17 abril 2022

Sobre el cuco - dejando los pastos alpinos hasta que vuelva a cantar el cuco de la primavera

Un valiente cazador fue el libertador de Suiza hace seiscientos años. Nació en el cantón de Uri. Se llamaba Guillermo Tell.
En medio de las altas montañas está el lago verde de los Cuatro Cantones; en sus aguas se reflejan las cumbres heladas y las vacas que pacen la yerba de sus orillas. Comienza el otoño.
Un pescador canta en su barca; los cazadores trepan por las escarpaduras veladas de nubes, y los pastores se alejan con sus ganados, dejando los pastos alpinos hasta que vuelva a cantar el cuco de la primavera.
Cuando pastores, cazadores y pescadores se encuentran junto al lago se estrechan las manos como hermanos en el trabajo y juntos lamentan el triste destino de su patria, sometida a la más vergonzosa esclavitud. El gobernador Gessler, que ejerce la tiranía en nombre del Emperador de Alemania, insulta a los pobres; pisotea a los humildes, atropella sus derechos, su hacienda y su honra. Y se ríe de los antiguos fueros del pueblo libre. ¡Ay del que se atreva a levantar los ojos delante de él! ¡Ay del que no se arrodille ante sus caprichos y ante la insolencia de sus servidores y amigos!
Pastores, cazadores y pescadores, hombres esforzados y humildes de las altas montañas nevadas, ven con desaliento cómo día tras día el yugo del tirano aprieta cada vez más el cuello de su patria. Y se estrechan tristemente las manos en esta oscura tarde de octubre a orillas del lago de los Cuatro Cantones.

Alejandro Casona
Flor de leyendas


Buddleja davidii y mariposa

Buddleja davidii y mariposa

16 abril 2022

Sobre el cuco - El cuco como el ruiseñor quieren atar la primavera,

EL CUCO COMO EL RUISEÑOR
quieren atar la primavera,
pero el verano portador
de ortiga y cardos no espera;
para mí al follaje ligero
de aquel árbol dio espesor,
por el que para el rapto más bello
dirigí el mirar de amor.
Tapó el tejado de color,
las rejas, los pilares salientes,
adonde mi ojo espía partió,
allí está mi eterno oriente.

1827

Johann Wolfgang von Goethe
La vida es buena
(Cien poemas)

Jara blanca

Jara blanca o cistus álbidus

15 abril 2022

Sobre el cuco - Tan sólo se oía, de vez en cuando, la voz de un cuco en los castaños.

 —¡Usted debe de saber de eso, señor Maia, que tiene experiencia con españolas!…

Alencar, que se había quedado atrás encendiendo un cigarro, curioso, quiso saber qué era aquello de las españolas. El maestro le puso al tanto del encuentro en el Nunes y de los furores de la Concha.

Ambos caminaban por una de las alamedas laterales, verde y fresca, sumida en una paz religiosa, como un claustro hecho de follaje. La explanada estaba desierta, la hierba que la cubría crecía libremente, punteada de margaritas blancas y de botones de oro que brillaban al sol. Las hojas no se movían. Por entre las ramas ligeras caían los haces dorados del sol. El azul del cielo parecía haber reculado a una distancia infinita, impregnado de aquel silencio luminoso. Tan sólo se oía, de vez en cuando, la voz de un cuco en los castaños.

Aquel edificio, con su gran verja que lindaba con la carretera, sus florones de piedra roídos por la lluvia, el pesado blasón rococó, las ventanas con telas de araña, las tejas rotas, semejaba estar dejándose morir voluntariamente en aquella verde soledad, a disgusto con el mundo tras la desaparición de los tricornios y los espadines, desde que los últimos miriñaques rozaran aquellas hierbas… Cruges le describía a Alencar la escena de Eusèbiozinho yendo a pedirle perdón a la Concha con una taza de café en la mano. Y a cada instante el poeta, con su gran sombrero panamá, se agachaba a coger florecillas silvestres.

Cuando pasaron bajo el arco triunfal, hallaron a Carlos sentado en uno de los bancos de piedra, fumándose un cigarrillo pensativamente. El palacete arrojaba allí la sombra de sus muros tristes. Del valle ascendía frescor, aire puro. Y abajo, en algún lugar, se oía el lloro de un salto de agua. Entonces el poeta, sentándose junto a su amigo, habló con desagrado de Eusèbiozinho. Si había una torpeza que él, Alencar, nunca había cometido, era la de hacer una escapadita a Sintra con meretrices… ¡Ni a Sintra ni a ninguna parte! ¡Pero mucho menos a Sintra! Siempre había profesado, y todo el mundo debería profesarla, la religión de aquellos árboles, el amor a aquellas sombras…

José María Eça de Queirós
Los Maia
Episodios de la vida romántica

Los Maia es una de las obras más conocidas del escritor portugués Eça de Queirós. Su primera edición se realizó en Oporto en 1888. La obra cuenta la historia de la familia Maia a lo largo de tres generaciones. Los Maia relata la historia del deterioro de una gran familia portuguesa a través de dos de sus miembros: el viejo Afonso de Maia, el patriarca y un hombre admirado y su nieto, el joven Carlos de Maia, idealista, diletante y romántico, representante de la elegancia finisecular y auténtico protagonista del relato. Al hilo del desprendimiento, de la conclusión del tiempo y de un modo de vida, los personajes viven su tiempo y su vida y la novela escenifica los ritos del amor (y del escondido sexo burgués del siglo XIX, de adúltero o de pago).

Claustros de la catedral de Tarragona, 1857 (grabados y una historieta)

Claustros de la catedral de Tarragona, 1857
Érase una vez que se era y estaba quien estuviera con ganas de contar una conseja: Hombre ilustre de la ilustre ciudad de Tarragona cuando agasajaba a un señor más importante que él y con libertad para arrugar su ceño fue en pleno convite atacado por mil ratas que parece ser que sí las hubo o había por aquél entonces en aquel lugar. De la actitud de las dueñas y damas no quisieron hablar pajes, ¡cómo sería el griterío y alboroto! El personaje principesco del arrugado ceño conminolo a librar batalla contra las ratas y hasta su total exterminio él no volvería a traspasar el umbral de su morada. Empleó a todos los sus criados, lacayos, pobres de pedir y chicos del hospicio en el empeño y extermino de los voraces roedores. Sin resultado. ¡Un gran fracaso! El cuñado de un primo del canónigo racionero le habló del mayor experto en el exterminio masivo de ratas. Era un gatazo enorme huido de la tierra de los francos porque estaba cansado de comer todos los días corteza de queso y que se hallaba en poder de su primo en el campo, por allá. Hízolo venir al gato y este siendo sólo no daba abasto con tanta rata, porque como ratas corrían. El gato pensó y pensó y decidió morirse y se murió. Muerto su enemigo mortal los ratones y ratas decidieron enterrarlo en solemne funeral y duelo y todas juntitas acudieron a comprobar el hecho y cuando todas reunidas llevaban al buen gatazo a enterrar, pidió el gato por una de sus restantes vidas y húbose de despertar y no me digáis amigos la gran matanza, la colosal matanza, la matanza ratil total. Mas o menos el rico agradecido pidió al primo del canónigo racionero que le enviase al canónigo fabriquero para que a su cuenta ordenara la perpetuación de la memoria de los hechos del gato emigrado al que no le gustaban nada nada las cortezas del queso francés. Parece ser que se encuentra en el cimacio. (MMV)

Enriketa ve un fantasma