26 junio 2024

EL CANTO DEL CUCO

 EL CANTO DEL CUCO
 
Dulce canto del cuco que sostiene las horas más amargas y las otras, llegas como un frailecillo de Francisco de Asís, y luego dejas un rastro de alegría indistinguible, que no puede seguirle quien no duda.

El tiempo de Eurídice (1996) de José Jiménez Lozano (1930 - 2020)

Una casa en la pradera

paisaje o detalles

21 junio 2024

En Sevilla, el viernes primer día de enero de 1435 llovió.

 En Sevilla, el viernes primer día de enero de 1435 llovió. El sábado llovió; durante la noche ráfagas de viento azotaron las calles y en la madrugada el suelo fue conmovido por un temblor. El lunes siguió lloviendo, el río alcanzó el adarve de la barbacana, desde la puerta de Golles hasta el pie de la cuesta de Castilleja y los tejados de Triana. Las campanas repicaron en la noche, el agua entró en la ciudad por los caños y las compuertas del río tuvieron que calafatearse. Día tras día cayó el agua en forma torrencial, el río se hinchó como una serpiente parda y subió los mármoles de las puertas hasta la primera tabla, entró en las atarazanas de las galeras del rey y se llevó ochocientos pinos que allí estaban, se llevó madera de unos mercaderes gallegos y penetró por la puerta grande de fierro que sale a la Torre del Oro. Llegaron a juntarse el Buerva y el Guadalquivir, Triana se cercó de agua, los caminos desaparecieron bajo lagos repentinos y el Tagarete se introdujo por la puerta del fonsario, arrastrando cadáveres y huesos, lápidas y flores. Pronto, el pan y la carne escasearon en la ciudad, no hubo leña, los frailes de un monasterio cortaron los álamos para hacerse de comer, las paredes de infinitas casas se reblandecieron, el agua tocó el primer arco del castillo de Triana, media braza debajo de la imagen de la Virgen María, y las noches fueron blanqueadas por los relámpagos, las gentes comenzaron a decir que las tormentas eran mandadas por Dios, que quería destruir Sevilla, y se refugiaron en las iglesias y en los puntos más altos de la ciudad, bajo el tañer de las campanas de Santa María, haciéndose oración en todas las iglesias para que Nuestro Señor salvara a la villa del peligro en que se hallaba.


Homero Aridjis

1492

Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla


Basado en fuentes contemporáneas a los hechos que relata, Homero Aridjis ha escrito una de las novelas más ambiciosas de los últimos tiempos en nuestro idioma.

La narración, que comienza en el verano del año de 1391, con el asalto a la judería de Sevilla, y concluye con el viaje de Colón a las Indias, en agosto de 1492, reúne en un mismo espacio literario la ficción y la historia del siglo XV español.

Juan Cabezón, descendiente de conversos, da hilo a la historia, en busca de su amor perdido, Isabel de la Vega. En su persecución nos sumerge en la vida cotidiana de la época, al mismo tiempo que nos conduce con un recorrido inolvidable por diversos pueblos y ciudades medievales (Madrid, Toledo, Zaragoza, Ávila, Calatayud, Teruel, Trujillo, y muchos otros) trazando un verdadero mapa narrativo.

Isabel de la Vega, la conversa de Ciudad Real que la Inquisición ha condenado a ser quemada viva, surge como uno de los personajes femeninos más fascinantes de la novelística hispanoamericana actual.

Pero Meñique, el ciego mitad pícaro y mitad patético, se quedará para siempre en la mente del lector.

El año decisivo es 1492, año en que los Reyes Católicos ganan la Guerra de Granada y firman el Edicto de Expulsión de los judíos de toda España, Cristóbal Colón descubre el Nuevo Mundo y Antonio de Nebrija publica la primera Gramática de la Lengua Castellana.

En particular, Hornero Aridjis describe la Expulsión de los judíos de España con tal riqueza de detalle histórico que logra situarnos en vivo ante los dramas personales y colectivos que acaecieron por esta cruel medida. El pasaje, en el libro, alcanza verdaderas proporciones de éxodo.

