04 abril 2021
03 abril 2021
3 de abril
Salió de la habitación. Yo miraba, a mis pies, los charcos de luz que formaban los rayos del sol en la alfombra de lana blanca. Luego, las tablas de la tarima, y la mesa rectangular, y el maniquí viejo que había sido de «Denise». ¿Será posible que acabe uno por no reconocer un sitio en el que ha vivido?
Volvía con algo en la mano. Dos libros. Una agenda.
—A Denise se le olvidó llevarse esto cuando se fue… Tenga, se lo doy…
Me sorprendía que no hubiera metido esos recuerdos en una caja, igual que Stioppa de Djagoriew y el ex jardinero de la madre de Freddie. En resumidas cuentas, era la primera vez, durante aquella investigación mía, en que no me daban una caja. Me hizo reír ese pensamiento.
—¿Qué le hace gracia?
—Nada.
Miraba las tapas de los libros. En una, la cara de un chino con bigote y sombrero hongo asomaba entre una bruma azul. Un título: Charlie Chan. La otra tapa era amarilla y, en la parte de abajo, me llamó la atención un antifaz en que estaba pinchada una pluma de ganso. El libro se llamaba Anónimos.
—La de novelas policíacas que leía Denise —me dijo—. También está esto…
Y me alargó una agendita de cocodrilo.
—Gracias.
La abrí y la hojeé. No había nada escrito: ni nombres ni citas. En la agenda venían los días y los meses, pero no el año. Acabé por descubrir, entre las páginas, un papel que desdoblé:
República Francesa
Prefectura del departamento del Sena
Extracto del registro de partidas de nacimiento del distrito XIII de París
Año 191721 de diciembre de mil novecientos diecisieteNacimiento a las quince horas en el 19 del muelle de Austerlitz de Denise Yvette Coudreuse, mujer, hija de Paul Coudreuse, y de Henriette Bogaerts, sus labores, domiciliados en la dirección antedichaContrajo matrimonio el 3 de abril de 1939 en París (distrito XVII) con Jimmy Pedro Stern.Extracto certificado.París, a dieciséis de junio de 1939
—¿Ha visto esto? —dije.
Lanzó una mirada sorprendida a aquella partida de nacimiento.
—¿Conoció a su marido? ¿A ese… Jimmy Pedro Stern?
—Denise no me dijo nunca que estuviera casada… ¿Usted lo sabía?
—No.
Me metí la agenda y la partida de nacimiento en el bolsillo interior de la chaqueta, junto con el sobre en el que estaban las fotos y, no sé por qué, me cruzó una idea por la cabeza: la de ocultar dentro del forro, en cuanto me fuera posible, todos estos tesoros.
—Gracias por haberme dado estos recuerdos.
—No hay de qué, señor McEvoy.
Me supuso un alivio que repitiera mi apellido porque no lo había oído demasiado bien cuando lo dijo la primera vez. Me hubiera gustado apuntarlo allí mismo, en el acto, pero no estaba seguro de cómo se escribía.
—Me gusta cómo pronuncia usted mi apellido —le dije—. Resulta difícil para una francesa… Pero ¿cómo lo escribe? Todo el mundo lo escribe mal…
Lo dije con tono travieso. Sonrió.
—M… C… E mayúscula, V… O… Y —deletreó.
—¿En una sola palabra? ¿Está segura?
—Completamente segura —me dijo como si estuviese desactivando una trampa que le tendía yo.
Así que era McEvoy.
—Bravo —le dije.
—Nunca hago faltas de ortografía.
—Pedro McEvoy… Menudo nombre raro el mío, ¿no le parece? Aún me cuesta acostumbrarme a veces.
Patrick Modiano
Calle de las Tiendas Oscuras
Premio Goncourt
Guy Roland es un hombre sin pasado y sin memoria. Ha trabajado durante ocho años en la agencia de detectives del barón Constantin von Hutte, que acaba de jubilarse, y emprende ahora, en esta novela de misterio, un apasionante viaje al pasado tras la pista de su propia identidad perdida. Paso a paso Guy Roland va a reconstruir su historia incierta, cuyas piezas se dispersan por Bora Bora, Nueva York, Vichy o Roma, y cuyos testigos habitan un París que muestra las heridas de su historia reciente. Una novela que nos sitúa ante un yo evanescente, un espectro que trata de volverse corpóreo en un viaje de retorno a un tiempo olvidado. Pero esta búsqueda es también una poderosa reflexión sobre los mecanismos de la ficción, y Calle de las Tiendas Oscuras es una novela sobre la fragilidad de la memoria que, sin duda, perdurará en el recuerdo.
