02 septiembre 2021
01 septiembre 2021
1 de septiembre
Descubrir un número primo realmente grande no es fácil, de ninguna manera. Por ejemplo, más arriba yo dije que el 5.237 es primo. Supongamos que usted lo dude, ¿cómo haría para verificarlo? La única forma práctica consiste en probar todos los números primos que son menores que la raíz cuadrada de 5.237 y ver si alguno de ellos es un divisor. Esto es tedioso pero posible para el 5.237. Para números realmente grandes es prácticamente imposible… aunque no para las computadoras.
Es así como los matemáticos han buscado fórmulas que les permitan construir números primos. Estas fórmulas no tenían por qué darles todos los números primos que existen, así que no se las podría usar para probar si un número dado es primo. Pero podrían utilizarse para construir números primos de cualquier tamaño deseado, con lo cual la tarea de encontrar un número primo de tamaño récord se convertiría en algo trivial y perdería todo interés.Sin embargo, jamás se pudo encontrar una fórmula semejante Hacia el año 1600 un fraile francés llamado Marín Mersenne propuso una fórmula que sirve a veces, pero que no siempre puede permitirnos construir un número primo. Esta fórmula es 2p - 1, donde p mismo es un número primo. (Espero que usted entienda que 2p representa un número que se obtiene multiplicando p números dos entre sí, de modo que 28 es 2 x 2 x 2 x 2 x 2 x 2 x 2 x 2, o sea 256).
31 agosto 2021
31 de agosto
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Ésta es la conclusión de un relato en el que se negarán a creer las gentes más acostumbradas a no asombrarse de nada. Pero estoy curtido de antemano contra la incredulidad humana.Fuimos recibidos por los pescadores estrombolianos con las atenciones debidas a los náufragos. Nos dieron ropas y víveres. Tras cuarenta y ocho horas de espera, el 31 de agosto, un pequeño speronare nos condujo a Mesina, donde varios días de descanso nos repusieron de todas nuestras fatigas.
El viernes 4 de septiembre embarcábamos a bordo del Volturne, uno de los paquebotes-correo de las mensajerías imperiales de Francia, y tres días más tarde desembarcábamos en Marsella con una sola preocupación en nuestra mente: la de nuestra maldita brújula. Este hecho inexplicable no dejaba de preocuparme profundamente. El 9 de septiembre por la noche llegábamos a Hamburgo.
Renuncio a describir la estupefacción de Marthe y la alegría de Graüben.
—Ahora que eres un héroe —me dijo mi querida prometida—, ya no tendrás necesidad de abandonarme, Axel.
La miré: lloraba al mismo tiempo que sonreía. Imagínense si el regreso del profesor
30 agosto 2021
30 de Agosto
De la misma al mismo
Ugoibea, 30 de Agosto.«Querido León: No hagas caso de mi carta de ayer, que se ha cruzado con la tuya que acabo de recibir. La ira y los pícaros celos me hicieron escribir una serie de desatinos. Me avergüenzo de haber puesto en el papel tantas palabras tremebundas mezcladas con puerilidades gazmoñas… pero no me avergüenzo, me río de mí misma y de mi estilo y te pido perdón. Si yo hubiera tenido un poco de paciencia para esperar tus explicaciones… otra tontería… ¡Celos, paciencia!, ¿quién ha visto esas dos cosas en una pieza? Veo que no acaban aún mis desvaríos; y es que después de haber sido tonta, siquiera por un día, no vuelve a dos tirones una mujer a su discreción natural.
»Mientras recobro la mía, allá van paces y más paces y un propósito firme de no volver a ser irascible, ni suspicaz, ni cavilosa, ni inquisidora, como tú dices. Tus explicaciones me satisfacen completamente: no sé por qué veo en ellas una lealtad y una honradez que se imponen a mi razón, y no dan lugar a más dudas, y me llenan el alma, ¿cómo decirlo?, de un convencimiento que se parece al cariño, que es su hermano y está junto con él, abrazados los dos, en el fondo, en el fondo… no sé acabar la frase; pero ¿qué importa? Adelante. Decía que creo en tus explicaciones. Una negativa habría aumentado mis sospechas; tu confesión las disipa. Declaras que, en efecto, amaste… No, no es esta la palabra… que tuviste relaciones superficiales, de colegio, de chiquillos, con la de Fúcar; que la conoces desde la niñez, que jugabais juntos… Yo recuerdo que me contabas algo de esto en Madrid, cuando por primera vez nos conocimos. ¿No era esa la que te acompañaba a recoger azahares caídos debajo de los naranjos, la que tenía miedo de oír el chasquido de los gusanos de seda cuando están comiendo, la que tú coronabas con florecillas de Don Diego de Noche? Sí; me has referido muchas monadas de esa tu compañera de la infancia. Ella y tú os pintabais las mejillas con moras silvestres y os poníais mitras de papel. Tú gozabas cogiendo nidos y ella no tenía mayor placer que descalzarse y meter los pies en las acequias, andando por entre los juncos y plantas de agua. Un día, casi a la misma hora, tú te caíste de un árbol, y ella fue mordida por un reptil. Era la de Fúcar, ¿no es verdad? Mira qué bien me acuerdo. Si sería yo capaz de escribir tu historia.
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