Esta novela es un mosaico único de la España de las tres religiones, donde a través del lenguaje próximo hasta donde es posible al espíritu del tiempo, pasan ante nuestros ojos actos de amor, autos de fe, procesiones de penitenciados, sucesos callejeros, escenas íntimas, alegrías secretas y terrores públicos.

Paisaje urbano con tranvía

paisaje o detalles

20 junio 2024

Tristán García

 Tristán García

Este Tristán do que conto nunca soupo por que lle puxeran este nome no sacramento do bautismo, nin conocía a ninguén que se chamase como el.

Un tío de seu que traballaba como camareiro nun restaurante mui famoso de Lisboa, decíalle que en Portugal conocía a dous ou tres cabaleiros dese nome, e que todos eles eran ricos. Tristán foi cumplir o servicio militar a León, e alí, un día, nun quiosco, mercou por dous reás “La verdadera historia de los amantes Tristán e Isolda”, cos namorados mui abrazados na portada do folletín. Ao fin iba saber quen fora aquel Tristán cuio nome levaba. Cando chegou ao final da historia, coa morte de delambos namorados, Tristán García verqueu unhas bágoas. E dende aquela deu en matinar que andando el polo mundo atopaba a unha muller chamada Isolda, e gostábanse, e facíanse noivos, e casábanse, e vivían mui felices en Viana do Bolo, de onde Tristán era natural. A todos os seus compañeiros do Reximento de Burgos 38, preguntáballes si por un casual habería no seu pobo unha rapaza que se chamase Isolda. Nona había. Había algunha Isolina solta, pro Isolina non era o mesmo que Isolda. Tristán doíase de non dar con esa Isolda, porque si nona atopaba agora en León, onde había tanta familia, nona iba atopar en Viana do Bolo, traballando na terra. Un día mandouno chamar un sarxento chamado Recuero.

—¿Ti eres ese que andas coa teima de atopar unha muller que se chame Isolda?

—Si señor.

—Pois en Venta de Baños hai unha viuda dese nome.

—¿Nova ou vella?

—¡Que sei eu! Coido que é churrera…

Tanto tiña metida no seu maxín o noso Tristán a novela famosa, que non puido dubidar de que aquela Isolda de Venta de Baños fose nova e fermosa. En todo caso, si era vella, tería unha filla ou unha sobriña que a seguise no nome, e si era churrera como ela podía seguir co negocio en Ourense ou en Viana, onde xa era hora que deran nos bares chocolate con churros. Tivo Tristán un permiso, e cos vinte pesos que tiña aforrados tomou en León o tren para Venta de Baños. Xa naquel empalme preguntou pola churrería da Isolda. Estaba a churrería perto da estación. E a señora Isolda era aquela que estaba envolvéndolle uns churros a un señor cura. Era unha velliña co cabelo branco, fermosos ollos negros, e pel tersa, as mans mui graciosas pondo os churros no papel de estraza e esparexando o azucre por derriba deles. Tristán dubidou entre falarlle ou non, pro xa levaba gastadas corenta e sete pesetas no billete de ida e volta.

—¡Bos días! ¿Vostede é a señora Isolda?

—¡Servidora!, respondeulle a velliña, sorríndolle.

—¡É que eu son Tristán e viña a conocela!

A velliña pechou os ollos, e agarrouse ao amasador para non caír. Bágoas rodaban polas súas meixelas.

—¡Tristán! ¡Tristán querido!, puido decir ao fin. ¡Toda a miña mocedade agardando a conocer un mozo que se chamase Tristán! ¡E como non viña, caseime cun tal Ismael, que era de Madrid!

Tristán saludou militarmente, e despacio volveuse á estación a agardar o primeiro tren para León. Cando este chegou e Tristán subía ao vagón de terceira, apareceu a señora Isolda, con un paquete de churros. Doullo a Tristán e bicoulle a man. Non se non dixeron nada.

Cousas así soio pasan nos grandes amores.


Álvaro Cunqueiro

Os outros feirantes

Terraza para el verano

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19 junio 2024

Yo mismo les pregunté si lo tenía que firmar y, como me dijeron que sí, los obedecí.

