11 enero 2022

Sobre el cuco. (1)

 

·        A dezanove de Março e o cuco sem vir, ou ele é morto ou está para vir

·        A dezanove de Março e o cuco sem vir, ou ele morreu ou estamos em guerra civil

·        A três d'Abril o cuco há-de vir[,] e se não vier até oito, está preso ou morto

·        A três de Abril, o cuco há-de vir

·        Abril, tempo de cuco: de manhã molhado e à tarde enxuto

·        Al cuco, San José le da el habla, y San Pedro se la quita

·        Ande o cuco por onde andar, a dezanove de Março ele há-de vir cá dar

·        Ande o cuco por onde andar, cos ceifeiros há-de abalar

·        Antre Março e Abril / Ou o cuco canta / Ou o fim há-de vir

·        Ao cuco san Xoán dálle a fala e san Pedro sácalla

·        Cando canta o cuco, tan pronto mollado como enxoitado

·        Cando o cuco marcha, colle a manta

·        Cuando canta el cuco, cuanto llueve en ocho días, se enjuga en uno

·        Cuando canta el cuco, de día mojado y a la noche enjuto

·   Cuando el cuco llega, entonces es primavera; si el cuco aún no llegó, es que la primavera no comenzó

·        Cuando el cuco no ha venido [/] a primeros de abril, [/] está cojo o está manco, o está en día de venir

·        Dacă se călătoresc cucoarele, apoi iarna nu va întârzia

·        Dia de cuco, de manhã molhado, à noite enxuto

·        Dia de S. Bento[,] cada mato tem seu cuco dentro

·        Dia de S. José, cada mato tem seu cuco ao pé

·        El cuco que no canta [/] en abril, o se ha muerto, [/] o no quiere venir

·        El cuco ya'l ruco ya'l palpayar el día de Santa Ana pasanon el mar

·        El día cinco d'Abril el cuco tien que venir, y si no vien, novedá tien

·        El veinte de abril, [/] si el cuco no ha venido, [/] se ha muerto [/] o no quiere venir

·        Em tempo de cuco, pela manhã molhado e à noite enxuto

·        En tiempo del cuco, a la mañana mojado y a la tarde enjuto

·        Ente Marzo y Abril sal el cuco del cubil

·        Entre Março e Abril, o cuco há-de vir

·        Entre Março e Abril, ou o cuco é morto ou não quer vir

·        Entre Março e Abril, se o cuco não vier, está a fim do mundo para vir

·        Entre marzo e abril sal o cuco do cubil

·        Entre Marzo e Abril sal o cuco do cubil[,] que co a neve non quer vir

·        Entre marzo e abril sale o cuco do cubil e marcha polo Santiago

·        Entre marzo e abril, se non vén o cuco, ó fin vai vir

·        Entre marzo i abril cuco morto ou non quer vir

·        Entre marzo y abril, sale el cuco de su cubil; con la nieve no quiere venir

·       Entre Marzo y Abril, tres avechuchos pasan el mar: el cuco, el rulo y el perpellegal

·        Fevereiro ricoqueiro faz a perdiz ao poleiro e o cuco vem primeiro

·        No se ouvindo o cuco / Entre Março e Abril / Ou é fome / Ou a morte para vir

·        No abril di o cuco: "vivo"; e no maio: "revivo"

·        No tempo do cuco á mañá me mollo e á tarde me enxugo

·        No tempo do cuco, tanto está molhado como enxuto

·        cuco cantando, o vran acabando

·        cuco vem pelo S. José e vai cos homens prá aceifa

·        Ós comezos de abril o cuco ten que vir; e, se non volveu, ou prendérono ou morreu

·        Pelo S. Pedro, cuco quedo

·        Pelo tempo do cuco, de manhã molhado e à tarde enxuto

·        Polo san Xosé o cuco cedo déixase ver

·        Por San Benito de Palermo, o el cuco viene de camino o se ha muerto

·        Se a 25 de Março / O cuco se não ouvir, / Ou ele é morto / Ou não quer vir.

·        Se non vichel-o cuco a mediados de Abril[,] ou morreu o cuco ou ven ao fin

·        Se o 10 d'abril o cuco non vir, ou o cuquiño é morto ou a fin quer vir

·        Se o cuco não vem / Entre Março e Abril / Ou o cuco é morto / Ou não quer vir

·        Se o cuco não vem / Entre Março e Abril, / Ou o cuco é morto / Ou o fim (do Mundo) quer vir

·        Se o cuco não vem / Entre Março e Abril, / Ou o rei é morto / Ou a guerra para vir

·        Se o cuco não vem entre Março e Abril, ou é morto ou está para vir

·        Se o cuco não vem [/] Entre Março e Abril, [/] No principio ou no fim [/] Abril sói ser ruim

