22 diciembre 2020

22 de diciembre

En efecto, el padre de Miguel, aquel Rodrigo de Cervantes, se mueve frenéticamente en Madrid y consigue mandar a su hijo el documento salvador. 

Se trata de un escrito que Rodrigo de Cervantes manda al Teniente de Corregidor de la villa de Madrid pidiendo el informe de limpieza de sangre a favor de su hijo Miguel. El escrito tiene interés porque da testimonio de la mentalidad de la época, en un terreno que había sido el gran debate a mediados de siglo —los estatutos de limpieza de sangre—, pero que acabaría imponiéndose, como un signo del espíritu inquisitorial que se había apoderado de la sociedad española y que la había hecho sospechosa ante la romana; de forma que Rodrigo de Cervantes, ante el requerimiento del cardenal Acquaviva, escribe al Teniente de Corregidor madrileño: 
Muy magnífico señor: Rodrigo de Çerbantes, andante en corte, digo que Miguel de Çerbantes, mi hijo e de doña Leonor de Cortinas, mi legítima mujer, estante en Corte romana, le conviene probar e averiguar cómo es hijo legítimo mío e de la dicha mi mujer y que él ni yo, ni la dicha mujer, ni mis padres ni agüelos ni los de la dicha mi mujer, hayan sido ni somos moros, judíos, conversos ni reconciliados por el Santo Oficio de la Inquisición ni por otra ninguna Justicia de caso de infamia; antes han sido e somos muy buenos cristianos viejos, limpios de toda raíz. A vuestra merced pido mande hacer información de los testigos que acerca de lo susodicho presentare, la qual hecha me la mande dar por testimonio signado, interponiendo en ella su autoridad e decreto para que valga e haga fee en juizio y fuera dél y pido justicia. E para ello, [etc.] 

[Firmado:] 
Rodrigo de Çervantes 
Andrés de Oçaeta
Los informes fueron favorables, tal como la familia Cervantes lo esperaba y deseaba; de todas formas, y para evitar sorpresas desagradables, Rodrigo de Cervantes se movió entre sus amigos. Uno de ellos era alguacil de la Villa, y por lo tanto testigo de peso, el cual, además de testificar todo lo adecuado en cuanto a la limpieza de sangre de los Cervantes y de no haber tenido nada que ver con la Inquisición, terminaba con una de las afirmaciones más deseadas en aquellos tiempos, tan influidos por el ansia nobiliaria: 
… e sabe que son habidos por buenos hidalgos…
La información de limpieza de sangre, pedida por Rodrigo de Cervantes a finales del año 1569 (exactamente, el 22 de diciembre), no pudo llegar a Roma hasta entrado el nuevo año de 1570, acaso en torno a febrero o marzo. Surtió sus efectos, pues el cardenal Julio Acquaviva tomaría a su servicio a Miguel de Cervantes, en calidad de camarero, como el propio Miguel señala en la dedicatoria que hace en su novela pastoril La Galatea al noble italiano Ascanio Colonna, en la que dice, en su alabanza: 
… las cosas que, como en profecía, oí muchas veces de V. S. Ilustrísima al cardenal de Acquaviva, siendo yo su camarero en Roma…
Y es muy posible, en efecto, que el joven Miguel de Cervantes, al entrar al servicio del Cardenal romano, lograra una cierta intimidad con él. Ambos eran jóvenes y de una edad pareja, ya que Julio Acquaviva había nacido en 1546, un año antes, pues, que nuestro escritor. Y dadas las cualidades de buen trato, ingenio y cultura de Cervantes, sin duda le harían congeniar con su protector romano.

Manuel Fernández Álvarez

Cervantes visto por un historiador


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