 Las celdas limpias y acogedoras del tribunal de justicia, con las paredes blanqueadas y las rejas barnizadas de negro, produjeron en Švejk una impresión inmejorable. También le gustó el corpulento señor Demartini, carcelero jefe de la cárcel preventiva, con sus galones de color morado en el uniforme y en la gorra. El color morado no está prescrito sólo aquí, sino también en las ceremonias religiosas del Miércoles de Ceniza y del Viernes Santo.

La gloriosa historia del dominio romano sobre Jerusalén se repetía. Hacían salir a los prisioneros y los conducían al sótano ante los Pilatos del año 1914. Y los jueces de instrucción, los Pilatos de los tiempos modernos, en lugar de lavarse honradamente las manos, mandaban que les trajeran del bar de al lado un plato de estofado con pimientos rojos y cerveza Pilsen y prorrumpían en continuas quejas ante la fiscalía.

Aquí, en la mayoría de los casos, todo carecía de lógica y el triunfador absoluto era el §, el párrafo del artículo de la ley. El § estrangulaba, el § hacía barbaridades, el § escupía, el § reía, el § amenazaba, el § mataba; lo único que el § nunca hacía era perdonar. Los jueces de instrucción no eran sino juglares de la ley, inmoladores de las letras muertas del código, devoradores de acusados, tigres de la selva austrohúngara que medían su salto sobre las víctimas según el número de párrafos del artículo.

Asimismo, había algunas excepciones (como en la prefectura), personas que no se tomaban la ley tan a pecho. En todas partes se encuentra grano entre la paja.

Una de esas personas interrogó a Švejk. Era un hombre viejo, con aspecto de bonachón. Tiempo atrás, cuando investigaba el caso del célebre asesino Valeš, jamás olvidaba decirle:

—Siéntese, por favor, señor Valeš, aquí tiene una silla.

Cuando le llevaron a Švejk, el juez de instrucción lo invitó a sentarse con su cortesía innata y le dijo:

—Y bien, ¿usted es el señor Švejk?

—Creo que sí —contestó Švejk—, porque mi padre se llamaba Švejk y mi madre era la señora Švejk. No les puedo deshonrar renegando de mi nombre.

Una cordial sonrisa atravesó la cara del juez de instrucción.

—¡Menudas fechorías ha llegado a cometer! ¡La de remordimientos que debe de tener!

—Siempre he tenido muchos remordimientos —dijo Švejk con una sonrisa todavía más cordial que la del juez de instrucción—. No me extrañaría que tuviera todavía más que usted, señor.

—Ya se ve en el documento que ha firmado —dijo el juez de instrucción con la misma cortesía de antes—. ¿Le ha presionado la policía?

—¡Qué va, señor! Yo mismo les pregunté si lo tenía que firmar y, como me dijeron que sí, los obedecí. No discutiré con ellos por mi propia firma, ¿no? Seguro que no habría sacado nada bueno de ello. La orden es lo principal.

—¿Se encuentra perfectamente de salud, señor Švejk?

—Hombre, perfectamente no sería la palabra más adecuada. Tengo reuma y debo darme masajes con una pomada.

El anciano volvía a sonreír con amabilidad.

—¿Qué tal si le examinaran los médicos forenses?

—Yo creo que no estoy tan mal para hacer perder el tiempo a esos señores. Ya me ha examinado un médico de la prefectura para ver si tenía gonorrea.

—¿Sabe qué, señor Švejk? A pesar de ello, probaremos con los médicos forenses. Reuniremos una comisión y a usted lo pondremos en situación de arresto provisional; de esta manera, mientras tanto, podrá descansar. Y permítame una última pregunta: según el informe usted proclamaba y difundía que pronto iba a estallar una guerra, ¿no es así?

—¡Oh, ya lo creo, señor! Estallará enseguida.


