09 marzo 2008

La flauta

Para el día de Jacintos, me ha dado una flauta hecha de cañas muy bien cortadas, uni­das con cera blanca que es dulce a mis labios como si fuese miel.
Sentada en sus rodillas me enseña a tocarla, pero yo estoy toda temblorosa. Él toca después de mí tan dulcemente, que apenas le oigo.
No tenemos nada que decirnos, de tal modo estamos uno tan en el otro; pero nuestras can­ciones gustan de encontrarse, y poco a poco se unen nuestras bocas en la flauta.
Es tarde ya, empieza el canto de las ranas verdes que anuncian la noche. Mi madre no creerá nunca que he estado tanto tiempo bus­cando mi cinturón perdido.
En 'Las canciones de Bilitis' de Pierre Louÿs

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