·        Si el cuco canta [/] [antes de] en abril, [/] ése volverá [/] al cubil

·        Si el cuco no canta [/] pal tres de abril, [/] o se ha muerto, o ha ido [/] a otras tierras a vivir

·        Si el cuco no ha venido [/] en abril, [/] o se ha muerto, o se ha ido [/] a otras tierras a vivir

·        Si el cuco no ha venido [/] para el nueve de abril, [/] o el cuco se ha muerto, [/] o es año ruin

·        Si el cuco no ha venido [/] para el nueve de abril, [/] se ha muerto, está malo, [/] no quiere venir

·        Si el cuco no ha venido [/] para el quince de abril, [/] o se ha muerto o se ha ido [/] a otras tierras a vivir

·        Si el cuco no ha venido [/] para el siete de abril, [/] barrunta mal año [/] o se quiere morir

·        Si marzo se va y el cuco no viene, ó se ha muerto el cuco ó del fin del mundo vuelve

·        Si marzo se va y el cuco no viene, o se ha muerto el cuco o la fin viene

·        Tempo de cuco, um pouco molhado, um pouco enxuto

·        A 3 de abril / el cuclillo ha de venir; / y si no viniere el 8, / o es preso o es morto

·        A los tres días de abril, el cuclillo ha de haber vuelto; si no ha llegado a los ocho, o lo cogieron o ha muerto

 

FUENTE: http://stel.ub.edu/paremio-rom/es

Calles de Valdemoro

Calles de Valdemoro,

10 enero 2022

10 de enero

 EN EL OTRO MUSEO. LA HORA DE TODOS Y LA FORTUNA CON SESO

Ayer, de diez a doce de su mañana, en la vieja capital de las viejas Españas, se ha visto un espectáculo estupendo, formidable. Don Juan, don Pedro, don Luis, don Joaquín y don José se han levantado con el cerebro lleno de ideas. Asombraos más: llenaos de espanto, de confusión, de asombro: don Juan, don Pedro, don Luis, don Joaquín, don José, viejos hidalgos de las viejas Españas, forman parte de una Comisión. Y ¿queréis más milagro que este? ¿Queréis cosa más insólita, más sorprendente, más desconcertadora que un individuo de una Comisión que sienta en su cerebro, de pronto, el rebullicio de una idea? Don Juan, don Pedro, don Luis, don Joaquín y don José se han dado una palmada en la frente —como en las comedias—, han cogido su bastón, se han encasquetado su sombrero, han tosido —un español tose siempre en los momentos solemnes—, han pasado la mano por todos los botones de sus levitas, se han mirado de reojo al espejo, han erguido el busto, se han pasado la mano por el mostacho gris, retorcido… y, paso tras paso, gravemente —como debe caminar un español—, se han dirigido por Recoletos hacia arriba, bañados por las ondas cálidas y radiantes de un sol de invierno, entre los árboles desnudos, entre el ir y venir de las lindas muchachas nerviosas y gentiles. ¿He de deciros, para que comprendáis la alta misión que estos graves hidalgos van a realizar, que don Juan, don Pedro, don Luis, don Joaquín y don José fueron nombrados hace tres años para que expurgasen nuestro Museo Moderno de obras abominables? El tiempo ha ido pasando, han transcurrido los meses, los años; una primavera ha sucedido a un invierno, un otoño a un verano. Don Juan, don Pedro, don Luis, don Joaquín y don José estaban mano sobre mano; acaso pasaba por sus cerebros, de tarde en tarde, el lejano rezago de una idea; quizá, de raro en raro, sentían el noble y plausible impulso de hacer algo; pero bien pronto la idea y el impulso esfumaban con suavidad en el amable ambiente de inercia de que gozamos en la vetusta España. Además, ¿no hubiera sido absurdo, escandaloso, que los individuos de una Junta, Comisión o Comité hiciesen algo, se moviesen, fuesen de una parte a otra, volvieran, tornaran, trabajaran, resolvieran sus ideas en cosas prácticas, fecundas y bienhechoras? Y, sin embargo, este espectáculo, antitradicional, antipatriótico, anticastizo, antiespañol, se ha dado ayer, día 10 de enero, de diez a doce de su mañana, en nuestra pinacoteca moderna. ¿Es que había llegado la hora de todos, conforme imaginara el gran Quevedo? ¿Es que la loca Fortuna había, al fin, tras tantos desenfrenados devaneos, cobrado el seso?