Jaroslav Hašek

Las aventuras del buen soldado Švejk


«Una gran época pide grandes hombres. Hay héroes desconocidos y oscuros, privados de la fama y de la gloria históricas de un Napoleón. Hoy mismo podríais encontrar, por las calles de Praga, a un hombre desaliñado que no se da cuenta de la importancia que tiene para la historia de la magna época moderna. Si le preguntarais cómo se llama, os contestaría con sencillez y modestia: “Soy Svejk…”». Así empieza una de las novelas más hilarantes y subversivas de la literatura universal: Las aventuras del buen soldado Svejk. Heredero de Cervantes, Rabelais, Fielding o Sterne, en la segunda década del siglo XX el escritor checo Jaroslav Hasek dio vida al entrañable y humilde soldado Svejk, enrolado en las filas del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial. Las desternillantes y sorprendentes andanzas de este simpático pícaro moderno, estúpido y sabio a la vez, ninguneado por los estamentos militares. «La comisión me declaró oficialmente idiota. ¡Soy un idiota oficial!», llega a declarar el propio Svejk, constituyen un manifiesto antibelicista de primer orden, una proclama satírica e irreverente contra la futilidad y el sinsentido de la guerra narrada desde la óptica de un idiota genial.

Paisaje con figura femenina

paisaje o detalles

17 junio 2024

HISTORIA DEL BUEN JUDAS

HISTORIA DEL BUEN JUDAS
En la ciudad alemana de Oberammergau (Baviera), se representa cada diez años el Misterio de la Pasión, una pieza teatral análoga a los "misterios" que se representan también en nuestros días en algunos pueblecitos catalanes. Los "papeles" de los diversos personajes quedan repartidos tradicionalmente entre las mismas familias y en cada representación es la misma persona la que encarna a Jesús, a Pedro o a Judas.
Psicológicamente, la compenetración con cada personaje influye en la vida real de quien lo interpreta y nadie toleraría que quien encarna a Cristo fuera en su vida un deslenguado, un adúltero o un ladrón. Pero, ¿y Judas?... Judas es también un buen cristiano que tiene que representar el desagradable papel del discípulo traidor. Pero en Oberammergau sucedió una cosa curiosa hace unos años, bajo el régimen de Hitler. Sucedió que de los diez principales actores del Misterio, nueve se alistaron en el partido nazi y solamente Judas no se adhirió a esas ideas de odio y persecución contra los judíos.
¿Casualidad? Pudo ser. Pero probablemente fue influencia psicológica; porque en el Misterio se pinta a los judíos como un pueblo pérfido y odioso que asesinó a Cristo y que tiene por eso merecido cualquier castigo. Y Judas es el que "se entiende" con los judíos, el único que no insulta a los judíos en el Misterio. A aquellos actores de Oberammergau que encarnaron a Jesús, a Pedro o a Juan no les debió parecer anticristiano perseguir a los judíos y se adhirieron al nazismo; y fue "Judas", el enemigo de Cristo y amigo de los judíos, el único que esta vez se portó como verdadero cristiano.

Nosotros los judíos (Ensayo). José Jiménez Lozano (1930 - 2020),

Paisaje mediterráneo

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15 junio 2024

EL CUCO

EL CUCO

El cuco con su canto evoca tus «ahoríes» de niño, jugando al escondite, Mabel que se ocultaba: «cu-cú, cu-cú aquí estoy», inencontrable.
Sus senos tan pequeños, su diábolo, la mañana, y el yunque tan lejano, la campana quizás, cartas azules, el aire azul, las prímulas, el desafío, las risitas, el uniforme blanco y un cabás: cu-cú, cu-cú, cu-cú, el amor imposible, y tus lágrimas.

El tiempo de Eurídice (1996) de José Jiménez Lozano (1930 - 2020)

