06 mayo 2007
05 mayo 2007
04 mayo 2007
03 mayo 2007
En Roma
El Ruiseñor canta de noche por John Crowley
El Ruiseñor se llama Ruiseñor, Nightingale, porque canta de noche. Hay otras aves que gritan en la noche: el dormilón lloriquea y la lechuza ulula, el somorgujo chilla y el atajacaminos clama y reclama. Pero el Ruiseñor es el único que canta: tan melodiosamente como canta la alondra cuando despunta la mañana, como el zorzal cuando se pone el sol, canta en la noche el Ruiseñor. Pero no siempre ha cantado de noche el Ruiseñor. Hubo un tiempo, mucho después del principio del mundo, pero de todos modos un tiempo muy, muy remoto, en que el Ruiseñor cantaba sólo de día, y dormía toda la noche —como el mirlo y el reyezuelo y la alondra. Cada mañana, en aquellos tiempos, cuando la noche huía y la Tierra volvía de nuevo su cara al Sol, el Ruiseñor se despertaba junto con la alondra y el petirrojo y el reyezuelo. Desembozaba su pico de entre las plumas de su hombro, esponjaba su oscuro plumaje y, mientras los largos rayos del sol se abrian paso a través de la fronda en que habitaba, el Ruiseñor cantaba. Cada mañana, en aquel entonces, parecía ser la primerísima mañana; todo cuanto veía el Ruiseñor, las hojas verdes perladas de rocío, el cielo irisado del amanecer, los árboles altos, el suelo musgoso pululante de insectos, las aves y las bestias despertando al sol, todo parecía nuevo, creado esa misma mañana. Y era así porque el Tiempo no había sido inventado todavía. Aunque estaba a punto de ser inventado.
02 mayo 2007
Crucero gallego en Madrid
del Romancero sefardí de Laura Papo
Arbolera, mi Arbolera, tan galana y tan gentil, la rayis tiene de oro y las ramas de marphyl y la más chica ramica es una dama zarif. Y peñando los sus trensados con su peñe cristallín. Por ahí pasó un caballero que asemejaba a Amadil. --Ansí bivas, caballero, ansí el Dio vos deje bivir, ¿si visteis al mi marido, al mi marido Amadil? --Bien lo vide, bien lo conosco, letra tengo para ti. ¿Cuánto dieras, la mi señora, porque vo lo trusera aquí? --Diera yo mis tres doblones que me quedaron de Amadil. --¿Cuánto dieras, la mi señora, porque vo lo trusera aquí? --Diera yo los mis trensados que me quedaron de Amadil. --¿Cuánto dieras, la mi señora, porque vo lo trusera aquí? --Diera yo mis tres molinos que me quedaron de Amadil. --¿Cuánto dieras, la mi señora, porque vo lo trusera aquí? El uno muele pimienta y el otro giungulí y el más chico de eos arina blanca para Amadil. --¿Cuánto dieras, la mi señora, porque vo lo trusera aquí? --Diera yo mis tres hijicas que me quedaron de Amadil. La una mete la mesa y la otra para servir y la más chiquita de ellas, para burlar y para reír. --¿Dieras vos mi medio cuerpo, para que lo trusera aquí? --Si yo do mi medio cuerpo, ¿lo que le queda para Amadil? --Non penséis nada, mi señora, so yo vuestro marido Amadil.
22 de noviembre
Deirdre frunció el entrecejo. —No al «Traiga y Compre» de Nochebuena —dijo—. Fue al anterior… al de la Fiesta de la Cosecha. —La Fiesta de...