10 marzo 2022

Sobre el cuco - uno no sabe si maravillarse más por la perfección de los instintos del cuco, o por la falta de tales instintos por parte de sus anfitriones

No es menor el estupor ante el comportamiento del cuco que, a la luz de nuestra moral humana, nos parece dotado de una astucia perversa. En lugar de construir un nido, la hembra pone un huevo en el nido de un pájaro más pequeño; a menudo (no siempre) la pareja propietaria del nido no se percata de la intrusión, incuba el huevo extraño junto a los propios y el pequeño cuco sale del cascarón. Recién nacido, todavía implume y ciego, posee ya una sensibilidad y una intolerancia específicas: no soporta otros huevos a su alrededor. Se revuelve, se esfuerza, empuja, hasta arrojar al suelo todos los huevos de sus hermanos putativos.
Sus dos «padres» lo alimentarán afanosamente durante días y días, hasta que el pollito sea sensiblemente más grande que ellos. Parece una historia sacada de un mal folletín, y uno no sabe si maravillarse más por la perfección de los instintos del cuco, o por la falta de tales instintos por parte de sus anfitriones involuntarios: pero hasta en los juegos de la naturaleza tiene que haber un ganador y un perdedor. Resumiendo, los pájaros, al igual que otros animales, no saben hacer todas las cosas que hacemos nosotros, pero saben hacer otras que nosotros no sabemos hacer, o al menos no igual de bien, o solamente con la ayuda de instrumentos.

Primo Levi
El oficio ajeno

Arquitecturas y otras imágenes en blanco y negro

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09 marzo 2022

Sobre el cuco - ¿Y de la pérfida astucia del cuco, asesino de sus hermanastros recién salido del huevo?

Hay que respetar a los animales porque «Dios considera buenas todas las criaturas», «las alimenta y las protege»: ¿Cómo ignorar las pacientes y crueles emboscadas de las arañas, la refinada cirugía con la que ciertas avispas paralizan a una oruga, depositan en su interior un único huevo y van a morirse a otra parte, dejando que la larva devore poco a poco al huésped aún vivo? ¿Es posible sostener que también en estos casos Dios «prepara (a los animales) un lugar para el reposo»? ¿Qué decir de los felinos, espléndidas máquinas de matar? ¿Y de la pérfida astucia del cuco, asesino de sus hermanastros recién salido del huevo? No puede de ningún modo decirse que estas criaturas sean «malas», pero es necesario admitir que las categorías morales, el bien y el mal, no sirven para los subhumanos. La gigantesca y sanguinaria competición que nació con la primera célula, y que aún tiene lugar a nuestro alrededor, está fuera, o por debajo, de nuestros criterios de comportamiento.

Hay que respetar a los animales, pero por otros motivos. No porque sean «buenos» y útiles para nosotros (no todos lo son), sino porque una norma escrita en nosotros, y reconocida por todas las religiones y legislaciones, nos intima a no crear dolor, ni en nosotros ni en ninguna otra criatura capaz de percibirlo. «Arcano es todo excepto nuestro dolor»; las certezas del laico son pocas, pero la primera es esta: es admisible sufrir (y hacer sufrir) únicamente si se evita así un mayor sufrimiento a sí mismo o a los demás.

Primo Levi
El oficio ajeno

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08 marzo 2022

Sobre el cuco - Ella se compadeció del dios solamente cuando éste se disfrazó de cuco enlodado

 HERA Y SUS HIJOS

Hera, hija de Crono y Rea, nació en la isla de Samos o, según algunos, en Argos, y la crio en Arcadia Temeno, hijo de Pelasgo.

Las Estaciones fueron sus nodrizas. Después de desterrar a su padre Crono, el hermano gemelo de Hera, Zeus, fue a verla en Cnosos, Creta, o según dicen algunos, en el monte Tórnax llamado ahora Montaña del Cuco) en Argólide, donde la cortejó, al principio sin éxito. Ella se compadeció del dios solamente cuando éste se disfrazó de cuco enlodado, y le calentó cariñosamente en su seno. Allí él reasumió inmediatamente su verdadera forma y la violó, y ella se vio obligada a casarse con él por vergüenza.

Todos los dioses asistieron a la boda con regalos, entre los que destacó el de la Madre Tierra, quien le regaló a Hera un árbol con manzanas de oro, que luego guardaron las Hespérides en el jardín que Hera poseía en el monte Atlas. Ella y Zeus pasaron su noche de bodas en Samos, y esa noche duró trescientos años. Hera se baña regularmente en la fuente de Canatos, cerca de Argos, y así renueva su virginidad.

De Hera y Zeus nacieron los dioses Ares, Hefesto y Hebe, aunque algunos dicen que Ares y su hermana gemela Eris fueron concebidos cuando Hera tocó cierta flor, y Hebe cuando tocó una lechuga, y que Hefesto también era su hijo partenogénito, prodigio que él no quiso creer hasta que la aprisionó en una silla mecánica con brazos que se cerraban alrededor del que se sentaba en ella, y así le obligó a jurar por el río Estigia que no mentía. Otros dicen que Hefesto era hijo suyo con Talos, el sobrino de Dédalo.

El nombre de Hera, habitualmente considerado como una palabra griega que significa «señora», podría representar una Herwá («Protectora») original. Era la Gran Diosa prehelénica. Samos y Argos eran las principales sedes de su culto en Grecia, pero los arcadios afirmaban que su culto era el más antiguo y que era contemporáneo de su antepasado nacido de la tierra Pelasgo («antiguo»). El casamiento forzoso de Hera con Zeus conmemora las conquistas de Creta y la Grecia micénica —es decir, cretanizada— y el derrocamiento de su supremacía en ambos países. Probablemente Zeus se transformó en un cuco enlodado en el sentido de que ciertos helenos que fueron a Creta como fugitivos aceptaron empleo en la guardia regia, hicieron una conspiración palaciega y se apoderaron del reino. Cnosos fue saqueada dos veces, al parecer por helenos: alrededor de 1700 a. de C. y alrededor de 1400 a. de C.; y Micenas cayó en poder de los aqueos un siglo después. El dios Indra en el Ramayana también había cortejado a una ninfa disfrazado de cuco y Zeus se apropió entonces del cetro de Hera, coronado por un cuco. Figurillas de pan de oro de una diosa argiva desnuda con cucos se han encontrado en Micenas; y los cucos se posan en un templo modelo de pan de oro del mismo lugar. En el muy conocido sarcófago cretense de Hagia Triada se posa un cuco sobre un hacha doble.

ROBERT GRAVES
LOS MITOS GRIEGOS

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Serie: azulejos