14 enero 2022

Sobre el cuco (4) - Reloj

Sin embargo, el Segador sí se movía y sufría espasmos, dos por segundo, con exactitud y regularidad. Pero sus padecimientos cuando el reloj estaba a punto de dar la hora resultaban un espectáculo pavoroso, y cuando un Cuco asomaba por la trampilla del Palacio y entonaba su nota seis veces, provocaba que el hombrecillo se sacudiese otras tantas como si oyese una voz espectral o como si algo tirase de sus piernas con fuerza.

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El reloj holandés del rincón dio las diez cuando el Carretero se sentó junto al hogar, tan desazonado y apesadumbrado que pareció asustar al Cuco, que, tras acortar cuanto pudo sus diez melodiosos anuncios, se retiró de nuevo al interior de su Palacio Morisco y cerró a su paso la pequeña puerta, como si aquel inusitado espectáculo fuese excesivo para su sensibilidad.

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¡Y honores también para el Cuco —¿por qué no?— por salir repentinamente por la portezuela del Palacio Morisco como si fuera un ladrón e hipar doce veces para los allí reunidos, como si se hubiese emborrachado de alegría!

Charles Dickens.
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