20 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (30 de 365)
16 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (29 de 365)
LA CAJITA DE CORNELLEn un campo de lirios, monasterio de pájaros, riendo Sören Kierkegaard, con pantalón cortilargo, la cara enharinada, vestido de payaso. La ciudad arde al fondo, un soberbio espectáculo. La cajita de Cornell se llama “Avisando”. CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
15 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (28 de 365)
PAISAJE INVERNAL
Desnudos árboles de invierno, solitario estornino pensativo. ¿Blanco ya el mundo? ¿O embozado en blancura solamente? CUADERNOS DE REMBRANDT. José Jiménez Lozano
13 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (26 de 365)
12 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (25 de 365)
11 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (24 de 365)
09 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (23 de 365)
08 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos) y una imagen (22 de 365)
04 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 21 de 365
Deseáis, señor Sarmiento,
Saber en estos mis años,
Sujetos a tantos daños,
Como me porto y sustento.
Yo os lo diré en brevedad,
Porque la historia es bien breve,
Y el daros gusto se os debe
Con toda puntualidad.
Salido el sol por oriente,
De rayos acompañado,
Me dan un huevo pasado
Por agua, blando y caliente,
Con dos tragos del que suelo
Llamar yo néctar divino,
Y a quien otros llaman vino
Porque nos vino del cielo.
Cuando el luminoso vaso
Toca en la meridional,
Distando por un igual
Del oriente y del ocaso,
Me dan asada y cocida
De una gruesa y gentil ave,
Con tres veces del suave
Licor que alegra la vida.
Después que cayendo viene
A dar en el mar hesperio,
Desamparando el imperio
Que en este horizonte tiene,
Me suelen dar a comer
Tostadas en vino mulso,
Que el enflaquecido pulso
Restituyen a su ser.
Luego me cierran la puerta,
Yo me entrego al dulce sueño;
Dormido soy de otro dueño,
No sé de mí nueva cierta.
Hasta que, habiendo sol nuevo,
Me cuentan como he dormido;
Y así, de nuevo les pido
Que me den néctar y huevo.
Ser vieja la casa es esto,
Veo que se va cayendo;
Voyle puntales poniendo,
Porque no caiga tan presto.
Mas todo es vano artificio;
Presto me dicen mis males
Que han de faltar los puntales
Y allanarse el edificio.
Baltasar del Alcázar
03 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 20 de 365
No hay carreteras en el valle, tienen sus caminos de carros por los que llevan a casa los productos de sus campos en carretas de un solo tiro, y por esa razón vienen pocas personas al valle; entre éstas a veces hay un caminante solitario, amante de la naturaleza, que se queda unos días en la ornamentada habitación superior de la posada y contempla las montañas, o incluso un pintor que llena su carpeta con dibujos del pequeño y puntiagudo campanario y de las hermosas cumbres de los riscos. Por lo tanto, los habitantes constituyen un mundo cerrado, todos ellos se conocen entre sí por el nombre y saben las historias de cada cual desde el abuelo y el bisabuelo. Todos ellos hacen duelo cuando uno muere, saben cómo se llama el que nace, tienen sus propios litigios que solventan entre sí, se apoyan mutuamente y acuden juntos cuando ocurre algo extraordinario. Son muy constantes y apegados a lo antiguo. Si se cae una piedra de una pared la vuelven a colocar, las casas nuevas se construyen como las antiguas, los tejados deteriorados se reparan con las mismas ripias, y si en una casa hay vacas manchadas se sigue criando la misma clase de terneros y el color se queda en la casa.