02 abril 2021
2 de abril.
CALSKRONA
Sábado, 2 de abril.
ESTÁBAMOS EN Calskrona una noche de luna clara. Hacía un tiempo hermoso y encalmado, aunque durante el día se desencadenó una tempestad acompañada de fuerte lluvia. Los habitantes de la ciudad esperaban, sin duda, que el mal tiempo continuaría, a juzgar por las escasas personas que transitaban por las calles.
Cuando llegaron Okka y su bandada, la ciudad parecía desierta. Era ya tarde y los patos volaban en busca de un refugio seguro en las islas, no atreviéndose a permanecer en tierra firme por miedo a la zorra Esmirra.
Los patos volaban a gran altura, y Nils, que contemplaba el mar y las islas, observaba desde lo alto que todo tenía un aspecto irreal y fantástico. El cielo no era azul, sino verde, y lo cubría todo como una inmensa bóveda de vidrio. El mar era blanco como la leche y en toda la extensión que alcanzaba la mirada de Pulgarcito sucedíanse las pequeñas olas blancas con sus rizos de plata. En medio de tanta blancura aparecían negras las islas que en gran número se destacan frente a la costa, lo que le causaba al pequeño la impresión de haber sido transportado al otro mundo.
Aquella noche se había propuesto Nils ser valiente; pero repentinamente se le apareció algo que le asustó en gran manera. Era una gran isla rocosa, cubierta de enormes bloques cuadrados, entre los cuales había un semillero de pequeños granos de oro. Al punto le asaltó la memoria la piedra de Magle en Trolle-Ljungby, que los duendes levantaban algunas veces durante la noche sobre altas columnas de oro. Esto debía ser algo parecido, según imaginaba. Pero lo que le sobresaltó todavía más fue el ver multitud de cosas inquietantes en el agua que rodeaba la isla. Se hubiera dicho que eran ballenas, o tiburones, u otros monstruos marinos; pero el muchacho comprendió que debían ser los duendes del mar, reunidos para ir al asalto de la isla y luchar con el duende de la tierra. Efectivamente, en lo más alto de la isla, un gigante, de pie, extendía desmesuradamente sus dos brazos al cielo.
Nils quedó aterrorizado al darse cuenta de que los patos iban a descender.
—¡No, no, eso no! ¡No descendamos! —gritaba.
Los patos no prestaron atención a sus gritos y pronto quedó el muchacho sorprendido y avergonzado por haberse equivocado de aquella manera. Los grandes bloques de piedra no eran sino casas; los puntos de oro brillantes eran los reverberos de la luz y las ventanas iluminadas. El gigante que extendía los brazos era una iglesia de torres cuadradas y los monstruos y los duendes del mar eran pequeñas embarcaciones y grandes buques anclados y amarrados en torno de la isla. Hacia la parte de tierra había, sobre todo, muchos botes de remo, otros a vela y pequeñas embarcaciones a vapor para la navegación costera; pero al otro lado eran ya grandes barcos de guerra: acorazados, unos anchurosos, con sus enormes chimeneas inclinadas hacia atrás, otros largos, finos, construidos de modo que podían cruzar el agua como los peces.
¿Qué ciudad era aquélla? Nils encontró la respuesta al descubrir los barcos de guerra. Siempre había pensado con amor en los barcos, aunque el pobre no conoció hasta entonces otras embarcaciones que las barquitas de corcho que hizo navegar en las charcas que encontrara junto a los caminos; pero al punto comprendió que un puerto en donde hallábanse anclados tantos buques de guerra, no podía ser otro que el de la ciudad de Calskrona.
El abuelo materno de Nils fue un antiguo marinero de la flota de guerra; mientras vivió no hubo día en que dejase de hablar de Calskrona, del gran astillero de la marina y de todo lo que tuviera relación con ello.
Nils tuvo el tiempo preciso para echar una ojeada sobre las torres y las fortificaciones que forman la entrada del puerto. Okka descendió con su bandada sobre la plana techumbre de una iglesia.
