06 marzo 2022

Caldereta de cordero (receta familiar)

Caldereta de cordero

1 kg o más de cordero troceado
Un vasito de aceite
Un vasito escaso de vinagre
Una cebolla en trozos groseros
Un pimiento verde
Una hoja de laurel
Una cucharadita de pimentón
Sal al gusto
Una cabeza de ajo entera sin pelar y quemada al fuego

EN UNA CAZUELA TODO JUNTO DURANTE HORA Y MEDIA A FUEGO LENTO

Sobre el cuco - Los cinco pájaros que la anuncian (la primavera), la golondrina, la oropéndola, el cuco, la codorniz y el ruiseñor,

La primavera, en Bretaña, es más benigna que en los alrededores de París, y florece tres semanas antes. Los cinco pájaros que la anuncian, la golondrina, la oropéndola, el cuco, la codorniz y el ruiseñor, llegan con las brisas que se albergan en los golfos de la península armoricana. La tierra se cubre de margaritas, pensamientos, junquillos, narcisos, jacintos, ranúnculos y anémonas, igual que los espacios abandonados que rodean San Juan de Letrán y Santa Croce in Gerusalemme, en Roma. Los claros del bosque se empenachan de elegantes y altos helechos: campos de retamas y de aulagas resplandecen con sus flores que se dirían mariposas de oro. Los setos, en los que abunda la fresa, la frambuesa y la violeta, están adornados de espinos albares, de madreselva y de zarzamoras, cuyos pardos y curvados retoños están cuajados de hojas y frutos magníficos. Todo hormiguea de abejas y de pájaros; los enjambres y los nidos hacen detenerse a los niños a cada paso. En determinados abrigos, el mirto y la adelfa crecen en pleno suelo, como en Grecia; el higo madura como en Provenza; cada manzano, con sus flores color carmín, se asemeja a un gran ramo de novia de pueblo.

François-René de Chateaubriand
Memorias de ultratumba

Arquitecturas y otras imágenes en blanco y negro

 Arquitecturas y otras imágenes en blanco y negro

05 marzo 2022

Sobre el cuco - nos tratasteis como la innoble cría del cuco trata al gorrión; os adueñasteis del nido,

WORCESTER

Vuestra Majestad tuvo a bien retirarnos
vuestro favor a mí y a mi familia,
mas debo recordaros, mi señor,
que fuimos vuestros primeros y mejores amigos.
Por vos rompí yo mi vara de mando
en tiempos de Ricardo, y cabalgué día y noche
por salir a vuestro encuentro y besaros la mano
cuando vos, ni por rango ni por fama,
teníais mi fuerza y poderío.
Fuimos mi hermano, su hijo y yo
quienes os repatriamos, desafiando
los peligros del momento. Nos jurasteis,
y el juramento lo hicisteis en Doncaster,
que no pensabais atentar contra el Estado,
ni reclamar nada más que la reciente herencia:
la hacienda de Gante, el ducado de Lancaster.
Juramos ayudaros. Pero en poco tiempo
sobre vos la fortuna llovió a mares
y os cayó un diluvio de grandeza
con nuestra ayuda, el rey ausente,
los abusos de una época arbitraria,
los males manifiestos que sufristeis
y el viento adverso que en la guerra desastrosa
de Irlanda retuvo al rey tan largo tiempo
que todos le dieron por muerto en Inglaterra.
Y todo este enjambre de ventajas
lo aprovechasteis para dejaros seducir
y tomar todo el poder en vuestras manos,
olvidasteis vuestro juramento de Doncaster
y, nutrido por nosotros, nos tratasteis
como la innoble cría del cuco
trata al gorrión; os adueñasteis del nido,
crecisteis tanto con nuestra comida
que ni nuestro afecto se atrevía a acercarse a vos
por miedo a ser tragado. Nuestra seguridad
nos obligó a volar con ágil ala
por huir de vos y a reclutar este ejército
que a vos se enfrenta por los mismos medios
que vos mismo habéis forjado contra vos
con ingrato proceder, actitud amenazante
y ruptura de la lealtad y el juramento
que en vuestra primera empresa nos hicisteis.

Enrique IV
William Shakespeare

Antiguo Matadero de Madrid

Arquitecturas y otras imágenes en blanco y negro

04 marzo 2022

Sobre el cuco (52) - E Ihsma'él cazó un cuco y le dijo a Is'hac

Y así fue como Ihsma'él iba tomando ojeriza a Is’hac y no quería ya nunca que el niño fuera tras él. Le dejaba encerrado en una cuadra con los cabritillos, o salía de la casa a ocultas, sin que el niño le viera, y, entonces, Is’hac quedaba desolado. O si no podía evitar que el niño le acompañara, porque Abram y su madre, Agar, le obligaban a ello, le decía continuamente:
—No sabes nada, chaval. No conoces el mundo.
—Sí sé —decía ya Is'hac.
—¡Tú, qué vas a saber! ¿Oyes el cuco? —preguntaba Ihsma'él.
—Sí.
—¿Lo ves?
—Sí.
—¿Quieres uno?
—Sí.
E Ihsma'él cazó un cuco y le dijo a Is'hac:
—¿A que huele muy bien? ¿A que huele mejor que los perfumes de tu madre? Guárdatelo bien entre la ropa.
E Is’hac lo guardó mucho tiempo en su túnica, hasta que el cuco se escapó, cuando Ihsma'él lo asustó para que volase, e Is’hac volvió a su casa con sus ropas oliendo a cuco. Como a muerto. De manera que Sara lloró mucho ese día, porque el niño olía a cadáver, y volvió a regañar a Ihsma’él y pidió a Abram y a Agar, de nuevo, que corrigieran a Ihsma’él. Y éstos le mostraron unos juncos trenzados con los que le azotarían, si trataba así a Isaacillo.
—Pues que no me busque, ni vaya conmigo. Sólo es un pequeñajo, que no sabe nada de la vida —dijo Ihsma’él.

Sara de Ur
José Jiménez Lozano

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...