Querido Dios:
No puedo amarte como quiero. Tú eres la
medialuna sutil que veo y yo soy la sombra de la tierra que me impide ver toda
la luna. La medialuna es muy hermosa y, a lo mejor, es todo lo que debería ser
visible para alguien como yo; pero de lo que tengo miedo, querido Dios, es de
que mi sombra se haga tan grande que me tape la luna entera, y de que yo me
juzgue a mí misma por la sombra, que no es nada.
No te conozco, Dios, porque me pongo en
medio. Por favor, ayúdame a que me aparte a un lado.
Querría triunfar en el mundo con lo que me
gusta hacer. Te lo he pedido ansiosamente en todos mis pensamientos, y he
llegado a tal tensión mental que te he dicho: «Dios, por favor», «tengo que poder»,
y «por favor, por favor». Me temo que no te lo he pedido de la mejor forma.
Permíteme que, de ahora en adelante, te lo pida con resignación, lo que no es
ni pretende ser un descuido en la oración, sino que sea menos frenética, porque
ese frenesí lo causa el ansia por lo que quiero y no una confianza espiritual.
No quiero ser presuntuosa. Quiero amar.
Oh, Dios, despeja mi mente.
Por favor, límpiala.
Te pido un mayor amor por mi santa Madre y
le pido a ella un mayor amor por Ti.
Por favor, ayúdame a meterme en las cosas y
a encontrarte dónde estés.
No quiero renegar de las oraciones tradicionales que he rezado toda la vida; el problema es que las rezo sin sentirlas. Pierdo fácilmente la atención. De esta forma, [escribiendo] estoy atenta todo el tiempo. Cuando pienso en estas cosas y te las escribo, siento la calidez de un amor inflamándome. Por favor, no dejes que las explicaciones psicológicas hagan que se enfríe de repente. Mi inteligencia es tan limitada, Señor, que solo puedo confiar en que seas Tú quien me proteja.
Por favor, ayuda a que las personas que quiero sean libres de sus sufrimientos. Por favor, perdóname.
DIARIO DE ORACIÓN
FLANNERY O’CONNOR
Traducción de Isabel Berzal Ayuso
y Guadalupe Arbona Abascal