17 enero 2022

Sobre el cuco (7) - Cuclillo

Le viene a la memoria un cuadro que ha visto hace poco. Es de un ruso: Orest Vereisky cree que se llama el pintor.

El cuadro representa un bosque nevado. Muchos árboles. Los troncos brotando de la sábana de nieve, de un blanco perfecto. Los troncos sin cabeza, sin copa…, sin fin. Los árboles del bosque de Vereisky terminan fuera del cuadro.

El cielo también está fuera del cuadro…

A través de los troncos se asoman tímidos o atrevidos un cervatillo, una gacela, un ratón, una liebre, un osito, una marta…

Y un poco más altos, posados en los troncos, en las primeras ramas, una lechuza, un mirlo, un cuclillo, una ardilla…

Y en primer término, muy destacadas en la blancura de la nieve, unas pisadas, unas huellas oscuras.

Ahora, el regreso a la ciudad lo imagina como el cuadro de Vereisky.

Ahora, la cinta gris une los dos polos: en uno, el conglomerado urbanístico de Madrid; en el otro, el cuadro de Vereisky.

Imagina el cuadro final de la carretera, del otro lado.

Los árboles son las casas, los edificios. Edificios sin chimeneas, sin terrazas, sin antenas de televisión. Edificios… sin cielo. Edificios cortados por la dimensión del cuadro, a lo sumo en el segundo piso.

Y el asfalto, blanco, helado…

Y asomándose a las esquinas, todos los animalitos, todas las facetas de Sara.

Siempre Sara:

El oso: Sara, huidiza de los otros.

El castor: Sara, trabajadora incansable.

El ratón: Sara, inteligente, intuitiva.

La liebre: Sara, rápida, prudente, avispada.

La gacela: Sara, asustada en el amor, temerosa, palpitante…, a su merced.

El ciervo: ¿Qué tiene Sara del ciervo? ¡Sí! La belleza de líneas; la belleza de la osamenta.

Y luego, en las primeras ventanas:

La ardilla: Sara, ligera, ágil de ideas, tímida.

La marmota: Sara, despierta ¡al fin! de un largo letargo.

La lechuza: Sara, taciturna, con ojos muy abiertos, siempre interrogantes, expectantes…

El cuclillo: Sara, golpeando fuertemente las materias para hacer salir de su interior los gusanos de las ideas. Y Sara, cuclillo también, hembra anómala que pone sus huevos (¡su amor!) en nido ajeno.

El mirlo: Sara, domesticada, repetidora, eco fiel de los susurros del amor.

La marta: Sara, ¡lo más preciado para mí!

Y en primer plano, las pisadas: mis pasos. Mis pasos, mis huellas, que vienen de ella y vuelven a ella. A encontrarla en la jungla de la ciudad. A descubrirla bajo tan diferentes aspectos. A acariciarla por encima de variopintos pelajes…

El cuadro de Orest Vereisky se titula «Cuento de Hadas».

Marta Portal
A tientas y a ciegas

No hay comentarios:

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...