FERMÍN ACHA, madrileño adoptivo y originario de Vera de Bidasoa, nos proporcionó la mayoría de los detalles para escribir estas narraciones.
Fermín Acha, empleado en un ministerio, era autor de algunas sabias Memorias arqueológicas de relativa importancia. Fermín nació hace ya cerca de sesenta años en Vera, en la antigua casa llamada Olazar.
La casa, de un pariente lejano suyo, apellidado Sanjuanena, pertenecía antiguamente a la familia fundadora del pueblo, llamada Alzate.
En Olazar vivía el hermano mayor de Fermín, Leandro, dedicado a la agricultura y un poco también a la genealogía y al blasón.
La vida de Fermín Acha en Madrid era vida de cortesano. Se levantaba tarde, iba a la oficina al mediodía y trabajaba en ella hasta las dos. A las dos solía comer en el Círculo. Después de comer, tenía su tertulia hasta las seis; a las seis marchaba al cine; a las diez iba a cenar; después de cenar jugaba al póquer hasta la una o las dos, y luego se retiraba a casa.
Varias veces le dije:
—Puesto que conoce usted con detalle los sucesos que nos interesan a usted y a mí, debía usted escribirlos.
Fermín se negaba a ello siempre con gran energía y tesón.
—Tengo una vagancia incurable —aseguraba.
—No lo creo. Ha escrito usted modernamente varias Memorias sobre arqueología.
—Si se tratara de unas consideraciones sobre el arte románico en los Pirineos, lo haría con gusto; pero no soy capaz de narrar un acontecimiento moderno. No sé por qué no me seduce. Me faltan medios de expresión.
A pesar de mi insistencia, se negó terminantemente.
—Todos los detalles que usted quiera y que yo sepa sobre mis vecinos de Errotacho, ya que se va usted a ocupar de ellos, se los daré con mucho gusto; pero escribir, de ningún modo.
Errotacho es un molino próximo a la casa de Vera, donde viven los Acha. Fermín y yo, individualistas y localistas, sacábamos gran parte de la historia contemporánea de la vida de los vecinos de Errotacho.
Pío Baroja
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