Una ventana con vistas

Una ventana con vistas

11 junio 2024

1667- 7 de enero. Samuel Pepys Diario: 1660-1669

1667- 7 de enero

Con lord Brouncker en coche hasta el Temple; por el camino me dice que finalmente lady Denham ha muerto. Algunos sospechan que ha sido envenenada, pero se sabrá mejor cuando le abran el cuerpo, lo que sucederá hoy, pues murió ayer por la mañana. El duque de York está muy preocupado, pero ha declarado que nunca volverá a tener una amante pública; me alegro, y me gustaría que el Rey hiciera lo mismo. Me dice que el Parlamento está enfadado con el incorrecto comportamiento del Rey con ellos en el proyecto de exámenes de cuentas, en el de Irlanda y en el asunto de los papistas, y que no aprobarán lo del dinero hasta que estén seguros de que estos proyectos serán aprobados. Han observado que la Corte retrasa todos los proyectos para que lleguen juntos: así el Rey acepta los que le gustan y rechaza los que no, lo que desbarata todo nuestro trabajo y paraliza el reino. También me cuenta que el señor Henry Howard, de Norfolk, le ha donado a nuestra Royal Society la biblioteca de su abuelo, un noble regalo valorado en mil libras, y les ha concedido alojamiento para que se reúnan en su casa, Arundel House, pues ahora tienen problemas en Gresham College. De allí al Teatro del Duque, donde vi Macbeth. Aunque la vi hace poco, parece una obra extraordinaria en todos los sentidos, especialmente en diversión, aunque sea una tragedia muy dura: esta es una extraña perfección en una tragedia, que aquí resulta muy adecuada. Es la última obra que veo hasta dentro de dos semanas, pues desde anoche estoy ya con mis votos para este año.

Samuel Pepys
Diario: 1660-1669

El Diario recoge las anotaciones comprendidas entre el 1 de enero de 1660, cuando Samuel Pepys lo inició siendo un modesto oficinista, hasta el 31 de mayo de 1669, cuando lo tuvo que dejar, convertido en un muy respetado y opulento alto cargo de la Armada con aspiraciones de convertirse en parlamentario. En el período reseñado, y gracias a su posición profesional y a ser vecino de Londres, pudo observar movimientos políticos tan importantes en la historia de Inglaterra como la Restauración monárquica de Carlos II; fenómenos sociales y culturales como la fundación de la Royal Society, la reapertura de los teatros tras la época puritana, incidentes militares como la segunda de las guerras con Holanda (1665-1667) y célebres catástrofes públicas como la gran plaga (1665) y el incendio de Londres (1666).

Contemplando la luna

ilustración

10 junio 2024

I Remember, I Remember

I Remember, I Remember

I remember, I remember,
The house where I was born,
The little window where the sun
Came peeping in at morn;
He never came a wink too soon,
Nor brought too long a day,
But now, I often wish the night
Had borne my breath away!

I remember, I remember,
The roses, red and white,
The vi'lets, and the lily-cups,
Those flowers made of light!
The lilacs where the robin built,
And where my brother set
The laburnum on his birthday,—
The tree is living yet!

I remember, I remember,
Where I was used to swing,
And thought the air must rush as fresh
To swallows on the wing;
My spirit flew in feathers then,
That is so heavy now,
And summer pools could hardly cool
The fever on my brow!

I remember, I remember,
The fir trees dark and high;
I used to think their slender tops
Were close against the sky:
It was a childish ignorance,
But now 'tis little joy
To know I'm farther off from heav'n
Than when I was a boy.

Source: Poets of the English Language (Viking Press, 1950)

Tarde lluviosa

ilustración

09 junio 2024

Un cirio es la imagen de un ser humano

 Un cirio es la imagen de un ser humano que en todo instante ofrece a Dios la combustión interior, el desgaste interior de todos los instantes que constituyen la vida vegetativa. Eso es ofrecer tiempo a Dios. Es la salvación.

Simone Weil (1909-1943). El conocimiento sobrenatural (2003)

Simone Weil fue una destacada filósofa, activista política y mística francesa. Nacida en París el 3 de febrero de 1909, Weil es conocida por su participación en la Columna Durruti durante la Guerra Civil Española y por su implicación en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra MundialSu obra abarca escritos filosóficos, políticos y místicos, que fueron publicados póstumamente tras su muerte por tuberculosis el 24 de agosto de 1943 (COPILOT)

Espigadora

paisaje: hierbas

08 junio 2024

LA CIGÜEÑA

 LA CIGÜEÑA
 
Cuando niño, sabías que la cigüeña tenía su deber de ama de casa: majar el ajo, desnudarse quizás sus medias rojas, amonestar a sus polluelos. Traía en sus alas el polvo y la canícula ardorosa del África, y visiones de harenes, cocodrilos, faraones, el desierto punteado en su arena por los signos de las patas de cabra, recursos a la luna, ajorcas, faz, tanta blancura, y teología islámica.
Era tu lección de geografía.

