22 enero 2023

TRECE LINEAS (más o menos). 12 de 365

 Vida de un estudiante
¿Qué pensaban los estudiantes del sistema de educación a que estaban sometidos? Eso es lo que nos dirá el estudio de un texto muy curioso, con una antigüedad de 4000 años y cuyos fragmentos acaban de ser reunidos y traducidos.
Este documento, uno de los más humanos de todos los que hayan salido a la luz del día en el Próximo Oriente, es un ensayo sumerio dedicado a la vida cotidiana de un estudiante. Compuesto por un maestro de escuela anónimo, que vivió 2000 años antes de la era cristiana, nos revela en palabras sencillas y sin ambages hasta qué punto la naturaleza humana ha permanecido inmutable desde millares de años.
El estudiante sumerio de quien se habla en el ensayo en cuestión, y que no difiere en gran cosa de los estudiantes de hoy en día, teme llegar tarde a la escuela «y que el maestro, por este motivo, le castigue». Al despertarse ya apremia a su madre para que le prepare rápidamente el desayuno. En la escuela, cada vez que se porta mal, es azotado por el maestro o uno de sus ayudantes. Por otra parte, de este detalle sí que estamos completamente seguros, ya que el carácter de escritura sumeria que representa el «castigo corporal» está constituido por la combinación de otros dos signos, que representan, respectivamente, el uno la «baqueta» y el otro la «carne».
En cuanto al salario del maestro parece que era tan mezquino como lo es hoy día; por consiguiente, el maestro no deseaba sino tener la ocasión de mejorarlo con algún suplemento por parte de los padres.
El ensayo en cuestión, redactado sin duda alguna por alguno de los profesores adscritos a la «casa de las tablillas», comienza por esta pregunta directa al alumno: «Alumno: ¿dónde has ido desde tu más tierna infancia?». El muchacho responde: «He ido a la escuela». El autor insiste: «¿Qué has hecho en la escuela?». A continuación, viene la respuesta del alumno, que ocupa más de la mitad del documento y dice, en substancia, lo siguiente: «He recitado mi tablilla, he desayunado, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado de escritura, la he terminado; después me han indicado mi recitación y, por la tarde, me han indicado mi ejercicio de escritura. Al terminar la clase he ido a mi casa, he entrado en ella y me he encontrado con mi padre que estaba sentado. He hablado a mi padre de mi ejercicio de escritura, después le he recitado mi tablilla, y mi padre ha quedado muy contento… Cuando me he despertado, al día siguiente, por la mañana, muy temprano, me he vuelto hacia mi madre y le he dicho: “Dame mi desayuno, que tengo que ir a la escuela”. Mi madre me ha dado dos panecillos y yo me he puesto en camino. En la escuela, el vigilante de turno me ha dicho: “¿Por qué has llegado tarde?”. Asustado y con el corazón palpitante, he ido al encuentro de mi maestro y le he hecho una respetuosa reverencia».
Pero, a pesar de la reverencia, no parece que este día haya sido propicio al desdichado alumno. Tuvo que aguantar el látigo varias veces, castigado por uno de sus maestros por haberse levantado en la clase, castigado por otro por haber charlado o por haber salido indebidamente por la puerta grande. Peor todavía, puesto que el profesor le dijo: «Tu escritura no es satisfactoria»; después de lo cual tuvo que sufrir nuevo castigo.
Aquello fue demasiado para el muchacho. En consecuencia, insinuó a su padre que tal vez fuera una buena idea invitar al maestro a la casa y suavizarlo con algunos regalos, cosa que constituye, con toda seguridad, el primer ejemplo de adulación interesada de que se haya hecho mención en toda la historia escolar. El autor prosigue: «A lo que dijo el alumno, su padre prestó atención. Hicieron venir al maestro de escuela y cuando hubo entrado en la casa, le hicieron sentar en el sitio de honor. El alumno le sirvió y le rodeó de atenciones, y de todo cuanto había aprendido en el arte de escribir sobre tabletas hizo ostentación ante su padre».
El padre, entonces, ofreció vino al maestro y le agasajó, «le vistió con un traje nuevo, le ofreció un obsequio y le colocó un anillo en el dedo». Conquistado por esta generosidad, el maestro reconforta al aspirante a escriba en términos poéticos, de los que ahí van algunos ejemplos: «Muchacho: Puesto que no has desdeñado mi palabra, ni la has echado en olvido, te deseo que puedas alcanzar el pináculo del arte de escriba y que puedas alcanzarlo plenamente… Que puedas ser el guía de tus hermanos y el jefe de tus amigos; que puedas conseguir el más alto rango entre los escolares… Has cumplido bien con tus tareas escolares, y hete aquí que te has transformado en un hombre de saber».

Samuel Noah Kramer (1897) ALGUNAS CREACIONES DE LA CULTURA SUMERIA

José Luis Martínez

El mundo antiguo I

Mesopotamia / Egipto / India


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Un jardín

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21 enero 2023

TRECE LINEAS (más o menos). 11 de 365

CANTO DE AMOR AL REY SHU-SIN
(c. 2500 a. C.)
Shu-sin reinó en Sumeria hacia 2510 a. C. y éste es acaso el primer canto de amor de la humanidad. Debió ser un rito de fecundidad o un ritual de matrimonio sagrado. La mujer que lo canta pudo ser una de las sacerdotisas de Inanna, diosa del amor y la procreación. Anticipa algo del tono del Cantar de los cantares bíblico.

