03 mayo 2007

En Roma

Roma 261

El Ruiseñor canta de noche por John Crowley


El Ruiseñor se llama Ruiseñor, Nightingale, porque canta de noche. Hay otras aves que gritan en la noche: el dormilón lloriquea y la lechuza ulula, el somorgujo chilla y el atajacaminos clama y reclama. Pero el Ruiseñor es el único que canta: tan melodiosamente como canta la alondra cuando despunta la mañana, como el zorzal cuando se pone el sol, canta en la noche el Ruiseñor. Pero no siempre ha cantado de noche el Ruiseñor. Hubo un tiempo, mucho después del principio del mundo, pero de todos modos un tiempo muy, muy remoto, en que el Ruiseñor cantaba sólo de día, y dormía toda la noche —como el mirlo y el reyezuelo y la alondra. Cada mañana, en aquellos tiempos, cuando la noche huía y la Tierra volvía de nuevo su cara al Sol, el Ruiseñor se despertaba junto con la alondra y el petirrojo y el reyezuelo. Desembozaba su pico de entre las plumas de su hombro, esponjaba su oscuro plumaje y, mientras los largos rayos del sol se abrian paso a través de la fronda en que habitaba, el Ruiseñor cantaba. Cada mañana, en aquel entonces, parecía ser la primerísima mañana; todo cuanto veía el Ruiseñor, las hojas verdes perladas de rocío, el cielo irisado del amanecer, los árboles altos, el suelo musgoso pululante de insectos, las aves y las bestias despertando al sol, todo parecía nuevo, creado esa misma mañana. Y era así porque el Tiempo no había sido inventado todavía. Aunque estaba a punto de ser inventado.

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