión por intervenir, así sea como aguafiestas, comprueba que estamos ante el más enrevesado hincha del fútbol. Las horrorosas acusaciones acerca de la vencida honra de su madre no detienen a este mártir, capaz de sudar tras un balón intangible a cambio de contribuir a la gesta con su trémulo pitido.

Cada vez que un árbitro se equivoca, los fanáticos se acuerdan de la señora de cabellos grises que tuvo la mala fortuna de parirlo.

Un Día de las Madres coincidí en una cantina de la ciudad de México con el célebre árbitro Bonifacio Núñez. Ese 10 de mayo había organizado un festín con mariachi y decenas de convidados:

Anthurium

Anthurium

09 mayo 2021

9 de mayo

Tampoco es atinado decir que me despachó. Mi padre me acompañó a Lancing. Viajamos juntos, en tren, el 9 de mayo de 1917, un día negro en mi calendario. Lo digo literalmente, pues llevaba en el bolsillo un calendario en el que había tachado los días previos, unos más negros que otros, según fuera mi suerte, rodeando toda la hoja con un festón de cadenas.

Fue una primavera húmeda y lluviosa. Cambiamos de tren en Brighton y llegamos a Shoreham a primera hora de la tarde, donde tomamos un taxi para ir al colegio.

Hoy en día se trata de una zona bastante populosa, pero entonces no lo era. El río Adur, con marea baja, dejaba al descubierto llanuras enfangadas; en una orilla había un campamento del ejército con sus tiendas de campaña; al otro, un campo que ocasionalmente utilizaban los aviones. Al este, por la costa desolada, se llegaba hasta las últimas zonas residenciales de Brighton; al oeste, de igual manera, hasta Worthing, con la sola interrupción que suponían las aldehuelas de Lancing y Sompting, pastos y tierras de cultivo que iban a morir al borde mismo de los guijarros de la playa. Formaba el horizonte, como me recordó mi padre, «la línea de los cerros, tan noble, tan despojada».

Anthurium, capotillo

Anthurium, capotillo

08 mayo 2021

8 de mayo

Si usted me pregunta ahora en qué punto intervienen los huevos y el coñac de contrabando, me veré obligado a replicar que éste es un secreto que por ley y por tradición sólo puede ser murmurado por labios oriundos de Sussex directamente junto a oídos oriundos también de Sussex. Mucho menos es permisible escribirlo, por temor de que algún celta depredador, o un nativo de Kent se apodere de la receta y usurpe nuestra capacidad de hacer un excelente Budín de Sussex, si bien es verdad que muy pocos entre estos bárbaros saben leer, y si lo saben, sólo en caracteres de gran tamaño. Pero semejante contingencia es demasiado terrible para que la contemplemos aquí.

Se necesitará, más tarde, un litro o dos de crema muy gorda.

Guzmania estrella

Guzmania estrella

07 mayo 2021

7 de mayo

Heatherlegh, que probablemente nos seguía, se dirigió hacia donde yo estaba.

—Doctor —dije, mostrándole mi rostro—, he aquí la firma con que la señorita Mannering ha autorizado mi destitución. Puede usted pagarme el lakh de la apuesta cuando lo crea conveniente, pues la ha perdido.

A pesar de la tristísima condición en que yo me encontraba, el gesto que hizo Heatherlegh podía mover a risa.

—Comprometo mi reputación profesional… —Fueron sus primeras palabras.

Y las interrumpí diciendo a mi vez:

—Ésas son necedades. Ha desaparecido la felicidad de mi vida. Lo mejor que usted puede hacer es llevarme consigo.

El calesín había huido. Pero antes de eso, yo perdí el conocimiento de la vida exterior. El crestón de Jakko se movía como una nube tempestuosa que avanzaba hacia mí.

Una semana más tarde, esto es, el 7 de mayo, supe que me hallaba en la casa de Heatherlegh tan débil como un niño de tierna edad. Heatherlegh me miraba fijamente desde su escritorio. Las primeras palabras que pronunció no me llevaron un gran consuelo, pero mi agotamiento era tal, que apenas si me sentí conmovido por ellas.

Serie: azulejos