El tiempo de Eurídice (1996) de José Jiménez Lozano (1930 - 2020)

Burro abrevando

paisaje

07 junio 2024

ANUNCIACIÓN

 ANUNCIACIÓN

Queja de alondra en la mañana fría, azul el aire, en su salón dorado, anuncia el mundo.

Esperas y esperanzas (2022*) de José Jiménez Lozano (1930-2020)

*NOTA: Este libro de poemas, que acabo de comprar hoy, dice en su solapa "Pocos días antes de su muerte, el 9 de marzo de 2020, en Valladolid, enviaba a Pre-Textos para su publicación esta pequeña colección de poemas que ahora ve la luz con el título Esperas y esperanzas..." La edición adquirida está fechada en 2022,

Cabeza de caballo

retratos

06 junio 2024

DEL COMERCIO CON LOS LIBROS

DEL COMERCIO CON LOS LIBROS
De frecuentar los libros, de sobornar los días con la triste moneda de unos versos, queda un afán estéril. 
De esa antigua pasión por apresar el tiempo, ¿queda algo en estos versos inútiles, gastados como vieja moneda ya en desuso con la que en vano tratamos de comprar a la memoria el fuego de otros días? 
 Solo quedan cenizas donde latió la vida.

José Gutiérrez, (Nigüelas, Granada, 1955) el poeta, periodista y crítico literario, ha dejado una huella sutil en su quehacer y en su concepción poética de la realidad. A lo largo de su carrera, publicó varios poemarios, como “Ofrenda en la memoria,” “Espejo y laberinto,” y “El cerco de la luz.” Aunque tuvo un período de silencio, su obra sigue siendo apreciada y traducida a otros idiomas. 

