Aquello significaba que Lucienne había sufrido su accidente cerca de la Madeleine. Pero, si era así, no se dirigía a casa de Ludovic, que vivía junto a la Puerta de Versalles.
El Mistral aminoró la marcha, avanzó muy despacio. ¿Vías en reparación? ¿Accidente? Costaba tan poco perder un cuarto de hora… media hora… Los faros de los coches se sucedían en la vecina autopista, iluminando el blanco paisaje. Chavane sacó de su bolsillo la nota que, en Niza, le había entregado el subjefe de estación. Leyó:
Comisaria del distrito VIIIº
Calle de Anjou, 31
Aquello significaba que Lucienne había sufrido su accidente cerca de la Madeleine. Pero, si era así, no se dirigía a casa de Ludovic, que vivía junto a la Puerta de Versalles. ¿Por qué no se le habría ocurrido echarle una ojeada a ese papel? Eso le habría ahorrado… ¿Qué, en definitiva? Había creído tener una explicación y ahora era incapaz de elaborar una hipótesis verosímil. No. Lucienne no había podido perderse en aquel lejano distrito octavo. De noche. Con lo miedosa que era…
¿Y si, durante el día, hubiera extraviado sus documentos o alguien se los hubiera robado? Son cosas que suceden. En una tienda… se deja el bolso a un lado y, luego, se olvida, o ya no se encuentra… Aliviado, Chavane apartó de su espíritu la angustia que le paralizaba. Había dado con la explicación. No cabía duda. Como Lucienne no había podido salir por la noche, en automóvil, un 7 de diciembre… y eso parecía indudable, era necesario admitir que otra mujer, llevando sus papeles, había chocado contra la farola.
¡Vamos! Todos sus temores habían sido vanos. Lucienne estaba sana y salva; el coche estaba intacto. Ni siquiera sería necesario poner a Ludovic al corriente.
Hasta Dijon, Chavane se sintió tranquilizado y fue de nuevo atento, rápido, eficaz. Luego, recordó una frase del subjefe: «¡Tienen muchos medios!» y, repentinamente, el pánico le humedeció las manos. Entre los documentos de Lucienne estaba la tarjeta del seguro en la que constaban el nombre, la dirección, el número de teléfono y, sobre todo, el nombre de la persona que debía ser avisada en caso de urgencia. Por lo tanto, primero, habrían telefoneado al apartamento. Era imposible que no hubieran telefoneado. Y no había respondido nadie. No había respondido nadie. Las palabras se confundían con el martilleo de las ruedas. De modo que era cierto. No le habían robado los documentos. Ella era la herida. ¿Adónde la habían llevado? ¿A qué hospital? Esperó cerca de la cocina y, en cuanto Amédée se quedó solo, le preguntó:
—Usted que es un parisino redomado, ¿conoce algún hospital en el barrio de la Madeleine?
—Ahora no. Antes estaba Beaujon… ¿Es por lo de su mujer?
—Sí. Tengo que ir a la comisaría de la calle de Anjou. Supongo que el accidente se produjo en el distrito octavo. Debieron de llevarla al más cercano.
—No obligatoriamente. Depende de las heridas, de las plazas disponibles, de un montón de cosas. Recuerdo que mi cuñado…
Se calló. Iba a decir que su cuñado había sufrido quemaduras graves. Pero no era el momento de aumentar el sufrimiento del infeliz Chavane.
—En la comisaría le informarán —concluyó—. Espero que no deba ir muy lejos.
—También yo lo espero —dijo Chavane.
Tal vez hubiera debido hablar de Lucienne, mostrarse comunicativo, solo para agradecerle a Amédée que estuviese allí, dispuesto a ayudarle. Pero prefirió marcharse para que no advirtiera que se sentía menos inquieto que furioso. ¿Y cómo avisar a Ludovic sin alarmarle demasiado? ¿Sería necesario decirle que estaba harto de Lucienne, que quería divorciarse e iba a iniciar las gestiones en cuanto estuviera curada? ¿Pero las iniciaría? En el fondo, pensó, en cuanto trastornan mis costumbres estoy dispuesto a morder. Soy solo un pobre chiflado itinerante, una máquina de servir sopa. Si le sacaban de ahí, no servía de gran cosa. ¿Incapaz incluso de conmoverme ante lo que me ocurre? ¿Pero qué necesidad tenía de callejear por la noche?
Pierre Boileau & Thomas Narcejac
Estación Término
Crimen & Cia.
Chavane trabaja en el vagón-restaurante del Mistral. Un día, a su llegada a Marsella le anuncian que su mujer ha sufrido un grave accidente de circulación. ¿Habrá leído ella la carta en la que le comunicaba su intención de separarse y habrá intentado suicidarse?, son sus primeros pensamientos. Difícil le será descubrirlo pues su esposa se halla en coma. Sin embargo, a raíz de ese accidente el protagonista descubrirá las terribles lagunas que cubren la intimidad de su mujer.
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