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01 diciembre 2021

1 de diciembre

»Trato de escribir mis recuerdos, pero algo va de la espada a la pluma y ésta es más pesada tal vez que el arcabuz y la partesana, digo, para el que no tiene costumbre como yo».
Pero de pronto le pareció desairado escribir sobre sí mismo y tiró el papel a la chimenea apagada. Más tarde fue a buscarlo, lo alisó otra vez con las palmas de las manos —la izquierda estaba contraída por una herida mal curada— y se dijo: «En Oñate mi vida no tuvo importancia, pero aquí en Indias me he portado como otros». Y con esa idea siguió escribiendo.
«Me embarqué en Sevilla para venir acá en el año 1537 con una cédula que tenía ya del año anterior para ser regidor en el pueblo donde viviera el gobernador del Perú, y digo que esos cargos sólo se dan a personas hidalgas de solar conocido. Después de aquella cédula me dieron otra firmada el 1 de diciembre de 1536, diciendo que aquel regimiento que me otorgaban debía yo tenerlo y ejercerlo allí donde quedara establecido el gobierno de Nueva Toledo, cuya entrada y conquista se había capitulado ya con Almagro. Yo estaba contento con aquello, porque me parecía digno de mí.
»Cuando llegué a esta tierra del Perú vi que la tropa andaba separada en bandos, unos por Pizarro y otros por Almagro, de lo que vino la contienda de 1538, en donde si me hallé o no me hallé a nadie le importa y no voy a decirlo aquí, que demasiado hablan los que no hacen nada y no voy yo a echarme tierra a los ojos. Pero la verdad es que estuve en las entradas de los Chunchos con Pedro de Candía y en los Andes, que son montes fríos y ásperos como ninguna otra montaña en el mundo, y allí muchos cayeron y volvíamos maltrechos cuando nos salió al encuentro el mismo don Hernando Pizarro en persona con Peransúrez, Diego de Rojas, el famoso también Gonzalo Pizarro y otros capitanes y allí mismo don Hernando le quitó el mando a Candía y se lo dio a Peransúrez, con quien yo marché a Carabaya y a Ayavire, montes adentro otra vez y en el peor tiempo, que yo pensé que era mi fin como los otros el suyo y más de uno acertó, aunque yo, por fortuna, me equivocara. Que dentro de lo malo siempre he tenido alguna suerte.

Ramón J. Sender
La aventura equinoccial de Lope de Aguirre

La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, basada en la histórica antiepopeya de la expedición capitaneada por un vasco a lo largo del Amazonas, ofrece un amplio y variado espectro de caracteres a la búsqueda de un imposible. El mítico El Dorado se convierte en el centro vital de unas mentes estremecidas y agitadas que luchan contra sí mismas y contra el universo, plasmado en una tierra indomable, la selva del Marañón, y en unos monarcas lejanos que recuerdan al dios del abandono.
Un discurso exuberante, pleno de matices, ayuda a recrear la atmósfera sobrehumana de la tarumba equinoccial.

01 diciembre 2020

1 de diciembre

—¡Bien, bien! ¡Se acabó! Proscratinare lusitanum est. Trabaje ahora durante el verano… Para los portugueses, muchacho, el verano es la época de las bonitas fortunas y de los grandes hechos. ¡En verano nació Nuno Álvares en Bonjardim! ¡En verano se venció en Aljubarrota! ¡En verano llegó Gama a la India!… ¡Y en verano va nuestro Gonçalo a escribir una novelita sublime!… Además, los Anais no aparecen hasta diciembre, exactamente el día 1 de diciembre. Y usted en tres meses resucita un mundo. ¡En serio, Gonçalo Mendes!… Es un deber, un santo deber, principalmente de los jóvenes, colaborar en los Anais. ¡Portugal muere, muchacho, por falta de sentimiento nacional! ¡Nos estamos muriendo cochinamente del mal de no ser portugueses!
Se detuvo, ondeó el brazo delgado como la correa de un látigo, en un gesto que azotaba el Rossio, la ciudad, toda la nación. ¿Sabía el amigo Gonçalinho el secreto de aquella borrachera siniestra? Pues era que, de los portugueses, los peores despreciaban la patria, y los mejores la ignoraban. ¿El remedio?… Mostrar Portugal, vulgarizar Portugal. ¡Sí, amiguito! Organizar, con estruendo, el reclamo de Portugal, de modo que todos lo conozcan, al menos como se conoce el jarabe pectoral de James, ¿eh? Y que todos lo adopten, al menos como se adoptó el jabón del Congo, ¿eh? Y conocido, adoptado, que todos lo amen, por fin, en sus héroes, en sus hechos, incluso en sus defectos, en todos sus monumentos, ¡y hasta en las auténticas piedras de sus calles! Con ese fin, el más grande que emprender en este indiferente siglo de nuestra Historia, fundaba él los Anais. ¡Para gritar! ¡Para atronar Portugal, a gritos desde los tejados, con la noticia inesperada de su grandeza! Y a los descendientes de los que en otro tiempo habían forjado el reino incumbía, más que a los demás, el cuidado piadoso de rehacerlo… ¿Cómo? ¡Reanudando la tradición, caramba!

José Maria Eça de Queirós
La ilustre casa de Ramires

22 de noviembre

  Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...