Hacia el mediodía se ve desde el pueblo una montaña nevada que, con sus brillantes picos, casi parece estar por encima de los tejados, aunque de hecho no esté ni mucho menos tan cerca. A lo largo de todo el año mira hacia el valle con sus rocas salientes y sus blancas superficies. La montaña es lo más llamativo que tienen en el valle, y como tal se ha convertido en objeto de la atención de los habitantes y en el centro de muchas historias. No hay hombre ni viejo alguno en el pueblo que no tenga algo que contar de las aristas y picos de la montaña, de las grietas del glaciar y de sus grutas, de sus agujas y de sus cantos rodados, algo que le haya ocurrido a él mismo, o que se lo haya oído contar a otros. Esta montaña es también el orgullo del pueblo, como si la hubieran hecho ellos mismos, y no está del todo claro, aun cuando se tenga en gran estima la probidad y el amor a la verdad de los habitantes del valle, si no hay veces que mienten en honor y fama de la montaña. La montaña, además de ser la curiosidad del lugar, les proporciona beneficios reales a los habitantes, pues cuando llega un grupo de visitantes para ascender a ella desde el valle los habitantes del pueblo les sirven como guías, y el haber sido guía, haber visto esto y aquello, conocer tal y cual lugar, es una distinción que a cualquiera le gusta lucir. A menudo hablan de ello cuando se reúnen en la taberna y relatan sus proezas y sus fantásticas experiencias, y nunca olvidan contar lo que dijo tal o cual viajero y lo que recibieron de él como pago por sus esfuerzos. Aparte de esto, la montaña, desde sus flancos nevados, manda las aguas que alimentan un lago en la parte alta de sus bosques y que originan el arroyo que discurre alegre por el valle, que mueve el aserradero, el molino y otras pequeñas industrias, arroyo que limpia el pueblo y en el que abreva el ganado. De los bosques de la montaña procede la madera y también son ellos los que detienen los aludes. En las galerías y grietas internas de las alturas se sumen las aguas que luego discurren en venas, atraviesan el valle y surgen en pequeños manantiales y fuentes de los que beben los hombres y que brindan al forastero su magnífica agua, muchas veces encomiada. Pero ellos no piensan en estos beneficios y dicen que siempre ha sido así.
Adalbert Stifter
Piedras de colores
«Cristal de roca» y «Creta blanca»
Adalbert Stifter (1805-1868) fue un escritor austriaco perteneciente a la corriente Biedermeier.
02 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 19 de 365
Nuestra Iglesia celebra diferentes fiestas que llegan al corazón. Apenas cabe imaginar algo más hermoso que Pentecostés, algo más grave y sagrado que la Pascua. La tristeza y melancolía de la Semana Santa, seguidas de la solemnidad del domingo de Resurrección, nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Una de las fiestas más hermosas la celebra la Iglesia casi mediado el invierno, casi cuando las noches son más largas y los días más cortos, cuando el sol se mantiene más oblicuo sobre nuestras campiñas y la nieve cubre todos los campos: la fiesta de Navidad. Como en muchos países, el día anterior a la fiesta que conmemora el nacimiento del Señor, que en muchos países se llama la víspera de Navidad, entre nosotros se llama día de Nochebuena; el día siguiente Navidad y la noche que media entre ambos Nochebuena. La Iglesia católica celebra la Navidad, día del nacimiento del Salvador, con la máxima solemnidad ritual, y en la comarca se santifica con brillantes ceremonias nocturnas la medianoche, hora del Nacimiento del Señor, ceremonias a las que los vecinos acuden presurosos invitados por las campanas que resuenan a través del callado y oscuro aire invernal de la medianoche portando luces o atravesando bosques por los oscuros y bien conocidos senderos de las nevadas montañas, y cruzando huertos cuyo suelo cruje al pisarlo, dirigiéndose a la iglesia de donde sale aquel repique solemne y que con sus largas vidrieras iluminadas se eleva en medio del pueblo encerrado entre árboles cubiertos de hielo.
A la fiesta de la iglesia va unida una fiesta hogareña. En casi todos los países cristianos se ha extendido la costumbre de mostrar a los niños la llegada del niñito Jesús, —también un niño, el más maravilloso que jamás viera el mundo— como algo alegre, brillante y solemne, que sigue manteniendo su influencia toda la vida y que a veces, aun entrados en años, recordando momentos sombríos, melancólicos o conmovedores es como una mirada hacia el tiempo pasado que vuela con alas brillantes y llenas de calor por el desolado, triste y vacío cielo nocturno. Se acostumbra a darles a los niños los regalos que les ha traído el Santo Niño para causarles alegría. Esto suele hacerse en Nochebuena, cuando ha comenzado el profundo crepúsculo y se encienden luces, la mayoría de las veces muchas, velitas que a menudo se balancean reposando sobre las hermosas ramas verdes de un pequeño abeto o pino colocado en el centro de la sala. A los niños no se les deja entrar hasta que se da la señal de que el Niño Dios ya ha estado allí y ha dejado los regalos que traía consigo. En ese momento se abre la puerta, se les permite entrar a los pequeños y ven el maravilloso resplandor brillante de las luces, ven las cosas que cuelgan del árbol o extendidas en la mesa y que sobrepasan con mucho todo lo que hubieran podido imaginar, no se atreven a tocarlas, y cuando por fin las han recibido las llevan en sus bracitos toda la noche y las meten consigo en la cama. Cuando después, entre sueños, oyen las campanadas de medianoche con las que se llama a los mayores a orar en la iglesia, entonces podría parecerles que los angelitos atraviesan en ese momento el cielo o que Cristo vuelve a casa, después de haber visitado y llevado un magnífico presente a cada niño.
