06 marzo 2022
05 marzo 2022
Sobre el cuco - nos tratasteis como la innoble cría del cuco trata al gorrión; os adueñasteis del nido,
WORCESTER
Vuestra Majestad tuvo a bien retirarnos
vuestro favor a mí y a mi familia,
mas debo recordaros, mi señor,
que fuimos vuestros primeros y mejores amigos.
Por vos rompí yo mi vara de mando
en tiempos de Ricardo, y cabalgué día y noche
por salir a vuestro encuentro y besaros la mano
cuando vos, ni por rango ni por fama,
teníais mi fuerza y poderío.
Fuimos mi hermano, su hijo y yo
quienes os repatriamos, desafiando
los peligros del momento. Nos jurasteis,
y el juramento lo hicisteis en Doncaster,
que no pensabais atentar contra el Estado,
ni reclamar nada más que la reciente herencia:
la hacienda de Gante, el ducado de Lancaster.
Juramos ayudaros. Pero en poco tiempo
sobre vos la fortuna llovió a mares
y os cayó un diluvio de grandeza
con nuestra ayuda, el rey ausente,
los abusos de una época arbitraria,
los males manifiestos que sufristeis
y el viento adverso que en la guerra desastrosa
de Irlanda retuvo al rey tan largo tiempo
que todos le dieron por muerto en Inglaterra.
Y todo este enjambre de ventajas
lo aprovechasteis para dejaros seducir
y tomar todo el poder en vuestras manos,
olvidasteis vuestro juramento de Doncaster
y, nutrido por nosotros, nos tratasteis
como la innoble cría del cuco
trata al gorrión; os adueñasteis del nido,
crecisteis tanto con nuestra comida
que ni nuestro afecto se atrevía a acercarse a vos
por miedo a ser tragado. Nuestra seguridad
nos obligó a volar con ágil ala
por huir de vos y a reclutar este ejército
que a vos se enfrenta por los mismos medios
que vos mismo habéis forjado contra vos
con ingrato proceder, actitud amenazante
y ruptura de la lealtad y el juramento
que en vuestra primera empresa nos hicisteis.
Vuestra Majestad tuvo a bien retirarnos
vuestro favor a mí y a mi familia,
mas debo recordaros, mi señor,
que fuimos vuestros primeros y mejores amigos.
Por vos rompí yo mi vara de mando
en tiempos de Ricardo, y cabalgué día y noche
por salir a vuestro encuentro y besaros la mano
cuando vos, ni por rango ni por fama,
teníais mi fuerza y poderío.
Fuimos mi hermano, su hijo y yo
quienes os repatriamos, desafiando
los peligros del momento. Nos jurasteis,
y el juramento lo hicisteis en Doncaster,
que no pensabais atentar contra el Estado,
ni reclamar nada más que la reciente herencia:
la hacienda de Gante, el ducado de Lancaster.
Juramos ayudaros. Pero en poco tiempo
sobre vos la fortuna llovió a mares
y os cayó un diluvio de grandeza
con nuestra ayuda, el rey ausente,
los abusos de una época arbitraria,
los males manifiestos que sufristeis
y el viento adverso que en la guerra desastrosa
de Irlanda retuvo al rey tan largo tiempo
que todos le dieron por muerto en Inglaterra.
Y todo este enjambre de ventajas
lo aprovechasteis para dejaros seducir
y tomar todo el poder en vuestras manos,
olvidasteis vuestro juramento de Doncaster
y, nutrido por nosotros, nos tratasteis
como la innoble cría del cuco
trata al gorrión; os adueñasteis del nido,
crecisteis tanto con nuestra comida
que ni nuestro afecto se atrevía a acercarse a vos
por miedo a ser tragado. Nuestra seguridad
nos obligó a volar con ágil ala
por huir de vos y a reclutar este ejército
que a vos se enfrenta por los mismos medios
que vos mismo habéis forjado contra vos
con ingrato proceder, actitud amenazante
y ruptura de la lealtad y el juramento
que en vuestra primera empresa nos hicisteis.
Enrique IV
William Shakespeare
04 marzo 2022
Sobre el cuco (52) - E Ihsma'él cazó un cuco y le dijo a Is'hac
Y así fue como Ihsma'él iba tomando ojeriza a Is’hac y no quería ya nunca que el niño fuera tras él. Le dejaba encerrado en una cuadra con los cabritillos, o salía de la casa a ocultas, sin que el niño le viera, y, entonces, Is’hac quedaba desolado. O si no podía evitar que el niño le acompañara, porque Abram y su madre, Agar, le obligaban a ello, le decía continuamente:
—No sabes nada, chaval. No conoces el mundo.
—Sí sé —decía ya Is'hac.
—¡Tú, qué vas a saber! ¿Oyes el cuco? —preguntaba Ihsma'él.
—Sí.
—¿Lo ves?
—Sí.
—¿Quieres uno?
—Sí.
E Ihsma'él cazó un cuco y le dijo a Is'hac:
—¿A que huele muy bien? ¿A que huele mejor que los perfumes de tu madre? Guárdatelo bien entre la ropa.
E Is’hac lo guardó mucho tiempo en su túnica, hasta que el cuco se escapó, cuando Ihsma'él lo asustó para que volase, e Is’hac volvió a su casa con sus ropas oliendo a cuco. Como a muerto. De manera que Sara lloró mucho ese día, porque el niño olía a cadáver, y volvió a regañar a Ihsma’él y pidió a Abram y a Agar, de nuevo, que corrigieran a Ihsma’él. Y éstos le mostraron unos juncos trenzados con los que le azotarían, si trataba así a Isaacillo.
—Pues que no me busque, ni vaya conmigo. Sólo es un pequeñajo, que no sabe nada de la vida —dijo Ihsma’él.
Sara de Ur
José Jiménez Lozano
03 marzo 2022
Sobre el cuco (51) - He leído que el cuco nace con dos ventajas
Un bebé, tras una exhibición llena de furia y de aullidos en la cuna, extiende sus brazos con un pequeño grito, como cuando su carrito pasa bajo unos árboles, para revelar un inmenso asombro y amor por la vida: un Alma. He leído que el cuco nace con dos ventajas sobre otros pájaros: un músculo especial en la espalda para sacarlos de sus nidos y una manera de piar que resulta irresistible a sus padres adoptivos. Este repentino grito de reconocimiento y placer es lo que nos mantiene en marcha desde la cuna hasta la tumba. Volupté! El eterno canto del cuco.
Cyril Connolly
Obra selecta
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