Se ha dicho que procrear no es tan difícil; solo hace falta que dos se pongan a ello; pues bien, no, tienen que ser tres; un hombre, una mujer y Dios entre ellos. Si el pensamiento de Dios es ajeno a su éxtasis, harán un niño, pero no harán un hombre.
George Sand, Histoire de ma vie
No basta, hijo mío, con ablandarse como un pedazo de buey en el caldo del sentimentalismo, hay que pasar a la acción.
¡En cuestiones de amor soy asquerosamente pragmático!
Adolphe Gaiffe, Corsaire, 7 de septiembre de 1852
Unas caricias que hubieran hecho saltar hasta el firmamento a todos los seminaristas de la Tierra.
Raymond Brucker, Mensonge, p. 430
Es menester que la enemistad social se oceanice en la copa de la anarquía, pues la necesidad de verdad está en el fondo del vaso y hay que beber hasta la última gota antes de poder llegar a ese sedimento tan necesario.
Colins
La siega es el desenlace del drama agrícola.
Auguste Desplaces
Me parece que esta noche tengo en mí el alma de Napoleón que me inspira y me manda grandes cosas: en la rue du Coq he comprado un sombrero.
Gérard de Nerval, «Aurelia o el sueño de la vida»,
Revue de Paris, 15 de febrero de 1855
Epígrafe para encabezar esta colección:
He aquí a estos hombres soberbios,
unos sobre los otros tumbados;
así palpitan entre las hierbas
los peces que se han pescado.
Ponsard, poema de Homero, Revue de Paris,
15 de diciembre de 1854
Gustave Flaubert
Bouvard y Pécuchet
Penguin Clásicos
Los mejores libros jamás escritos. Verdadera enciclopedia de la estupidez humana y retrato sangrante y bilioso de la burguesía en estado puro, Bouvard y Pécuchet inaugura de algún modo la literatura del siglo XX. La más entretenida e hilarante farsa filosófica de la historia, novela póstuma (1881) y quijotesco testamento de Gustave Flaubert, nos cuenta las andanzas de Bouvard y Pécuchet, dos almas gemelas reunidas por el azar. Una herencia y el sueño de un retiro contemplativo donde cultivar la sabiduría harán que se abismen en todas las áreas del conocimiento humano de la jardinería al teatro, de la medicina a la religión, para encontrar en todas ellas solo escepticismo y desazón.
Firma la espléndida introducción Jordi Llovet, sutil conocedor de todo lo que rodea al ermitaño de Croisset, y también reúne aquí, dándole a su edición un carácter único, los materiales que preparó el propio Flaubert para la segunda parte (inacabada) de la novela: el «Estupidiario», el «Diccionario de ideas corrientes» o la imposible colección de citas, entre otros textos.
«¡Pensándolo bien, es una buena idea! ¡Dios mío, pues sí! ¿Por qué no?»
No hay comentarios:
Publicar un comentario