UTRECHT. Cuando yo llegué a Utrecht,
ya no estaban ni Spinoza, ni Erasmo,
ni Rembrandt, ni él papa Adriano VI;
pero mis señores jansenistas del exilio,
preguntando por las casas y el mercado, -incluso osaron en los talleres de pintura-
dieron con sus pasos,
y me alegró verlos,
naturalmente, a respetuosa distancia.
(Los cuadernos de Rembrandt. Pg. 77. José Jiménez Lozano. 2006)
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