30 junio 2021

30 de junio

Zwilich conocía a esos chicos. Algunos eran jóvenes que habían pasado por el correccional; otros, chavales adolescentes. Para ellos, la forma más profunda de expresar sus sentimientos era mediante las letras de rap.

Le daban lástima. Era compasivo con ellos. Los detestaba. Los temía. Les estaba agradecido; eran su trabajo.

Uno desearía creer que a César Díaz, tan pequeño, se le podría salvar de sus garras. Si lo sacabas de su barrio, que le estaba emponzoñando el alma, y lo llevabas a… ¿adónde? ¿A un correccional? Pero esas instituciones estaban repletas y tenían poco personal. Zwilich admiraba a algunos responsables de esas instalaciones, conocía su idealismo —o su idealismo inicial, al menos—, pero esos lugares eran en realidad barriadas urbanas rodeadas de muros.

César continuaba parloteando, muy nervioso y ofendido. Zwilich echó un vistazo al reloj, que llevaba con la esfera digital vuelta, en contacto con la muñeca, como si el tiempo preciso fuera un secreto que no quisiera compartir: las 18:55; la fecha, 30 de junio de 2006.

Cada día, cada hora, son iguales a todos los demás. Si Dios está en uno de ellos, está en todos.

¡Creía que era así! Quería creerlo.

Sin embargo: Si Dios está ausente de uno de ellos, está ausente de todos.       ... (del cuento TÉTANOS)

Joyce Carol Oates
Dame tu corazón

La necesidad de amor —obsesiva, autodestructiva, impredecible— nos conduce a lugares prohibidos; así sucede en el mundo escalofriante de Dame tu corazón, esta colección de relatos de la inimitable Joyce Carol Oates.

En estas diez magníficas historias nos encontramos con niños que escapan al control de sus padres; cónyuges que se despiertan un día y descubren que apenas se conocen; pasados obsesivos que interfieren en futuros inciertos; y también con la certeza de que aquellos que tenemos más cerca pueden ser quienes nos hagan más daño.

Historias sobrecogedoras capaces de despertar nuestras pasiones más profundas.

Calle de la Sal

Calles de Madrid

29 junio 2021

29 de junio


En verdad, si Pompeyo hubiese emprendido una acción firme y atacado más vigorosamente al ejército sitiador de César, podía haber obtenido la victoria inmediatamente. Pero no lo hizo. Era lento, mientras que César era rápido y decidido. César partió rápidamente y se desplazó hacia Grecia.

Nuevamente Pompeyo perdió una oportunidad. Al desaparecer César en Grecia, Pompeyo habría hecho bien en lanzarse como el rayo sobre la misma Italia. Desgraciadamente para él, Pompeyo (y más aún los jóvenes que llenaban su ejército) estaba lleno de odio contra César personalmente. Pompeyo quería enfrentar a César y derrotarlo para mostrar al mundo quién era el gran general.

Por ello, Pompeyo dejó a Catón en Dirraquio con parte del ejército, y él se lanzó a la persecución de César con las fuerzas principales. Lo alcanzó en Farsalia de Tesalia, el 29 de junio de 48 a. C.

Calle de Toledo

Calles de Madrid

28 junio 2021

28 de junio

En oportunidad que se denunciaron las atrocidades cometidas por los rusos, después de la caída de Varsovia, recomendó a la Cámara gran delicadeza con respecto al Emperador de Rusia, declarando que «ninguna persona podía lamentar más que él las expresiones que habían sido publicadas» (Cámara de los Comunes, 28 de junio de 1832), que «el entonces Emperador de Rusia era un hombre de elevados y generosos sentimientos», que «cuando habían ocurrido casos de indudable severidad hacia los Poles por parte del gobierno ruso, podemos establecer esto como prueba que el poder del Emperador de Rusia era prácticamente limitado, y podemos tomarlo como seguro que el Emperador, en aquellos casos, ha debido ceder a la influencia de otros, más que seguir el dictado de sus sentimientos espontáneos» (Cámara de los Comunes, 9 de julio de 1833).

Cuando con una mano se sella la suerte de Polonia, y en la otra se hacía inminente la disolución del Imperio turco a causa de la rebelión de Mehemet Alí, aseguró a la Corona que «los hechos se estaban sucediendo en forma satisfactoria» (Cámara de los Comunes, 26 de enero de 1832).

Madrid: Plaza Mayor con césped

Madrid: Plaza Mayor con césped

27 junio 2021

27 de junio

El éxito de Bajo el volcán lo incomodó, acostumbrado como estaba a tantos fracasos, y al final de sus días no podía escribir, sólo dictaba a su mujer Margerie, y tenía que hacer lo primero de pie e inmóvil, lo cual le trajo problemas circulatorios en las piernas. Tras sus largos periplos regresó a Inglaterra, a la aldea de Ripe, donde murió la noche del 27 de junio de 1957, un mes antes de cumplir los cuarenta y ocho años. Durante algún tiempo se creyó que su muerte había sido by misadventure (literalmente «por accidente» o «por malaventura» o «por contratiempo»), pero hoy en día parece seguro que no fue tan aventurada, o acaso la tentativa fue menos experimental que las otras veces. Tras una bronca con Margerie, ella le tiró la botella de ginebra al suelo, rompiéndosela. Él intentó golpearla y ella salió corriendo a refugiarse en casa de una vecina. No se atrevió a volver hasta la mañana siguiente, y entonces se lo encontró tirado en el suelo, muerto, la cena que ella le había preparado y él no había probado dispersa por la habitación, como si por fin hubiera ido a comer y se le hubiera caído el plato. Se había tomado unos cincuenta somníferos que pertenecían a Margerie, quien no hizo inscribir en su lápida el epitafio que él había compuesto: «Malcolm Lowry / Late of the Bowery / His prose was flowery / And often glowery / He lived, nightly, and drank, daily, / And died playing the ukulele». Que se podría traducir de manera infiel, y si prescindimos de la rima. «Malcolm Lowry / difunto de la calle Ebria / su prosa fue florida / y a menudo airada / vivió, noche a noche, y bebió, día a día, / y murió tocando el ukelele». Pero aquí no se debe prescindir de la rima.

Javier Marías
Vidas escritas

Faulkner a caballo, Conrad en tierra, Isak Dinesen en la vejez, Joyce en sus gestos, Stevenson entre criminales, Conan Doyle ante las mujeres, Wilde tras la cárcel, Turgueniev, Mann, Lampedusa, Rilke, Nabokov, Madame du Deffand, Rimbaud, Henry James, el gran Laurence Sterne…

Hasta un total de veinte genios de la literatura resucitan en estas breves e insólitas biografías, que se leen como cuentos gracias a la precisión, amenidad y elegancia de la prosa de Javier Marías. Todos son extranjeros, todos están muertos y todos han sido tratados como personajes de ficción, con un afecto y una ironía no exentos de profundidad.

El volumen se completa con seis retratos de «Mujeres fugitivas», que vivieron y murieron por encima de sus posibilidades, con tanta intensidad como humor. Y lo corona «Artistas perfectos», el contrapunto de las anteriores semblanzas: sus imágenes detenidas prescinden de anécdotas y caracteres para subrayar, en frases como relámpagos, la expresividad de los rostros, ademanes y gestos, espontáneos o artificiales, de los artistas que sólo en la posteridad alcanzan la perfección. Los textos van acompañados de extraordinarios retratos, pertenecientes en su mayoría a la colección del autor.

¡A volar!