La metáfora de todas estas promociones fue Goldman Sachs. No se había visto nada parecido desde la «South Sea Bubble», y no volvería a verse nada igual hasta IOS («Investor Overseas Service») y Bernie Cornfeld.
La Edad de Oro de Goldman Sachs fue los casi once meses que empezaron el 4 de diciembre de 1928. Este día se constituyó la «Goldman Sachs Trading Corporation». Era un trust de inversiones cuya única función era invertir en otras Compañías; se emitieron acciones por 100 millones de dólares, el 90 por ciento de las cuales se vendieron al público. El capital se invirtió en otros valores, seleccionados de acuerdo con la suprema visión de Goldman Sachs. En el mes de febrero, la «Trading Corporation» se fusionó con la «Financial and Industrial Securities Corporation», que era otro trust de inversiones. El activo era ahora de 235 millones de dólares. En julio, la empresa fusionada lanzó la «Shenandoah Corporation». Se autorizaron acciones ordinarias y preferentes por un total de 102,3 millones de dólares, también para su inversión en otros valores. La demanda de acciones por el público fue siete veces mayor que el capital que podía suscribir, por lo cual se emitieron más. En agosto «Shenandoah» creó, a su vez, la «Blue Ridge Corporation», con 143 millones de dólares. Pocos días más tarde, la «Trading Corporation» emitió obligaciones por otros 71,4 millones de dólares, para comprar otro trust de inversiones y un Banco en la costa occidental.
Las «Shenandoah», que habían sido emitidas a 17,50 dólares y habían subido a 36,00, acabaron bajando a cincuenta centavos. Toda una pérdida. A la «Trading Corporation» le fue aún peor. En febrero de 1929, ayudada por algunas compras propias, había llegado a 222,50 dólares. Dos años más tarde podían comprarse sus acciones por un dólar o dos. «Cogió mi fortuna —dijo de su agente un contrastado comentarista— y la convirtió en agua de borrajas». Personaje importante de esta gran expropiación —director de «Shenandoah» y de «Blue Ridge»— fue John Foster Dulles. Un hombre más introspectivo se habría preguntado qué pasaba. Dulles conservó su fe inquebrantable en el sistema capitalista. Más adelante volveremos a hablar de él.
John Kenneth GalbraithLa era de la incertidumbre