Esposo, amado de mi corazón.
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
León, amado de mi corazón,
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti;
Esposo, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara;
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti;
León, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Esposo, déjame que te acaricie;
Mi caricia amorosa es más suave que la miel.
En la cámara llena de miel,
Deja que gocemos de tu radiante hermosura;
León, déjame que te acaricie;
Mi caricia amorosa es más suave que la miel.
Esposo, tú has tomado tu placer conmigo;
Díselo a mi madre, y ella te ofrecerá golosinas;
A mi padre, y te colmará de regalos.
Tu alma, yo sé cómo alegrar tu alma;
Esposo, duerme en nuestra casa hasta el alba.
Tu corazón, yo sé cómo alegrar tu corazón;
León, durmamos en nuestra casa hasta el alba.
Tú, ya que me amas,
Dame, te lo ruego, tus caricias.
Mi señor dios, mi señor protector,
Mi Shu-Sin, que alegra el corazón de Enlil,
Dame, te lo ruego, tus caricias.
Tu sitio dulce como la miel,
te ruego que pongas tu mano encima de él,
Pon tu mano encima de él como sobre una capa-gishban,
Cierra en copa tu mano sobre él
como sobre una capa-gishban-sikin.
Este es un poema-balbale de Inanna.

Tablillas sumerias con escritura cuneiforme. Traducción Samuel Noah Kramer/Muazzeg Cig/Jaime Elías.

José Luis Martínez

El mundo antiguo I

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Jardín

un jardín

20 enero 2023

TRECE LINEAS (más o menos). 10 de 365

 Otro día, saliendo el sol, que era la hora que los indios nos habían dicho, vinieron a nosotros, como lo habían prometido, y nos trajeron mucho pescado y de unas raíces que ellos comen, y son como nueces, algunas mayores o menores; la mayor parte de ellas se sacan de bajo del agua y con mucho trabajo. A la tarde volvieron y nos trajeron más pescado y de las mismas raíces, y hicieron venir sus mujeres y hijos para que nos viesen, y ansí, se volvieron ricos de cascabeles y cuentas que les dimos, y otros días nos tornaron a visitar con lo mismo que estotras veces. Como nosotros veíamos, que estábamos proveídos de pescado y de raíces y de agua y de las otras cosas que pedimos, acordamos de tornarnos a embarcar y seguir nuestro camino, y desenterramos la barca de la arena en que estaba metida, y fue menester que nos desnudásemos todos y pasásemos gran trabajo para echarla al agua, porque nosotros estibamos tales, que otras cosas muy más livianas bastaban para ponernos en él; y así embarcamos, a dos tiros de ballesta dentro en la mar, nos dio tal golpe de agua que nos mojó a todos; y como íbamos desnudos y el frío que hacía era muy grande, soltamos los remos de las manos, y a otro golpe que la mar nos dio, trastornó la barca; el veedor y otros dos se asieron de ella para escaparse; mas sucedió muy al revés, que la barca los tomó debajo y se ahogaron. Como la costa es muy brava, el mar de un tumbo echó a todos los otros, envueltos en las olas y medio ahogados, en la costa de la misma isla, sin que faltasen más de los tres que la barca había tomado debajo. Los que quedamos escapados, desnudos como nascimos y perdido todo lo que traíamos, y aunque todo valía poco, para entonces valía mucho. Y como entonces era por noviembre, y el frío muy grande, y nosotros tales que con poca dificultad nos podían contar los huesos, estábamos hechos propria figura de la muerte. De mí sé decir que desde el mes de mayo pasado yo no había comido otra cosa sino maíz tostado, y algunas veces me vi en necesidad de comerlo crudo; porque aunque se mataron los caballos entretanto que las barcas se hacían, yo nunca pude comer de ellos, y no fueron diez veces las que comí pescado. Esto digo por excusar razones, porque pueda cada uno ver qué tales estaríamos.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca

Naufragios y Comentarios


Álvar Núñez Cabeza de Vaca y tres españoles más protagonizaron una de las gestas más memorables de la conquista del Nuevo Mundo: la marcha desde las costas de Florida, siempre hacia el oeste, hasta el Mar del Sur, en pos de la supervivencia y la libertad. Ese largo peregrinar, alternando entre la cautividad y la huida desesperada, fue consecuencia de unos naufragios, físicos y morales.
Fue la gesta de unos españoles que durante diez largos años conocen toda clase de privaciones y calamidades y a los que mantiene vivos su afán por sobrevivir. Al final de su aventura tropezarán con otros españoles que, a sangre y fuego, están llevando a cabo la conquista de Nueva Galicia.
Si la trama de la narración está formada por estas aventuras, el meollo lo constituye el relato de Álvar Núñez sobre las distintas sociedades indígenas que va conociendo y de las que hoy ya sólo queda el testimonio literario del español. De ahí, precisamente, que los Naufragios alcancen singular relevancia sobre todo desde que los pioneros del Far West, allá en el siglo pasado, llevaran a cabo el genocidio amerindio, tan traído y llevado en el cine.
Aunque los Comentarios tienen el objetivo de justificar una labor de gobierno puesta en entredicho por una sublevación contra el Adelantado Álvar Núñez, no podemos olvidar que, por encima del relato leguleyo, sobresale la preocupación indigenista, base fundamental justamente de su defensa ante el Consejo de Indias. Álvar Núñez nos proporciona un conocimiento exhaustivo de la tierra, de su flora y fauna, y, sobre todo, de sus hombres, los indígenas del Río de la Plata, sobre quienes nos ha dejado una minuciosa descripción que hoy adquiere valor de documento inestimable.

[TRECE LINEAS (más o menos)]

Enriketa ve un fantasma