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21 junio 2024

En Sevilla, el viernes primer día de enero de 1435 llovió.

 En Sevilla, el viernes primer día de enero de 1435 llovió. El sábado llovió; durante la noche ráfagas de viento azotaron las calles y en la madrugada el suelo fue conmovido por un temblor. El lunes siguió lloviendo, el río alcanzó el adarve de la barbacana, desde la puerta de Golles hasta el pie de la cuesta de Castilleja y los tejados de Triana. Las campanas repicaron en la noche, el agua entró en la ciudad por los caños y las compuertas del río tuvieron que calafatearse. Día tras día cayó el agua en forma torrencial, el río se hinchó como una serpiente parda y subió los mármoles de las puertas hasta la primera tabla, entró en las atarazanas de las galeras del rey y se llevó ochocientos pinos que allí estaban, se llevó madera de unos mercaderes gallegos y penetró por la puerta grande de fierro que sale a la Torre del Oro. Llegaron a juntarse el Buerva y el Guadalquivir, Triana se cercó de agua, los caminos desaparecieron bajo lagos repentinos y el Tagarete se introdujo por la puerta del fonsario, arrastrando cadáveres y huesos, lápidas y flores. Pronto, el pan y la carne escasearon en la ciudad, no hubo leña, los frailes de un monasterio cortaron los álamos para hacerse de comer, las paredes de infinitas casas se reblandecieron, el agua tocó el primer arco del castillo de Triana, media braza debajo de la imagen de la Virgen María, y las noches fueron blanqueadas por los relámpagos, las gentes comenzaron a decir que las tormentas eran mandadas por Dios, que quería destruir Sevilla, y se refugiaron en las iglesias y en los puntos más altos de la ciudad, bajo el tañer de las campanas de Santa María, haciéndose oración en todas las iglesias para que Nuestro Señor salvara a la villa del peligro en que se hallaba.


Homero Aridjis

1492

Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla


Basado en fuentes contemporáneas a los hechos que relata, Homero Aridjis ha escrito una de las novelas más ambiciosas de los últimos tiempos en nuestro idioma.

La narración, que comienza en el verano del año de 1391, con el asalto a la judería de Sevilla, y concluye con el viaje de Colón a las Indias, en agosto de 1492, reúne en un mismo espacio literario la ficción y la historia del siglo XV español.

Juan Cabezón, descendiente de conversos, da hilo a la historia, en busca de su amor perdido, Isabel de la Vega. En su persecución nos sumerge en la vida cotidiana de la época, al mismo tiempo que nos conduce con un recorrido inolvidable por diversos pueblos y ciudades medievales (Madrid, Toledo, Zaragoza, Ávila, Calatayud, Teruel, Trujillo, y muchos otros) trazando un verdadero mapa narrativo.

Isabel de la Vega, la conversa de Ciudad Real que la Inquisición ha condenado a ser quemada viva, surge como uno de los personajes femeninos más fascinantes de la novelística hispanoamericana actual.

Pero Meñique, el ciego mitad pícaro y mitad patético, se quedará para siempre en la mente del lector.

El año decisivo es 1492, año en que los Reyes Católicos ganan la Guerra de Granada y firman el Edicto de Expulsión de los judíos de toda España, Cristóbal Colón descubre el Nuevo Mundo y Antonio de Nebrija publica la primera Gramática de la Lengua Castellana.

En particular, Hornero Aridjis describe la Expulsión de los judíos de España con tal riqueza de detalle histórico que logra situarnos en vivo ante los dramas personales y colectivos que acaecieron por esta cruel medida. El pasaje, en el libro, alcanza verdaderas proporciones de éxodo.

Esta novela es un mosaico único de la España de las tres religiones, donde a través del lenguaje próximo hasta donde es posible al espíritu del tiempo, pasan ante nuestros ojos actos de amor, autos de fe, procesiones de penitenciados, sucesos callejeros, escenas íntimas, alegrías secretas y terrores públicos.

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...