El día siguiente, la Navidad, será ese día tan solemne en el que estén con sus ropas más hermosas en la cálida sala, cuando el padre y la madre se arreglen para ir a la iglesia, y cuando al mediodía haya una comida de celebración mejor que la de cualquier otro día del año, será cuando por la tarde o al anochecer vengan amigos y conocidos y se sienten en las sillas y en los bancos y puedan hablar entre ellos mirando placenteramente por las ventanas el paisaje invernal, mientras caen lentos los copos o una opaca niebla ciñe las montañas o se oculte un sol frío de un rojo intenso. En distintos lugares de la estancia, sobre una sillita, o sobre un banco, o en el alféizar de la ventana están esparcidos los mágicos regalos de ayer, aunque ahora ya mejor conocidos y más familiares.
Después transcurre el largo invierno, llega la primavera y el interminable verano; y cuando la madre vuelve a hablar sobre el Niño Dios, de que pronto será su fiesta y de que también ahora bajará, a los niños les parece como si hubiera transcurrido una eternidad desde la última vez, y como si la alegría de entonces se encontrara en una latitud lejana y nebulosa.
Como esa fiesta perdura tanto y como su destello llega hasta tan lejos en nuestra vida, por eso la vivimos con tanta alegría cuando los niños la celebran y se regocijan con ella.
Adalbert Stifter
Piedras de colores
«Cristal de roca» y «Creta blanca»
Adalbert Stifter (1805-1868) fue un escritor austriaco perteneciente a la corriente Biedermeier.
01 febrero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 18 de 365
y cuanto yo escrebir de vos deseo;
vos sola lo escrebistes, yo lo leo
tan solo, que aunque de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.
TRECE LINEAS (más o menos)
28 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 17 de 365
27 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 16 de 365
es mi criatura, como tú;
se alimenta de hierba, como el buey.
16 Fíjate en la fuerza de sus lomos,
en el vigor de los músculos del vientre;
17 empina su cola como un cedro,
se traban los nervios de sus muslos;
18 sus huesos son tubos de bronce,
sus miembros son barras de hierro.
19 Es la obra maestra de Dios,
su Hacedor lo amenazó con la espada.
20 Los montes le pagan su tributo,
junto a él retozan las bestias.
21 Se tumba debajo de los lotos,
oculto en el carrizal de la marisma;
22 los lotos lo cubren con su sombra,
los sauces del río lo protegen.
23 No teme que el río se desborde,
que un Jordán espumee en su hocico.
24 ¡A ver quién lo atrapa si él lo advierte,
o le perfora la nariz con ganchos!
25 ¿Pescarías con anzuelo a Leviatán?,
¿sujetarías su lengua con cuerdas?
26 ¿Le pasarías un cordel por la nariz?,
¿traspasarías su mandíbula con garfios?
27 ¿Te vendría con súplicas insistentes?,
¿te aplacaría con suaves palabras?
28 ¿Firmaría un contrato contigo,
para ser tu siervo de por vida?
29 ¿Jugarías con él como con un pájaro?,
¿lo atarías para diversión de tus hijas?
30 ¿Podrían subastarlo los pescadores
o ponerlo en venta los mercaderes?
31 ¿Le acribillarías la piel con arpones,
la cabeza con artes de pesca?
32 ¡Si le pones la mano encima,
no querrás recordar la batalla!
Capítulo 41
1 La esperanza de atraparlo es ilusoria;
su sola presencia aterra;
2 ¡nadie intentaría provocarlo!
