05 diciembre 2007

La palabra "otoño" en historias inventadas

otoño

foto de Ilu

Después de enviar esta carta, Julien salió para pedir consejo al padre Chélan, contento como el cazador que a las seis de la mañana de un hermoso día de otoño desemboca en una explanada abundante en caza. Pero antes de llegar a casa del buen sacerdote, el cielo, que no le quería privar de ningún goce, le puso en presencia del señor Valenod, al cual no ocultó que tenía el corazón destrozado; un pobre muchacho como él se debía por entero a la vocación que el cielo había despertado en su corazón, pero en este bajo mundo la vocación no lo es todo. Para trabajar dignamente en la viña del Señor y no ser del todo indigno de tantos y tan sabios colaboradores necesitaba instrucción, necesitaba pasar dos años en el Seminario de Besancon, cosa muy dispendiosa; le era, pues, indispensable -y podía decirse que era en cierto modo una obligación- hacer economías, cosa que le sería mucho más fácil conseguir ganando ochocientos francos, pagados por trimestres, que no con seiscientos, que se le iban de entre las manos de un mes a otro. Pero, por otra parte, el cielo, al colocarle al lado de los jóvenes de Rénal y, sobre todo, al inspirarle un cariño especial hacia ellos, parecía indicarle que no era del caso abandonar su educación para emprender otra...
Julien alcanzó un grado tal de perfección en este género de elocuencia, que ha reemplazado a la rapidez de acción del Imperio, que acabó por aburrirse de sus propias palabras.
Al volver a casa, encontró a un criado del señor Valenod, vestido de gran librea, que le buscaba por toda la ciudad con una invitación para comer aquel mismo día.

En "Rojo y Negro" de Stendhal

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