19 de noviembre.— Fraga Iribarne, cuando se le pidió una apertura para el cine, no la concedió en el terreno ideológico, sino en el erótico: las películas no traían más ideas, sino más camas. El mal se ha hecho crónico. Y yo no me escandalizo si un buen argumento exige una cama, pero sí me revienta que alrededor de una cama se monten, por sistema, malos argumentos. Pero ya no es sólo la cama. Las dos últimas películas que he visto —«El compromiso» y «Los girasoles»— aportan un nuevo elemento erótico inédito en nuestros lares: el caballero de la mano en el pecho (naturalmente, de las señoras). Esto no lo veía desde París, hace diez años, creo que en «Marienbad», y aquí, en España, se cortó entonces. El proceso de apertura prosigue, a lo que se ve. ¡Ya somos europeos! La quiebra de Occidente, si no me equivoco, se producirá por un empacho de erotismo.
Miguel Delibes
Un año de mi vida
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