03 abril 2022

Sobre el cuco - El cuco llega a mi país en el mes de abril y, en realidad, no tiene hora fija

 EL CUCLILLO
EL cuco, el cuclillo, anuncia la primavera, constituye la avanzada de la algarabía universal, vegetal, animal y humana —sí señor, vegetal y humana— que llamamos el despertar de la primavera.
El cuco llega a mi país en el mes de abril y, en realidad, no tiene hora fija. Su ausencia y su presencia está unida a los mitos más profundos y más obscuros del pueblo. El cuco está unido a los mitos del eterno rejuvenecimiento, en virtud de los cuales las mujeres se entregan a dulces imaginaciones y los hombres tuercen el cuello y ponen unos ojos naufragados y acuosos de becerro. Aparece el cuco, las mujeres dan unos saltos en los colchones, los árboles sacan sus hojitas y surge el cocu que es la especie de hombres que a mí me infunde más respeto. De estas cosas yo he hablado mucho con un mitólogo, el viejo señor Vayreda de Lladó, mi difunto amigo, que está reposando en el cementerio de su pueblo, en el que está enterrado también otro gran tipo que fué gran amigo mío, el pintor Llavanera. Llavanera fué un gran cazador de tordos. Vayreda no fué cazador siquiera: sabía tantas y tan abisales cosas que para no hablar de tres o cuatro a la vez, me decía, al encontrarme en Figueras:
—¿De qué quiere usted que hablemos?
La fuerza de la sangre aprieta y si el cuco se retrasa en el horario ancestral de su llegada, hay mucha pena. Por eso se dice que si el cuco no llega a España a primeros de abril, es que está prisionero en Francia. Y este es un dicho de la época de los Austrias, al menos.

Abril. Calendario agrícola en san Isidoro de León.

 abril

02 abril 2022

Sobre el cuco - (Es otra clase de cuco el que aquí se menciona) - ¿Usted no ha conocido al Cuco?

—Satur, dile al chófer que pare, que mi nieta tiene que hacer una necesidad.

El chófer paraba el autobús y abuela y nieta se iban a hacer sus necesidades. Se oía la voz del conductor que bromeaba:

—Abuela, en vez de ponerse tras el coche se debían poner ustedes delante; igual me daba por ponerlo en marcha y tenía que salir usted corriendo.

Se reían todos. La vieja se sentaba en su sitio comentando:

—Este Obdulio es más malo que la sarna, ¡qué cosas tiene! María se reía de las cosas que se decían en el coche. El campesino le aclaraba:

—Es que todos los que vamos aquí nos conocemos. Aquí viaja uno como en familia. Ya verá usted si en el próximo pueblo monta un amigo mío de mi oficio, que es más guasón que el Cuco. ¿Usted no ha conocido al Cuco? ¿No? Pues diga usted que no ha conocido a nadie. ¿Y ni siquiera le ha oído usted nombrar? Pero, hija mía, ¿en qué mundo vive usted? Pues el Cuco es el molinero del molino que nosotros llamamos de los ratones, porque siempre nos da la harina mermada y le echa la culpa a los ratones. Pues el Cuco, como le iba diciendo, es alguien muy importante. Tan importante que dicen que una vez se fue a Madrid y lo recibió el rey. El tío se lo había apostado con unos amigos a que el rey le recibía y no sabemos cómo se las arregló, pero le recibió. Los amigos no se lo querían creer, pero él les enseñó un trozo de periódico donde venía con su nombre y apellido y el mote. Sí, señorita, al Cuco lo recibió el rey. Es algo muy grande ese Cuco, lo que pasa es que ya está viejo y no parece que tenga muchas ganas de broma. Dice que se va a morir y que ya no le divierte tanto la cosa como cuando era joven y tenía la vida entera por delante. Si le oye un filósofo, seguro que se asombra con sus dichos.

Ignacio Aldecoa
El fulgor y la sangre

Modernismo en Gijón

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01 abril 2022

Sobre el cuco - Adonde el cuco silba entre los olmos,

VEREDA DEL CUCO
Cuántas veces has ido en otro tiempo
Camino de esta fuente,
Buscando por la senda oscura
Adonde mana el agua,
Para quedar inmóvil en su orilla,
Mirando con asombro mudo
Cómo allá, entre la hondura,
Con gesto semejante aunque remoto,
Surgía otra apariencia
De encanto ineludible,
Propicia y enemiga,
Y tú la contemplabas,
Como aquel que contempla
Revelarse el destino
Sobre la arena en signos inconstantes.
Un desear atávico te atrajo
Aquí, madura la mañana,
Niño, ya no, ni hombre todavía,
Con nostalgia y pereza
De la primera edad lenta en huirnos;
E indeciso tu paso se detuvo,
Distante la corriente,
Mas su rumor cercano,
Hablando ensimismada,
Pasando reticente,
Mientras por esa pausa tímida aprendías
A conocer tu sed aún inexperta,

En la Villa de Pedraza, Segovia

 En la Villa de Pedraza, Segovia

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...