Vista de Gijón

Gijón, esta tarde, a poniente

05 junio 2024

Paisaje

Paisaje

Y cuando se fueron a vivir a Arévalo, pues era igual pero no era lo mismo, y le preguntaban los muchachos de Arévalo que cómo era su pueblo del niño: Fontiveros.
—Pues un pueblo —decía el niño.
Pero que estaba lleno de cosas y tenía la torre y la iglesia, las campanas y la cigüeña, la plaza y las calles, los palacios, las casas y las nagüelas; los corrales, los cobertizos, los establos, los zaguanes, los portales, las puertas, los portones, las portadas, las puertas traseras, los portillos, las portezuelas, los canceles, las ventanas, las claraboyas, las gateras, los miradores, las celosías, los balcones, las buhardillas, los ojos de buey; las verjas, las rejas, las vallas, los aleros, las chimeneas, los salientes, los colgadizos, los huertos, las huertas, las bardas, los cigüeñales, los arrabales, las cijas, las ovejas, los perros, los asnos, las mulas, los bueyes, los caballos, las vacas, las terneras, los corderos, las cabras, los cabritillos, las gallinas, los gallos, los pollitos, los conejos, las palomas, las torcaces, los dormileros, los mochuelos, los aguiluchos, las alondras, los tordos, las perdices, las codornices, las garzas, las avutardas, los topos, los erizos, los grillos, los sapos, los lagartos, las lagartijas, las ranas, los renacuajos, las culebras, los escarabajos, los saltamontes, las aceiteras, las lombrices, las orugas, las mariposas, las rosas, los lirios, los geranios, los pensamientos, las azucenas, los acianos, los escaramujos, las zarzas, las retamas, el hinojo, el tomillo, el romero, la menta, la hierbabuena, el yantel, las acederas, el espliego, el cantueso, los berros, los espárragos, las coles, las lechugas, los judigüelos, los ajos, las cebollas, los manzanos, los perales, los guindos, las higueras, los membrillos, los álamos, los chopos, las parras, las vides, las encinas, los robles, la luna, las estrellas, el carro triunfante, las Tres Marías, el lucero del alba, la estrella del pastor, el sol de agua, la solanilla, la sombra, la lluvia, la primavera de mayo, el aire austro, el verano, la otoñada, la siembra, el cierzo, el ventisquero, la nieve, el ventarrón, los truenos, los relámpagos, los rayos, las exhalaciones, los trabajadores, los gañanes, los truhanes, los trujimanes, los alarifes, los albañiles, los maestros de obras, los carpinteros, los ebanistas, los tallistas, los pedreros, los peones, los caleros, los yeseros, los ladrilleros, los baldoseros, los ensoladores, los aguadores, los carreteros, los odreros, los taberneros, los mieleros, los melcocheros, los queseros, los aceiteros, los molineros, los horneros, los anacalos, los panaderos, los amasadores, los pasteleros, los recaderos, los verederos, los propios, los correos, los mayorales, los pastores, los rabadanes, los zagales, los esquiladores, los pelaires, los zurradores, los pelliteros, los tejedores, los burateros, los sastres, los buhoneros, los plateros, los sombrereros, los zapateros, los chapineros, los remendones, los herreros, los cerrajeros, los guadañeros, los joyeros, los boneteros, los labradores, los hortelanos, los maestros de niños, los dómines, los latinistas, los médicos, los boticarios, los cirujanos, los sangradores, los curas, los hidalgos, los nobles, los frailes. Las monjas, las beatas, las damas, las dueñas, las señoras, las criadas, las esclavas, las fregadoras, las recaderas, las amas, las ayas, las cereras, las amortajadoras, las lloradoras, las curanderas, las mondongueras, las lavanderas, las costureras, las bordadoras, las que dan hierro, las enamoradas. Las torrenteras, el río, los regatos, las lagunas, los labajos, los manantiales, las fuentes, los caños, los pinares, las alamedas, los almendrales, las olmedas, las choperas, las povedas, los encinares, los robledales, los trigales, los cebadales, los centenos, los garrobales, los barbechos, los guisantales, los garbanzales, los senderos, los puentes, los pasos, los vados, los zanjones, lo llano, la niebla, el rocío, la montaña que se ve lejos y hace así alabeando. Y los cristianos y los moriscos, y muchas cosas y muchos oficios más.
—¿Y cómo se llama tu pueblo?
—Fontiveros.
—¿Y cómo va a haber tantas cosas en tu pueblo, si es más pequeño que Arévalo?
Y el niño respondía:
—No sé.

El mudejarillo

José Jiménez Lozano, 1992

Vista de Gijón

Gijón, esta tarde, a poniente

04 junio 2024

EL PETIRROJO

EL PETIRROJO

Mas yo sólo recuerdo haber sido asistido a veces, de tarde en tarde, por un ángel: un solitario petirrojo que quizás tenía hambre y añoranza, frío, quizás miedo, y desde el seto volaba hasta el alféizar de mi ventana, inquieto, como si me trajera, clandestino, su socorro.

El tiempo de Eurídice (1996) de José Jiménez Lozano (1930 - 2020)

Vista de Gijón

En Gijón, esta mañana

02 junio 2024

AMANECER

 AMANECER
 
En aquel cementerio tan minúsculo, antiguo, devastación y yerbas, ni una cruz levantaba ya su sombra, ni nombraba una lápida ya a nadie porque eran todas una fuga de vocales y consonantes: irrisión perfecta. 
El cuco estaba en la tapia silencioso, y acaso iba a burlarse de aquel corral de muertos, desvencijada puerta, y las gallinas como mujerucas curiosas y abatidas.
Mas cuando el sol salió, rojo y dorado, de su tálamo un resplandor iluminó el recinto, porque había allí un almendro, y madrugaba, estaba alerta como un centinela. 
Su candidez alzaba la memoria completa, y nadie era olvidado en el mundo.

El tiempo de Eurídice (1996) de José Jiménez Lozano (1930 - 2020)
 

Vamos, con alegría

ilustración

01 junio 2024

LA LUNA

LA LUNA

La luna es roja y grande, como enferma, pálida luego, melancólica; pero sufren los hombres, y el cordero arrancado de la madre, el gorrioncillo asesinado por el águila: no la luna.

El tiempo de Eurídice (1996) de José Jiménez Lozano (1930 - 2020)

Ilustración, paisaje

ilustración

Enriketa ve un fantasma