27 junio 2021
26 junio 2021
26 de junio
LA LOTERÍA
LA mañana del 27 de junio era clara y soleada, con la tibieza fresca de un día de pleno verano; las flores se abrían con profusión y la hierba lucía su verde intenso. La gente del pueblo empezaba a reunirse en la plaza, entre la oficina de correos y el banco, hacia las diez; en algunos pueblos había tantos habitantes que el sorteo llevaba dos días y debía comenzar el 26 de junio, pero en este pueblo, donde sólo había unas trescientas almas, toda la lotería se celebraba en menos de dos horas, de modo que podía comenzar a las diez de la mañana y estar terminada a tiempo para permitir que los habitantes volvieran a casa a tomar la comida del mediodía.
Los niños fueron los primeros en acudir, por supuesto. Había terminado el colegio hacía poco, por el verano, y el sentimiento de libertad generaba inquietud en la mayoría de ellos; solían reunirse en silencio durante un rato, antes de estallar en juegos turbulentos, y todavía hablaban de las clases y del maestro, de libros y de reprimendas. Bobby Martin ya se había llenado los bolsillos de piedras, y pronto siguieron su ejemplo los demás, eligiendo las más suaves y redondas; Bobby y Harry Jones y Dickie Delacroix —la gente del pueblo pronunciaba «Dellacroy»—, al cabo de un rato, reunieron un gran montón de ellas en un ángulo de la plaza y lo protegieron de las incursiones de los otros chicos. Las niñas se mantenían apartadas, hablando entre sí, mirando a los chicos por encima del hombro, y los pequeñines se revolcaban en el polvo o se quedaban cogidos de la mano de sus hermanos o hermanas mayores.
25 junio 2021
25 de junio
María Roget había abandonado la casa de su madre en la rue Pavée Saint-André el domingo día 22 de junio de 18…, alrededor de las nueve de la mañana. Al salir, dio cuenta a monsieur Jacques Saint-Eustache, y sólo a él, de su intención de pasar el día en compañía de una tía suya que vivía en la rue des Dromes. Esta calle es un pasaje corto y estrecho, pero muy concurrido, situado no lejos de la orilla del Sena y a unas dos millas en línea recta de la pensión de madame Roget. Saint-Eustache, que era el prometido de María y vivía en la misma casa, donde comía también, había de ir a buscar a su novia al oscurecer y acompañarla a su domicilio. Pero durante la tarde llovió abundantemente, y creyendo que la muchacha se quedaría en casa de su tía durante toda la noche, como ya en otras ocasiones y circunstancias análogas lo había hecho, no creyó necesario cumplir su promesa. Al avanzar la noche, madame Roget —que estaba muy enferma y contaba setenta años de edad— manifestó su temor de que tal vez «no volviera a ver nunca más a María»; pero en ese momento nadie dio importancia a la frase.
24 junio 2021
La noche de san Juan, día de San Juan...
Galicia ... Las virtudes de las hierbas de San Juan son muchas. Con las olorosas particularmente y flores y ramos de nogal («nogueira»), «herba de Nosa Señora» (matricaria), roble («carballos), castaño, saúco y romero se hacen manojos que se dejan macerar en agua al sereno de la noche: al día siguiente todos se lavan con esta agua. La tarde de la víspera los mozos y mozas cogen flores de cardo silvestre. Después de esto queman las estrías y ponen una flor en un papel con un nombre. Las chicas naturalmente colocan tantos papeles y flores como pretendientes posibles tienen y los hombres tantos como mujeres por las que pudieran sentir cierta inclinación. El cardo que la mañana de San Juan parece haber florecido más indica el nombre de la persona cuyo amor es más seguro. Práctica semejante existe en Extremadura. Allí las mozas cortan al anochecer del día de San Juan tantos cardos en capullo cuantos pretendientes tienen. Después queman los tallos y cada capullo lo atan.
Una vez atado lo colocan debajo de la cama y el que a la mañana siguiente ha florecido indica cuál ha de ser el marido futuro. Para esto, como es natural, hay que nombrar a cada uno de los capullos con el nombre de uno de los pretendientes. En unos lados los capullos se atan con cintas de distintos colores. En Mérida con alpaca, en Valverde y Benquerencia con lana, en Montehermoso con las ligas de la muchacha y en Galisteo con los ataderos del moño. Las que no tienen pretendientes hacen un ramito de nueve flores diferentes, entre ellas el «corazoncillo», lo meten bajo la almohada y ven la que florece y de ahí sacan sus augurios. Vale la pena de hacer unas indicaciones sobre el cardo, así como se han hecho sobre otras plantas. El cardo silvestre en flor es, o ha sido entre los vascos, como entre otros muchos pueblos europeos, el símbolo del sol. De aquí que se coloque en las puertas el día de San Juan y que se tenga la flor todo el año en ellas.
Julio Caro Baroja
La estación del amor. Fiestas populares de mayo a san Juan.
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