¿Quién resistirá frente a él?
3 ¿Quién fue hacia él impunemente?
¡Nadie bajo el cielo!
4 Tendré que hablar también de su arrogancia,
de su palabra firme y su alegato.
5 ¿Quién atravesó su envoltura
y penetró por su doble coraza?
6 ¿Quién abrió las puertas de sus fauces,
rodeadas de dientes espantosos?
7 Su lomo son hileras de escudos,
bien apretados y sellados;
8 sus piezas tan unidas y trabadas
que ni el aire se filtra entre ellas;
9 se sueldan unas con otras,
formando un sólido bloque.
10 Su estornudo emite destellos,
sus ojos parpadean como el alba.
11 Sus fauces escupen antorchas,
emiten chispas de fuego;
12 de sus narices sale una humareda,
como caldero que hierve atizado;
13 su aliento enciende carbones,
expulsa llamas por su boca.
14 Su fuerza reside en su cuello,
ante él se estremece el espanto.
15 Son compactos los repliegues de su carne;
soldados al cuerpo, ni se mueven.
16 Su corazón es duro como roca,
resistente como piedra molar.
17 Su majestad espanta a los dioses,
al oír su estrépito retroceden.
18 No valen espadas contra él,
ni dardo, lanza o jabalina.
19 El hierro le resulta paja,
madera podrida el bronce.
20 No hay flecha que le haga escapar,
las piedras de la honda son tamo.
21 Tamo le parece el mazo,
se burla del venablo que vibra.
22 Su vientre son lastras afiladas,
que arrastra como trillo por el lodo.
23 Hace hervir el fondo como olla,
convierte el mar en pebetero.
24 A su espalda deja un surco luminoso,
una blanca cabellera en el abismo,
25 Nadie se le iguala en la tierra,
pues es criatura sin miedo.
26 Se enfrenta a todo lo arrogante,
es el rey de todas las bestias».
26 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 15 de 365
El mayor de los tesoros de Aarón, además de su mujer —Esther—, era su hijo: un muchacho que jugaba sobre las alfombras, un muchacho de redondos y negros ojos que estaba provisto de toda la belleza oriental de su estirpe. Este muchacho era Abdías, quien más tarde sería un hombre desdichado, pero que ahora era todavía una tierna y bella flor que había brotado del seno de Esther. Sobre estas dos riquezas acumulaba Aarón todo lo que pensaba que podría hacerles afortunados: bienes de los que él sabía que los poderosos de la tierra, los sultanes y los antiguos reyes de su pueblo, habían luchado por conseguir como los más preciados de la vida. Bien es verdad que algunas veces él vislumbraba, en horas de aislamiento, que podría haber otra dicha que se hallase en el espíritu y en el corazón; pero, no llegando a comprender su fugaz sentimiento, tuvo esto por una especie de dolor que había que alejar. El único provecho que sacó de semejantes pensamientos fue el propósito de coger un día a su hijo, cuando fuese mayor, y montarle en un camello para conducirle a Kahira a trabajar junto a un médico, para que así fuese más sabio —como en tiempos hicieron los antiguos profetas de su estirpe—. Pero fuera de eso nada más, porque ese sentimiento cayó de nuevo en el olvido; así que el muchacho no tenía nada en lo que su espíritu pudiera desarrollarse, salvo el ancho cielo sobre sí, que él tenía por el manto de Jehová: el Dios que había creado las montañas, las nubes y todo lo demás, y cuyos hijos se reunirían con él algún día para la gloria eterna. Vamos a pasar de largo su infancia y adolescencia, puesto que no hay otra cosa que decir que se crio en la opulencia del reino y que vivió bajo el excesivo amor de sus padres.
