12 mayo 2023

Paisaje sobre texto de Stefan Zweig

 Paisaje sobre texto de Stefan Zweig

Ya en los meses de junio y julio no habían caído más que chaparrones, pasajeros y aislados, sobre los campos sedientos; sin embargo, desde que el calendario saltó al mes de agosto, no volvió a descargar ni una sola gota; incluso aquí arriba, en el valle alpino del Tirol, donde yo, como tantos otros, había imaginado que encontraría frescor, el aire incandescente del color del azafrán era una amalgama de fuego y polvo. Desde por la mañana temprano, el sol amarillo miraba absorto desde un cielo vacío al paisaje apagado como si fuera un ojo febril y, a medida que iban pasando las horas, empezaba a brotar poco a poco un vapor blancuzco y sofocante que se alzaba del caldero de latón del mediodía y cubría de bochorno el valle Paisaje según Stefan Zweig

10 mayo 2023

El trasno Lisuarte...

 En algunas comarcas gallegas creen las gentes que los trasnos, trasgos, demachiños, duendes, los hermanos de Puck en todo caso, y como quieran llamarles, entran en las casas entre los días siete y catorce de enero, y ya no se van, si se encuentran cómodos, hay buen fuego para calentarse, castañas y nueces, y sobre todo si la gente de la casa sabe que el tal trasno anda por allí, y no se sorprende ni asusta de su presencia. El trasno es especialmente invisible, y nunca dice su nombre, aunque acepta el que le pongan los de la casa. El trasno ha bajado de la cocina a la cuadra, y se dedica a saltar de un cuerno a otro de la vaca, haciendo ruido con sus zuecos soldados de madera de aliso, y el ama de casa dice:
—¡Ya está Lisuarte jugando!
Y Lisuarte se queda. Las gentes les buscan nombres que no usan, o los inventan. A los trasnos les gusta mucho jugar a la brisca, y aquel detrás del cual se ponen de mirones gana siempre y le caza el tres al contrario. También les gusta oír hablar de pleitos con testigos falsos, y si en la casa hay una chica bonita, a la que viene hacer el amor un mozo, el trasno está todo el tiempo pendiente del parrafeo. Pero lo más de su tiempo los trasnos lo pasan escondiendo el jabón del fregadero de la cocina, volcando cubos de agua, haciendo tropezar a la gente con cosas que súbitamente les pone delante, asustando al gato, fingiendo que el zorro llega al corral para que los perros armen la marimorena de carreras y ladridos, saltando en los cuernos de las vacas, tirando en el silencio de la noche dos o tres nueces por las escaleras, etcétera. Abre y cierra puertas, deshace las camas, para el reloj de la pared, bebe dos o tres litros de leche, despluma una gallina viva para ponerle las plumas a un conejo, y así pasa sus días y sus noches. En la tarde víspera de San Juan, a la puesta misma del sol, a la puerta de la casa se le hace un hatillo con nueces y castañas maiolas, y un zatico de pan de trigo con manteca y azúcar. Cuando las gentes de la casa están entretenidas con la hoguera ritual, el trasno Lisuarte, o Galaor, o Filisteo, o Puck si quieren, recoge el regalo y se va, y durante unos meses la casa queda en silencio, y se echa de menos al trasno juguetón, a veces algo gamberros, pero cuya alegre sonrisa se adivina en la sombra.

Álvaro Cunqueiro
El laberinto habitado

 Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911- Vigo, 1981) ejerció en gallego y en castellano el periodismo y las artes literarias en sus más variadas formas y fue, sin duda, uno de los mejores cultivadores del realismo fantástico en España. Se dio a conocer muy pronto como poeta y libros como Mar ao Norde, Poemas do si e non, Cantiga nova que se chama Riveira fluctúan entre el surrealismo y las reminiscencias trovadorescas. Su obra en prosa en muy extensa y en ella destacan títulos como Merlín e familia, Crónicas del Sochantre, Un hombre que se parecía a Orestes (Premio Nadal 1968), Si o vello Sinbad volvese ás illas, Vida y fugas de Fanto Fantini della Gherardesca, Tertulia de boticas prodigiosas y Escuela de curanderos, Fábulas y leyendas de la mar y El pasajero en Galicia, entre otras.

Serie: azulejos