27 febrero 2021

27 de febrero

Gerónimo de Letona y las Mendozas, hijo de muy noble don Gonzalo de Letona y de dona María Visitación de las Mendozas, vio la primera luz en la ciudad de Granada en la medianoche del miércoles día 27 de febrero del año del nacimiento de Nuestro Señor Jesús de mil quinientos veinticuatro, festividad de san Baldomero y san Leandro. Su horóscopo, secretamente encargado por doña Visitación a un hidalgo castellano cultivaba saberes astrológicos burlando la vigilancia de la Santa Inquisición, no reveló buenos augurios, por lo que la prudente mujer, que cristianamente se arrepentía de sus creencias paganas cada vez que eran éstas inconvenientes a sus deseos, decidió olvidarlo y dar al niño cabal bautismo. Fue el arcipreste de la iglesia de la Resurrección, llamado Sebastián, quien puso con sus dedos el agua limpiadora de pecados en la lampiña nuca y en el cuello de Gerónimo. Después dijo una oración en la que exaltaba el desendemoniamiento que con la sanadora ablución había ejecutado.

Luis G. Martín
La dulce ira

La dulce ira se ocupa del rencor; y podría leerse como una apología de la venganza, o una defensa del acto extremo.
¿Tiene la vida situaciones en que las respuestas pacíficas, dialogantes, civilizadas, resultan inútiles? En esta novela, ambientada en el periodo de violencia que vivió la historia europea durante el siglo XVI, se sostiene que el asesinato es, para aquel que sufre, un acto moral más valioso que la resignación.
La violencia, sin embargo, no se manifiesta desde la brutalidad animal, sino desde su contrario humano, la inteligencia; y no es actitud primaria, sino acto de justicia. Como dice uno de los personajes de La dulce ira, si usa el culto su sabiduría y el hermoso su belleza, ¿qué mal hay en que el fuerte use la violencia?
Un libro inquietante.

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