13 junio 2021

13 de junio

 El 13 de junio de 1901, a las siete de la mañana, murió Leopoldo Alas, a la edad de cuarenta y nueve años. El féretro fue velado en el claustro de la Universidad donde acudieron profesores, amigos y familiares del escritor. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de El Salvador.

En Madrid, el escritor Bonafoux (mediocre escritor según Clarín y otros colegas de la época), fiel enemigo hasta la muerte, preparó el artículo necrológico en que añadió estas palabras: «Yo he sido el primero en alegrarme de la muerte de Clarín. […] En su entierro se escuchó el silencio que se escucha en los entierros de los tiranos».

Su obra cumbre: La Regenta (1884-1885).

Castillo de Turégano. Segovia

Turégano, castillo

12 junio 2021

12 de junio

Sr. M. Zakheim
Zakheim y Di Modena, Abogados
King George, 36
Jerusalén

PERSONAL. A LA SOLA ATENCION DEL DESTINATARIO

Querido señor Zakheim:

De acuerdo con su petición telefónica a principios de semana volé durante unas horas hasta Sharm el-Sheikh y comprobé la historia. Mi ayudante, Albert Maimón, también consiguió hallar la pista del joven y descubrir sus andanzas hasta hace dos días. El informe es como sigue:

Durante la noche del 10 al 11 de junio, el barco turístico en que BB había estado trabajando últimamente fue robado del puerto deportivo de Ophira. Esa misma noche, sobre las dos, el barco apareció abandonado no muy lejos de Ras Muhammad, tras haber sido utilizado, según parece, por contrabandistas beduinos para transportar droga (hachís) desde la costa egipcia. La patrulla que descubrió el barco salió en persecución de los contrabandistas. A las cinco (amanecer del 11 de junio) fue arrestado un joven beduino que responde al nombre de Hamed Mutani.

Ayuntamiento de Turégano

 Turégano, Ayuntamiento

11 junio 2021

11 de junio

Después de escuchar a Dusser se busca a Betancourt, el enterrador. Se enteran de que ha muerto; pero su viuda vive aún, y su deposición es interesante. Refiere que el 11 de junio de 1795, muy de mañana, su hombre, que se hallaba trabajando en la fosa común, la llamó y la invitó a descender al hoyo. Cuando ella saltó al agujero, Betancourt, «hundiendo su pala en distintos sitios», le hizo observar que «debajo no había ya nada». Se quejó la mujer de que la importunara por tan poco y él la dijo: «¡Vaya! ¿No tienes curiosidad?… ¿No me preguntas siquiera qué ha sido de este féretro?». A continuación le dijo que no sería nunca más que una bestia, y ella regresó a tender su colada, y le vio de lejos «con los brazos cruzados apoyados sobre su pala, como un hombre que piensa». Poco después la confió que él fue quien retiró de la fosa, en la misma noche del día en que fue enterrado, el féretro del Delfín, y lo había enterrado «en una fosa cavada junto a los cimientos de la iglesia, bajo la puerta del crucero de la derecha».

Araña

 lámpara, araña

Enriketa ve un fantasma