Ciertamente era aquél un buen punto para librarse de las acechanzas de la zorra, y el muchacho confiaba en que aquella noche podría descansar bajo las alas del pato. Le convendría dormir. Después, cuando se hiciera de día, contemplaría a sus anchas el astillero y los buques.
Nils no se explicaba las causas de que no pudiera permanecer tranquilo ni le fuera posible esperar a que amaneciera para ver los barcos. Apenas habría dormido cinco minutos, se desprendió del ala del pato y deslizóse a lo largo del pararrayos y de las canales.
Selma Lagerlöf
El maravilloso viaje de Nils Holgersson
El pequeño Nils Holgersson ha sido convertido en un duende en castigo por su mal comportamiento. Para romper el hechizo y volver a ser un niño deberá acompañar a una bandada de gansos en su viaje a través de Suecia. Junto a ellos vivirá numerosas aventuras, unas peligrosas y otras divertidas, pero ninguna le dejará indiferente. Este va a ser para Nils el viaje de su vida, el descubrimiento de un mundo que le cambiará para siempre y le convertirá en persona, en todos los sentidos.
El maravilloso viaje de Nils Holgersson es una famosa obra de ficción de la autora sueca Selma Lagerlöf, publicada en dos partes en 1906 y 1907. El telón de fondo para la publicación fue un encargo de la Asociación Nacional de Maestros en 1902 para escribir un libro de lecturas de geografía para las escuelas públicas.
«Ella le dedicó tres años a estudiar la naturaleza y familiarizarse ella misma con la vida de los animales y las aves. Investigó folclore inédito y leyendas de diferentes provincias. Todo este material lo entrelazó ingeniosamente en su historia».
Un libro de una prosa excelente, cuya autora mereció el premio Nobel de literatura en 1909, repleto de historias emocionantes, personajes conmovedores, y brillantes reflexiones sobre la naturaleza humana.
01 abril 2021
1 de abril
1 de abril de 1939
Gran alegría. Hemos ganado la Guerra Civil. La casa, por la ventana. Bussy ha forrado de banderas nuestra casa. Se anuncia un Desfile de la Victoria en Madrid, y le he planteado a mi marido la conveniencia de estar ahí, para convidar a Franco y a doña Carmen a La Jaralera. Creo que iremos. El aña, emocionada, me asegura que el niño ha dicho «no». Bussy está preocupado por su escasa contribución personal a la Victoria. El general Queipo de Llano nos ha ayudado y ha firmado un documento en el que explica que mi marido ha cumplido con honor sus labores de espía. Porque lo cierto es que no ha puesto un pie en el frente. Me importa un bledo que el niño diga «no» o «sí». Lo importante es la Victoria. Bussy es partidario de la vuelta del Rey, pero a mí el que me gusta es Franco. Y creo que a Franco le gusta más Franco que el Rey.
La Victoria de los Nacionales me ha salvado. Mi madre apenas se acuerda de mí, a pesar de mi extraordinario avance parlante. Gracias al aña, puedo presumir de que dije «no» el 1 de abril. Y me puede servir para ser reivindicado en la Memoria Histórica. Una noticia de alcance: «El marqués de Sotoancho, con un año de edad, se opuso a la Victoria de Franco en la Guerra Civil». Me podría caer una subvención.
Alfonso Ussía Muñoz-Seca
El diario de Mamá
Memorias del marqués de Sotoancho 10
Una nueva y divertida aventura del marqués de Sotoancho. La madre del marqués murió en el tomo anterior, dejando tranquilo al pobre marqués y haciéndole un hombre mucho más rico de lo que ya era. Pero su muerte no significa que deje de maltratarle como ha venido haciendo desde que él era un niño. Ha dejado un Diario en el que su maldad se hace más evidente, si cabe. El pobre marqués lee el diario cuando sus actividades diarias se lo permiten. Mientras tanto, tiene que organizar una cacería a la que está invitado el juez Garzón y, muy probablemente, el ministro Bermejo. El marqués de Sotoancho es un niño bien y mimado, de la alta aristocracia española, con finca en Andalucía, de los que no ha trabajado en su vida y vive completamente ajeno a la realidad. Pero su vida está llena de estrés y problemas que normalmente vienen producidos por la gente que trabaja para él y por su mujer, mucho más joven que él y guapísima.
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