Parroquial de la Asunción, Valdemoro

Parroquial de la Asunción, Valdemoro

09 enero 2022

9 de enero

Más fortuna tuvo Felipe II ante las Cortes castellanas de 1566, reunidas en diciembre de aquel año, cuando ya habían llegado las noticias de los graves desórdenes ocurridos en Flandes a cargo de los iconoclastas calvinistas; de forma que las Cortes se abren el 18 de diciembre de 1566 y el 9 de enero de 1567 los procuradores dan cuenta al Rey de haber concedido el servicio requerido de 304 millones de maravedíes. En compensación, las Cortes ruegan al Rey que no se ausente del reino, petición en principio rechazada por Felipe II en estos firmes términos:
Como quiera que nuestro asiento y continua residencia ha de ser en ellos [los reinos de Castilla], por ser, como son, la silla y principal parte de nuestros Estados, y por el mor que Nos les tenemos; mas no podemos asimismo excusar de visitar algunos de los otros Reinos y Estados, principalmente los de Flandes, donde (como habéis entendido) es tan importante y tan necesaria de presente nuestra presencia para el asiento de las cosas dellos. Y ansí por importar, como esto tanto importa, a nuestro servicio, habemos determinado nuestra partida a los dichos Estados con toda brevedad…
Ahora bien, dado que en definitiva el Rey no saldría de España, hay para pensar si en su última decisión no influiría el ruego de las Cortes castellanas.
En 1570, la alarmante situación creada por la rebelión de los moriscos granadinos en Las Alpujarras lleva a Felipe II a convocar Cortes en Córdoba, siendo la única vez que lo hace fuera de Madrid desde que trasladara a la villa del Manzanares su corte. Diríase que también en esta ocasión sintoniza el Rey con las Cortes. El discurso de la Corona ante las Cortes, leído por el secretario Eraso en el palacio episcopal, donde se alojaba el Rey, detallaría los esfuerzos regios por la defensa del reino y por asumir dignamente su papel de primera potencia de la Cristiandad; particular efecto debieron tener, entre los asistentes, las referencias a las contundentes victorias del duque de Alba en Flandes, que parecían haber resuelto aquel difícil problema, por la vía de la fuerza; también, por supuesto, aquello que entonces tocaba más de cerca al reino: la rebelión de Las Alpujarras, «que de pequeños principios ha venido a ser tan grande y de tanta consideración», y de forma que había movido al Rey a convocar las Cortes en Córdoba «… para dar calor en este negocio…», pues había el temor de que el Turco acudiese en ayuda de los rebeldes. Se añadía además la información de que el Rey se casaba de nuevo, habiendo elegido como esposa a su sobrina Ana de Austria. En la respuesta de las Cortes hecha por Burgos se aprecia la profunda compenetración existente en esos momentos entre Rey y reino. Se aludirá «a la grandeza de ánimo» con que el soberano había acudido a todas las necesidades del reino y aun de la Cristiandad. Se tenía por muy públicos y notorios los muchos gastos que por ella había soportado; por todo lo cual se concluía:
Ansí es muy justo y muy debido que ellos —los reinos de Castilla— extiendan sus fuerzas para servir a V.M. en todo lo que pudieren…
En cuanto a la boda con la princesa Ana de Austria, sería acogida con gran contento «por la naturaleza que tiene en estos Reinos». No hay duda: los procuradores de las Cortes sabían muy bien que doña Ana de Austria, su nueva reina, había nacido en el pequeño lugar de Cigales, cercano a Valladolid. Por lo tanto, se cumplía el perfecto ideal: que tanto el Rey como la Reina fueran castellanos; sería la única vez en toda la Edad Moderna.

Manuel Fernández Álvarez
Felipe II y su tiempo

Entre 1527 y 1598 se producen grandes transformaciones en España y en el mundo; unas promovidas por Felipe II; otras, acaecidas a su pesar, pero todas teniéndole como personaje con el que hay que contar o al que hay que combatir. Suele pensarse en el reinado de Felipe II en función de acontecimientos internos o internacionales tales como la rebelión de los moriscos granadinos de las Alpujarras, la prisión y muerte del príncipe Don Carlos, el proceso de Antonio Pérez; o bien la rebelión de los Países Bajos, la acción de Lepanto, la incorporación de Portugal, la colonización de América, el nacimiento de Filipinas o el desastre de la Armada Invencible. Pero también hay que verle como el protector y mecenas de las Artes y las Letras, cuya labor culmina en el monasterio de San Lorenzo del Escorial. Todo ello hace del personaje uno de los mas controvertidos de la Historia.
En cuanto a la época, Manuel Fernández Álvarez analiza, a través de los aspectos políticos y socioeconómicos, cómo se realizó el milagro político de una Monarquía católica que, en menos de medio siglo se convirtió en la primera potencia de Europa y constituye el primer imperio de los tiempos modernos.

Gijón, fuente de Pelayo

Gijón, fuente de Pelayo

Serie: azulejos