Pero por fin llegó el día en el que también Abdías tuvo que introducirse en su destino, lo mismo que ese destino, bueno o malo, había quedado dispuesto desde hacía siglos para su pueblo; ¡y sabe Dios el tiempo que todavía lo seguirá disponiendo! A partir de ese día, el padre, Aarón, le condujo fuera, haciéndole pasar de los más ricos aposentos de los que había gozado hasta entonces a los más pobres, ya que le puso un andrajoso caftán y le dijo: «Abdías, hijo, ve por el mundo y, dado que el hombre no posee nada sino lo que puede conseguir por sí mismo, y que a cada momento tiene que volver de nuevo a obtener, y dado que este no puede asegurarse nada sino solamente la aptitud para esta obtención, así marcha y apréndela tú; aquí te doy un camello y una moneda de oro porque hasta que no hayas logrado por ti mismo tanto como para que un solo hombre pueda subsistir en la vida, no te daré nada más; si fueses un haragán, entonces no recibirías nada tras mi muerte. Visítanos a tu madre y a mí con frecuencia, y regresa cuando tengas tanto como para que un ser humano pueda vivir. Te daré entonces tanto como para que pueda vivir una segunda persona contigo: puedes traerte una esposa; intentaremos alojaros y buscaros un lugar en nuestra choza para vivir allí dentro y gozar de la felicidad con la que Jehová os bendiga. Pero ahora, sin embargo, querido hijo Abdías, yo te bendigo. Tienes que marcharte y no seas desleal al nido en el que te has alimentado».
Adalbert Stifter
Abdías
Título original: Abdias
Adalbert Stifter, 1853
Traducción: Carlos d’Ors Führer
Esta nouvelle ha sido considerada una de las más hermosas de la literatura en lengua alemana y Thomas Mann llegó a decir que su autor era «uno de los narradores más singulares, más enigmáticos, más discretamente osados, más curiosos y más seductores de la literatura mundial».
25 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 14 de 365
24 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 13 de 365
22 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 12 de 365
José Luis Martínez
El mundo antiguo I
Mesopotamia / Egipto / India
21 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 11 de 365
(c. 2500 a. C.)
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
León, amado de mi corazón,
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
Esposo, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara;
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti;
León, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Deja que gocemos de tu radiante hermosura;
León, déjame que te acaricie;
Mi caricia amorosa es más suave que la miel.
Díselo a mi madre, y ella te ofrecerá golosinas;
A mi padre, y te colmará de regalos.
Tu alma, yo sé cómo alegrar tu alma;
Esposo, duerme en nuestra casa hasta el alba.
León, durmamos en nuestra casa hasta el alba.
Dame, te lo ruego, tus caricias.
Mi señor dios, mi señor protector,
Mi Shu-Sin, que alegra el corazón de Enlil,
Dame, te lo ruego, tus caricias.
te ruego que pongas tu mano encima de él,
Pon tu mano encima de él como sobre una capa-gishban,
Cierra en copa tu mano sobre él
como sobre una capa-gishban-sikin.
Este es un poema-balbale de Inanna.
Tablillas sumerias con escritura cuneiforme. Traducción Samuel Noah Kramer/Muazzeg Cig/Jaime Elías.
José Luis Martínez
El mundo antiguo I
Mesopotamia / Egipto / India
20 enero 2023
TRECE LINEAS (más o menos). 10 de 365
Álvar Núñez Cabeza de Vaca
Naufragios y Comentarios
Fue la gesta de unos españoles que durante diez largos años conocen toda clase de privaciones y calamidades y a los que mantiene vivos su afán por sobrevivir. Al final de su aventura tropezarán con otros españoles que, a sangre y fuego, están llevando a cabo la conquista de Nueva Galicia.
Si la trama de la narración está formada por estas aventuras, el meollo lo constituye el relato de Álvar Núñez sobre las distintas sociedades indígenas que va conociendo y de las que hoy ya sólo queda el testimonio literario del español. De ahí, precisamente, que los Naufragios alcancen singular relevancia sobre todo desde que los pioneros del Far West, allá en el siglo pasado, llevaran a cabo el genocidio amerindio, tan traído y llevado en el cine.
Aunque los Comentarios tienen el objetivo de justificar una labor de gobierno puesta en entredicho por una sublevación contra el Adelantado Álvar Núñez, no podemos olvidar que, por encima del relato leguleyo, sobresale la preocupación indigenista, base fundamental justamente de su defensa ante el Consejo de Indias. Álvar Núñez nos proporciona un conocimiento exhaustivo de la tierra, de su flora y fauna, y, sobre todo, de sus hombres, los indígenas del Río de la Plata, sobre quienes nos ha dejado una minuciosa descripción que hoy adquiere valor de documento inestimable.
22 de noviembre
Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...