11 julio 2021

11 de julio

Berkeley, 11 de julio de 1994

Juan Manuel Carpio, mi querido hermano,
Con lo ciegos que somos, parece que nos cuesta aun más ser vistos que ver. A veces pensamos que alguien nos vio y nos quiso como somos —lindos y queriéndonos en la más estricta realidad—. Pero de pronto resulta que no. Para peor, la presencia de uno como que no ayuda. Por lo menos a mí siempre me han querido más a distancia. ¿Será que somos torpes de solemnidad?
Porque fíjate tú. Tú siempre me has escrito bellas cartas de amor y alegría, pero después nuestro impuntualísimo Estimated time of arrival ha hecho el resto. Bob Bien no cesa de enviarme faxes llenos del más puro y sincero cariño. Y no te rías, por favor. Él es lacónico y su estilo es el fax. Aun cuando nos alumbra la misma velita de amor casero y bajo el mismo techo, o sea muy de vez en cuando, porque su empresa siempre lo manda a quererme desde la Patagonia o Australia.
Tendré que viajar a San Salvador de nuevo a fin de mes, y me quedaré varias semanas. Con la muerte de mi mamá, ya no tiene mucho sentido mantener mi casita de allá y voy a tratar de venderla. Con esta casa como nueva, la de San Salvador, y los «fuertes ingresos» de que habla nuestro agente, ¿por qué no soñar con una mudanza más y un lugar al que la Mariana y Rodrigo vuelvan felices cada vez que tienen un buen asueto en la universidad?

Historias de la medianoche

 historias de la medianoche

10 julio 2021

10 de julio

10 de julio

Desde hace una semana no ha habido novedades. La persiana metálica permanece bajada todo el día, excepto un par de horas por las mañanas para que el piso se ventile o pasee un poco el perro por el balcón. La chica está sola y, por lo que he podido apreciar, no recibe visitas ni sale a la calle con excesiva frecuencia. Mi vecino de arriba ha dejado de fumar o de asomarse a la ventana, ya nada de lo que ocurre en el exterior tiene interés suficiente para aliviar mi tedio. En el semáforo de la esquina un taxi ha chocado con un coche blanco y yo he vuelto a escribir a Laura: le digo que no hago más que acordarme de ella y que no se puede imaginar cuánto me alegraría una visita suya de vez en cuando. En mis cartas anteriores sólo se lo insinuaba; en algunos borradores de ésta se lo he declarado tan abiertamente que yo mismo me he avergonzado y he terminado por tirarlos a la papelera. Cuando he entregado la carta al chico de la Benéfica para que la llevara a Correos, he fingido haberme olvidado de darle el dinero de los sellos.

Ignacio Martínez de Pisón
Alguien te observa en secreto

En Alguien te observa en secreto, perversidad e imaginación convergen en la transfiguración de lo cotidiano, gracias a la asombrosa capacidad narrativa de un jovencísimo autor, que con estos relatos confirma que es un escritor nato.

Las situaciones aparentemente más normales adquieren un carácter irreal que las convierte en experiencias ambiguas, sobrecogedoras y susceptibles de interpretaciones diversas, e incluso opuestas. A ello no es ajena la intención del narrador, que se permite desfigurar y aun falsear taimadamente sus informaciones.

Por estas historias transitan unos personajes a los que Ignacio Martínez de Pisón sorprende en el momento mismo en que, forzados por las circunstancias, revelan su vocación de dominantes o dominados, enzarzados en las relaciones de poder que se establecen entre ellos. Así, la crueldad y la vejación pueden ejercerse como si de un malévolo arte se tratase («El filo de unos ojos»); la pasividad del voyeur sirve para ocultar oscuros instintos que nunca llegan a ser desvelados por completo («Alusión al tiempo»); la insumisión y la neurosis pueden conducir tanto a la enajenación y el crimen («Alguien te observa en secreto») como a la resignación («Otra vez la noche»).

Gato

 Animales protagonistas

Animales, protagonistas literarios
Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana. Según pude saber más tarde, se trataba de un ejemplar de lo más perverso, un shoshei, uno de esos estudiantes que suelen realizar pequeñas tareas en las casas a cambio de comida y de alojamiento. En algún sitio he escuchado incluso que, en ocasiones, esos crueles individuos nos dan caza y nos guisan, y luego se nos zampan. Aunque he de decir que, debido quizás a mi ignorancia y a mi poca edad, no sentí nada de miedo cuando lo vi. Simplemente noté que el shoshei en cuestión me levantaba por los aires en la palma de su mano, y que yo me sentía flotar. Una vez me acostumbré a esta novedosa perspectiva, tuve ocasión de estudiar tranquilamente su rostro. El sentimiento de extrañeza todavía permanece en mí hoy en día. En primer lugar hablaré de su cara: por lo que yo sabía, las caras de todo bicho viviente suelen estar cubiertas de pelo. Sin embargo, la suya estaba lisa y pulida como la superficie de una tetera. He conocido a lo largo de mi vida a muchos gatos, de orígenes diferentes, pero ninguno tenía una deformidad como la de ese tipo.
Natsume Söseki - Soy un gato

09 julio 2021

9 de julio

9 de julio de 1791, en el jardín. Hay quienes llegan a una idea y quienes dan con ella (también quienes se tropiezan), quienes caen y quienes decaen en la cuenta (y aun quienes recaen). No se dice “voy a una idea”. Esto sería vía regia

Georg Christoph Lichtenberg
Aforismos

Georg Christoph Lichtenberg, protestante ateo, racionalista subjetivo e indomable moderado, Lichtenberg es una de las figuras más interesantes de la Ilustración alemana. Su confianza en el futuro y en los poderes de la razón lo llevó a anotar toda suerte de reflexiones personales sin buscar imponerlas a la posteridad. Sus aforismos carecen del carácter cerrado del género; por el contrario, son indagaciones sobre el discurso propio; no son verdades absolutas sino cuestionamientos sobre la verdad, chispas de ingenio poético y ascensos al paraíso infernal de la ironía; todas estas características convierten a Lichtenberg en un excepcional profeta de nuestra modernidad.

Historias de la medianoche en adelante

historias de la medianoche

¡A volar!