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Además de esta ocupación padecía reumatismo y ahora precisamente se frotaba la rodilla con linimento alcanforado.
—¿Qué Fernando, señora Müller? —preguntó Schwejk sin dejar de darse masajes en la rodilla—. Conozco a dos Fernandos. Uno es criado del droguero Pruscha y alguna vez se ha equivocado y ha bebido tinte para el pelo, y luego conozco también a Fernando Kokoschka, que anda recogiendo estiércol. El mundo no se pierde nada con ninguno de los dos.
—¡Pero señor! Ha sido al archiduque Fernando, al de Konopischt, al gordo y piadoso.
—¡Jesús María! —exclamó Schwejk—. ¡Qué curioso! Y ¿dónde le ha ocurrido eso al señor archiduque?
—En Sarajevo. Lo han matado con un revólver, señor. Fue allá en automóvil con la archiduquesa.
—¡Vaya, señora Müller! ¡En automóvil! Sí, un señor como él puede permitirse ese lujo y no piensa ni por un momento que un viaje así puede acabar en desgracia. Y además en Sarajevo, que es Bosnia, señora Müller. Seguro que lo han hecho los turcos. Es que no hubiéramos debido quitarles Bosnia y Herzegovina. Bueno, señora Müller: ¡de modo que el archiduque descansa en el seno divino! ¿Ha sufrido mucho?
—El archiduque se fue en seguida, señor. Ya sabe, un revólver no es ninguna broma.
Las aventuras del valeroso soldado Schwejk
Las aventuras del valeroso soldado Schwejk es, tal vez, la obra de la
literatura checa más conocida fuera del país, ya que al poco de ser publicada
se tradujo a varios idiomas y fue objeto de adaptaciones teatrales y
cinematográficas. Constituye una sátira mordaz y divertida contra lo absurdo de
las guerras. Su protagonista, Schwejk, con astuto desamparo y ladina sandez,
libra su guerra privada contra la maquinaria militar como un Sancho Panza de la
Primera Guerra Mundial, y empleando la estupidez como refinamiento se
transforma en un estratega capaz de desarmar a quien sea. En una serie de
divertidos episodios y en el trato con sus múltiples y siempre limitados
superiores, Schwejk cumple su deber de obediencia de tal manera que todas las
órdenes llevan al absurdo y deja en ridículo a las autoridades reconocidas.